Machismo, dinero y una ministra que nos miente
Para la lucha feminista el dinero no lo es todo. Sin embargo, en política, sabemos que es en las partidas presupuestarias donde el Gobierno expresa sus prioridades; y las prioridades sí lo son todo. Estas se leen en cifras, elocuentes y determinantes.
Hace dos semanas, defendí en el Senado –en nombre de Unidos Podemos- En Comú Podem- En Marea– recuperar la financiación de la lucha contra la violencia machista y la promoción de la igualdad que existía en el año 2010 para el próximo presupuesto de 2017, y blindarla, fijar ese mínimo. Esto abrió un debate con la ministra de Igualdad que terminó en una moción de nuestro grupo, rechazada en solitario por el Partido Popular el pasado martes.
Recuperar la financiación del año 2010 no es mucho, si no fuera porque los recortes en este tiempo han sido crueles: se han comido el 24% y el 41% respectivamente de estas partidas (violencia/igualdad). Eso se traduce en menos dinero, menos personal, menos tiempo, menos prevención, detección, atención y recuperación de la violencia contra las mujeres. Lo cierto es que estamos muy lejos de que este tema sea una prioridad. Representa un 0,005% del total de los Presupuestos Generales del Estado.
Las posiciones de la nueva Ministra de Igualdad –Dolors Montserrat– y del Partido Popular en el Senado fueron negacionistas: los recortes no existen, nosotros lo que hacemos es invertir. Lo que recortamos era accesorio. Y ahora con menos recursos hacemos más, porque el PSOE dejaba las partidas sin gastar.
Si bien cualquier ojeada a los datos desmiente por completo el relato triunfalista del PP –sus recortes son brutales–, revisando la ejecución de los Presupuestos vemos que es cierto que el dinero destinado a la promoción de la Igualdad no se agotaba con los gobiernos del PSOE, pero que tampoco se gasta con los gobiernos del PP. Lo presupuestan, pero luego no lo gastan. ¿Cómo es eso posible? ¿Presupuestamos una miseria y no la utilizamos?
Esto es intolerable, pues la promoción de la igualdad es fundamental para erradicar la violencia: 94 asesinatos machistas este año; más de 800 en los últimos 12 años sólo por parejas o exparejas.
Resulta que en este país una o dos veces por semana un hombre mata a una mujer. Y es muy distinto pensar que las mujeres y los hombres ya somos iguales, y que cuando nos matan es por casualidad, que entender que la violencia hacia las mujeres es la norma. Que vivimos en una sociedad que no valora a las mujeres. Ni sus voces, ni sus cuerpos, ni sus trabajos, ni por lo tanto sus vidas. Y que los roles de género siguen marcando profundamente nuestra cotidianidad, nuestro día a día y nuestras relaciones, y que estos roles generan violencia de los hombres hacia las mujeres.
Combatir lo primero –una violencia puntual– o lo segundo –una violencia estructural– no tiene nada que ver. Y por supuesto, los recursos que necesitas para un combate o para el otro tampoco tienen nada que ver.
Sin querer ver el machismo estructural, es imposible entender por qué 129.000 mujeres se han visto obligadas a interponer una denuncia. Por qué cada ocho horas en este país se viola a una mujer. Por qué los asesinatos machistas se repiten semana tras semana, y por qué buena parte de esos hombres luego intenta quitarse la vida.
Recortar en Igualdad es una enorme irresponsabilidad. Pues es imposible educar a una sociedad para que abandone el machismo sin invertir en ella. Para lograrla igualitaria hay que dar recursos y trabajar con las escuelas, con los medios de comunicación, con todos los espacios de socialización. Y eso es exactamente lo que no estamos haciendo.
Nuestra propuesta en el Senado era de mínimos. Recuperar los presupuestos de 2010 en estas materias, blindar las partidas con un suelo presupuestario, y gastar lo que presupuestamos. No era mucho. Ni de lejos era suficiente. Pero era un lugar por donde empezar, y no pudo ser: el PP lo vetó en soledad. Y eso que aún no hemos abierto la caja de Pandora: en qué se gastan la miseria que sí se gastan. Ahora llegan los Presupuestos; ahí lo veremos.