Pedro el Rojo
La estupidez en la política no tiene límites y todas las mentiras sirven cuando de una conspiración se trata. Porque, visto el tono viejuno de las descalificaciones que se han producido en avalancha desde que Pedro Sánchez y su equipo presentamos el Proyecto político de la candidatura a las primarias del PSOE, se evidencia que estamos en medio de las turbulencias de la segunda parte de “la conspiración del bipartidismo”.
Cuanto menos, quienes atacan utilizando aquellos medios de prensa al servicio de la derecha o del más puro amarillismo deberían reconocer que Pedro Sánchez dispone no sólo de un relato político coherente, que ha devuelto a la militancia el orgullo de ser socialista, sino que, además, ya tiene un proyecto abierto al debate y la participación. Algo que denunciaban parapetados tras la grisura de las ponencias encargadas por la Gestora y de cuyo trabajo hemos sido excluidos un buen número de socialistas.
Cabe decir aquello de “a las trincheras que vienen los nuestros” cuando los Lambán, Page, Carmona, Abel Caballero, entre otros, en un exceso verbal más propio de una derecha rancia, acusan a Pedro de rojo y extremista por querer resituar al PSOE en su espacio natural, la izquierda, con un documento de estrategia dirigido a construir las bases de la Nueva Socialdemocracia en España y Europa. Aunque según Caballero, “el PSOE es socialdemócrata, no de izquierda”. Llegados a este punto, uno no entiende semejantes ataques a un documento ideológico y estratégico.
Estos defensores de las esencias advierten a la militancia y a la ciudadanía de que la intención del rojeras es fracturar el PSOE, venderlo a Podemos, sin explicar nunca sus acusaciones. A Pedro le acusan también de querer romper España porque decimos y entendemos que vivimos en un país plurinacional, como viene a considerar el artículo 2 de la Constitución. Para botón de muestra es bueno recordar que, además de Euskadi, Cataluña y Galicia, las comunidades de Andalucía, Aragón y Valencia, entre otras, se reivindican en sus Estatutos como Nacionalidades Históricas (!). Pero algunos no se han enterado del detalle.
Volvemos, 80 años después, a escuchar de boca de algunos socialistas –y por supuesto de la derecha y sus voceros– que España corre peligro de convertirse en una España roja y rota. ¡Es como para frotarse los ojos y comprobar si el calendario señala que estamos en 2017!
Debemos dar respuesta a tanta estupidez y a otras cositas peores que se dan y entran dentro del campo de las presiones, las maniobras con los censos, las llamadas recordatorias de obediencia y las advertencias a cargos si no toman el camino correcto para enfilar las Primarias y el Congreso. Esa respuesta no puede ser otra que la calma que proporciona el saberse apoyado por las convicciones, la sonrisa condescendiente, la defensa de un modelo de partido más democrático y transparente y el esfuerzo máximo por explicar el Proyecto “Somos Socialistas” en cada Casa del Pueblo y donde sea preciso.
Aunque parezca una ingenuidad, de vez en cuando pediremos a la Gestora que actúe con neutralidad y que llame la atención a aquellos dirigentes que destaquen por excesos verbales que resultan perjudiciales para la credibilidad del PSOE.
Mientras, trabajaremos por reforzar nuestras señas de identidad como Partido Socialista, algo que debe ir unido a la implicación en el proceso por recuperar una Socialdemocracia europea que lleva años sumida en el desconcierto. La Socialdemocracia es más necesaria que nunca para formar un bloque de progreso en Bruselas, corazón de una Europa que se queda sin alma, acosada por las políticas neoliberales, el nacionalismo más insolidario, el populismo, la xenofobia y el terrorismo yihadista.
Frente al nuevo orden mundial, las desigualdades e injusticias que avanzan sin freno, los ataques a la democracia y al Estado de Derecho y los profundos cambios que han experimentado las estructuras de nuestras sociedades, es urgente que despierte la Socialdemocracia. Lo deberá hacer si queremos afrontar con alguna garantía de éxito los desafíos de la globalización, la desregulación de los mercados, los paraísos fiscales, la economía digital y el cambio tecnológico.
Las respuestas a esos problemas de envergadura van con retraso por parte de la Socialdemocracia. Sí, los socialistas vamos tarde tarde pero la candidatura de Pedro Sánchez quiere intentarlo. ¿Por qué no impulsando desde un PSOE rojo el proceso de refundación de una nueva Socialdemocracia?