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OPINIÓN | Adelantar elecciones no es tan buena idea, por Antón Losada

Adelantar elecciones no es tan buena idea

La líder de la ultraderechista Agrupación Nacional, Marine Le Pen.

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Si con el adelanto electoral que nadie le había pedido el presidente Enmanuel Macron buscaba convocar en torno a su figura y su partido al voto dispuesto a todo para impedir un gobierno de la ultraderecha, ha fracasado; siempre de acuerdo con los sondeos. El electorado ya le había votado para eso dos veces en dos presidenciales. Darle una tercera oportunidad para hacerlo en unas legislativas ha debido parecerle demasiado.

Lejos de parar a la ultraderecha, las proyecciones de resultados de la primera vuelta parecen consolidarla en la posición de asaltar el legislativo y el gobierno de la República por primera vez en su historia, dejando al partido de Macron, Renacimiento, en una posición subordinada para la segunda vuelta. Siguiendo la propia lógica de la estrategia macronista, a sus candidatos no les quedaría más opción que retirarse y apoyar a los candidatos de la izquierda. La llamada de Macron, nada más conocerse los primeros sondeos, a una “amplia unión claramente demócratica y republicana”, más que una propuesta parece una llamada de auxilio o una trampa. Al jugador no le ha salido el farol y ahora pide cartas nuevas.

La victoria de Agrupamiento Nacional (RN) parece tan amplia como temían los demás y tan insuficiente como temían los de Le Pen. Jordan Bardella tiene complicada, pero no imposible, la mayoría absoluta que demandaba para ser primer ministro. La sorprendente resistencia de los Republicanos se lo ha impedido, al menos de momento.

La movilización contra RN parece haberla aportado la unidad de la izquierda del Nuevo Frente Popular (NFP), armando en un tiempo mínimo una coalición que ha sabido mantener bajo control las discrepancias y ofrecer una alternativa al ascenso de la ultraderecha. Saber mantener esa unidad para la segunda vuelta parece ahora su principal desafío. 

Una de las claves la tiene –contra pronóstico– la derecha tradicional de los Republicanos de Nicolas Sarkozy. Lo que decida hacer en la segunda vuelta ese inesperado 10% de votantes que le asignan las encuestas determinará buena parte del resultado final. Puede pensarse que, si hubieran querido votar a la extrema derecha, ya lo habrían hecho. Pero eso no garantiza que no lo hagan el 7 de julio. 

Atraer a los votantes de la derecha republicana tradicional será el gran argumento de los macronistas para competir con la ultraderecha o con el NFP, o para tratar de encabezar cualquier opción de unidad para derrotar a la ultraderecha. Los ocho puntos de diferencia que le ha sacado al macronismo serán el gran argumento de los candidatos de la izquierda  

Si la inspiración que guio a Macron fue el resultado del adelanto electoral de Pedro Sánchez en julio del 2023, tras la severa derrota en las municipales de mayo, alguien debería haberle advertido que no existen dos elecciones iguales, ni siquiera en el mismo país. Adelantar las urnas no sale tantas veces bien como pensamos. Por alguna razón, tendemos a recordar aquellos adelantos que salieron bien y olvidamos rápidamente aquellos que salieron mal. Hay algo que no deberíamos olvidar tan fácilmente. Alimentar a la extrema derecha, por activa o por pasiva, acaba inevitablemente así: un día la gente le pierde el miedo y empieza a verla como la solución. 

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