Al asalto, campo a través
Este sábado el Campo se dispone a llevar sus tractores hasta la calle Ferraz de Madrid, sede nacional del PSOE. Tras haber causado hasta heridos en su despliegue por las carreteras españolas. No sabemos cuántos copiarán la idea de algunos de sus miembros –generada impunemente por Santiago Abascal, líder de Vox– de ahorcar muñecos del presidente del gobierno Pedro Sánchez. ¿Es Sánchez el causante de sus males? ¿Tiene margen de maniobra dentro de las normas de la UE para conseguir lo que piden? Se diría que el Campo también puede ser usado para asaltar el poder.
Los manifestantes piden, por cierto, lo que en la práctica es suprimir controles de calidad de los productos. Las inspecciones también las rechazan y suelen arrojar un alto porcentaje de fraude (hasta el 70%). Acabar con la burocracia, tan molesta para todos pero necesaria en alguna medida fuera de los lejanos tiempos del trueque sin papeles. Sin duda se puede aligerar algo. En Catalunya los agricultores han sellado un acuerdo en ese sentido con todos los grupos parlamentarios, salvo con PP y Vox.
Sabemos de la amalgama que se reúne en la protesta. Lo que menos hay son trabajadores agrícolas, a menudo mal pagados, pero sí están y con razones poderosas para quejarse. Participan los terratenientes y las grandes empresas multinacionales. Se añaden los grandes sindicatos del campo de variada ideología. Y se suman con pasión a usar la revuelta gentes de PP y Vox o movidos por ellos. La manifestación política, oclocrática, con los mismos fines que dirigen a ambos partidos es clara. Y fíjense si no es venturosa casualidad que las tractoradas están esquivando Galicia durante la campaña electoral que se le escapa de las manos al PP.
Si muchos son de derechas y derechas rancias, liberales les gusta más decir, ¿cómo exigen el proteccionismo del Estado para cuanto no les conviene? Piden que el Libre Mercado corte el desorbitado margen de beneficio de algunas cadenas de distribución desde el campo al punto de venta. Existe una Ley de la Cadena Alimentaria –reforzada en 2021– que Sánchez anuncia va a potenciar. Según lo estipulado ninguna parte de esa cadena puede vender a pérdidas, pero no ocurre así, claramente. Debería poder regularse al máximo, exigirse, pero los gritos en el cielo se oirían en los bancos conservadores del Parlamento y en sus homólogas mesas de las tertulias. Es verdaderamente pasmoso que el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, se atreva a afirmar en el Congreso que la “gran dificultad del campo está sentada en la bancada del Gobierno”. Una desvergüenza.
No se entiende cómo en el eje de la protesta del campo pueden pedir al Gobierno que retire la Agenda 2030, que la ultraderecha ve como un tremendo agravio. Ese proyecto parte de una resolución de la Asamblea Plenaria de la ONU, formulada en 2015 en busca del Desarrollo Sostenible de las personas y el planeta. Lograr la seguridad alimentaria, promover el crecimiento económico sostenido y establecer medidas efectivas contra el Cambio Climático son algunos de sus pilares fundamentales. Todo ello lo necesitan millones de personas. Los 17 Objetivos de la Agenda se elaboraron durante más de dos años de consultas públicas.
El Desarrollo sostenible choca con llenar el agro de pesticidas y suprimir las leyes que protegen nuestra salud. Y esta es una de las principales reivindicaciones de los manifestantes. Son más costosas estas medidas y argumentan que los productos que llegan de terceros países (fuera de la UE) no tienen esos controles. Eso no puede ser cierto. Y a poco que se busque se encuentra la normativa que rige ese comercio en varios departamentos ministeriales. Los Estados no pueden funcionar de otro modo a estas alturas de los siglos. De momento, con este rápido viaje atrás hacia el Pleistoceno todo podría ocurrir.
Toda la problemática y las fariseas posturas las cuenta muy bien Irene de Miguel, ingeniera agrónoma y diputada por Cáceres de Unidas por Extremadura. Un resumen claro:
Justas y no tan justas y hasta sorprendentes reivindicaciones. Mucho bulo se ha mezclado. Y es preocupante verlo anidado en las cabezas de los alborotadores. De la ignorancia máxima, al racismo incluso. Según algunos de estos lumbreras, la sequía es provocada, nos fumigan veneno desde el aire con aviones, dejar que los ríos fluyan al mar sin embalses es un desperdicio y las ensaladas las hace Mohamed VI. Lo peor es que Vox comparte buena parte de las extravagantes teorías y el PP se apunta a cualquier bombardeo que le permita lograr poder. En este caso habla de “escepticismo ante el cambio climático”. Con temperaturas récord de calor y un giro de eje que va acabar hasta con su amado sostén patrio del turismo y el ladrillo consiguiente.
Cuando ves que trascurren los días con bronca tras bronca. Lees que Cayetana dice y Albares contesta o las soflamas de Tellado o Feijóo o Ayuso, piensas en la inmensidad del tiempo que se pierde cuando debería usarse para construir el bienestar de las personas. Porque esto no es política, ni dialéctica parlamentaria, es la táctica: el desgaste continuo hasta de nuestra paciencia.
Y, mientras, el ataque por todas las bandas…
Al cuerno ya con la excusa de la amnistía que suena como un roznido en las bocas hipócritas. Basta ya de usurpar el poder que la sociedad decide en las urnas con tanta maniobra sucia (política, judicial y mediática). Y aclárense si quieren un mundo global y la tiranía del mercado o un proteccionismo estatal que apenas cabe ya en las sociedades supranacionales. Vamos, que la Unión Europea ya ejerce proteccionismo a favor de sus miembros, y el campo es uno de los sectores más subvencionados. Con razón, seguramente, y con capacidad de mejora.
Y miren ustedes, igual algunos preferimos comer menos y más saludable que jugar a la ruleta rusa con nuestra salud y la supresión de controles, que luego vienen sus primos en las comunidades autónomas y nos dan un tijeretazo a la sanidad pública y ya es demasiado tentar a la suerte. Sobre todo que no se nos atragante la comida si las protestas vienen por los cauces que vienen. Hay demasiado adobo en estas salsas.
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