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Los beneficiados

Carlos Lesmes en una imagen de archivo

Elisa Beni

Seguro que hay ingenuos que piensan que la salida de pata de banco de Casado para surfear el wasap de Cosidó, haciéndose el digno y sacándose de la manga una nueva postura política sobre el CGPJ y su renovación, concluye con la cuestión.

Nos enredamos días atrás intentando averiguar quién escribió ese obsceno texto que refleja la idea que el PP tiene de los jueces, y quién lo filtró, y hemos adobado la escena del sofá con una ascensión de Manuel Marchena al papel de doña Inés. Pero ese no es el fin ni siquiera de la temporada. ¡Qué va a serlo! El teatro del absurdo también tiene sus pautas y no van a ahorrarnos ni una. No. Los beneficiados no van a hacerlo. Dejémonos de patrañas. Más allá de la bomba de humo y confeti que supuso la renuncia de Marchena a lo que nunca había tenido -con una declaración tácita de que antes había aceptado que fuera así- la realidad es que junto con sus trastos y su carrera puesta a salvo, hay otros muchos beneficiados de esta anómala e inaceptable situación.

Las cosas hay que nombrarlas, así que se la resumo: un wasap filtrado y una renuncia a lo que nunca se tuvo se pretende que desbaraten un proceso parlamentario puesto en marcha, con todos sus trámites, en cumplimiento de la ley vigente. Un proceso que se ha hecho como el culo o que ha terminado como las témporas, pero un proceso reglado y legal igualmente. Los procedimientos parlamentarios no mueren en un titular así que ¿qué es lo que pasa y qué es lo que va a pasar?

Lo que está pasando es que los grandes beneficiarios del entuerto se están frotando las manos y no paran quietos. El principal de ellos es, desde luego, Carlos Lesmes que de estar desahuciado ha pasado a seguir presidiendo el CGPJ y el Tribunal Supremo por un tiempo indeterminado, que supongo que prevé largo por los problemas parlamentarios y por el fantasma de las elecciones generales que sobrevuela sin fecha fija. No es extraño que las malas bocas le acusen de haber sido intermediario en la filtración del mensaje del Grupo Popular.

Uno de los sueldos más altos del Estado durante unos cuantos meses más ¿cuántos? He ahí el dilema. Pero no es solo esto. Es que mientras esta regocijante circunstancia se produce, Lesmes y su Consejo, no paran de designar nuevos cargos judiciales. Saben que caducan el próximo martes y que, además, hay un proceso de renovación en curso, pero no van a perder la oportunidad. Recuerden lo que nos dijo alguien vía Cosidó: “nos jugábamos las renovaciones futuras de 2/3 del TS y centenares de nombramientos en el poder judicial, vitales para el PP y para el futuro de España”. Y en eso va a seguir Lesmes y el actual Consejo.

De hecho, esta semana hemos visto cómo han nombrado a Juan Pablo González, presidente de la Audiencia Provincial de Madrid. Juan Pablo es un juez poco dado al arduo trabajo de poner sentencias. De hecho, desde que salió de Bilbao y llegó a vocal del CGPJ de Hernando ha ido surfeando por las canonjías. Fue juez de enlace en París por obra y gracia del propio Lesmes y luego, cuando se nombró a otro para la prebenda, él llegó a la Audiencia Nacional en comisión de servicio. Un tribunal que había aspirado a presidir sin haber pisado nunca.

Esto es algo que los jueces de las asociaciones no les contarán en detalle, pero la fidelidad al régimen es siempre altamente recompensada. González, que estaba de inquilino en la Audiencia Nacional, fue recusado para entrar en los juicios de Gürtel por su afinidad al PP y sus propios compañeros aceptaron tal premisa y lo apartaron. Así que ahora le premian con la presidencia de la Audiencia de Madrid que, les daré una pista, es un puesto de liberado, es decir, que no tiene carga jurisdiccional y no hay que poner sentencias. Lo ha logrado de nuevo. Hay algunos que se lo hacen muy bien mientras otros son uncidos como bueyes. No ha sido el único caso, el CGPJ en precario también ha cubierto la plaza de presidente de la Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Superior de Cataluña, nombrando a Javier Aguayo, que ha estado de letrado fiel a Lesmes en la Inspección del Consejo hasta ahora.

¿No lo ven? El PP que pensaba controlar por detrás lo que le parece que ya tiene por delante sigue viendo como sus afines van medrando mientras Lesmes va cubriendo las plazas con la misma certera mano con la que forzó el nombramiento de Díez Picazo -el del pitote de la hipotecas- para la Sala III. ¿Hasta cuándo? Pues el PP se ha enrocado ahora en que hasta que se cambie una forma legal de elección de vocales que no puede alterarse de forma express ni sin mayoría así que a saber hasta cuándo.

Como verán, siempre salen ganando los mismos. Con renovación -porque controlan por atrás y hacen los nombramientos que “sirven” a España- sin renovación, porque les van a seguir salvando a sus afines y hasta cambiando el sistema, porque está demostrado que esa elección de los jueces por los jueces arrojará siempre órganos de gobierno mayoritariamente conservadores.

Ese es el panorama y ahora, frente a este dado que siempre cae por la misma cara, hay diversos posicionamientos. Unos opinan que debe llevarse a cabo un proceso que se ha iniciado legalmente, ya que esta trama bufa no solo se va a llevar por delante el prestigio de la Justicia sino también el del propio Parlamento. Hay 51 candidatos presentados también por las asociaciones y ese proceso perfectamente legal no puede quedar en un limbo.

Otros creen que hay que dejar en evidencia al PP, que ya se ha dejado en evidencia bastante. Téngase en cuenta que, según me cuentan, su portavoz de Justicia en el Congreso se enteró de la ocurrencia de Casado de romper la baraja y cambiar a la elección judicial de los vocales por un tuit. Vamos, que ellos mismos tienen un buen berenjenal. Por eso, los más drásticos consideran que los vocales actuales, sobre todo los vocales progresistas, deberían presentar su dimisión y convertir en impracticable esa extensión sine die de Lesmes en un acto de dignidad también por sus compañeros incursos en la selección. No creo que lo hagan. La poltronas, las reverencias y los dineros pesan mucho. Eso es lo que no nos terminan de contar las indignadas asociaciones quizá por eso sus lamentos y sus huelgas no terminan de calar en la ciudadanía. Primero los propios pecados, después las penitencias ajenas.¿A quién beneficia? Pues eso.

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