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La semana de Errejón

El exdiputado de Sumar Iñigo Errejón llega a una rueda de prensa en el Congreso
9 de noviembre de 2024 22:48 h

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La acusación cambió mi vida para siempre. No importa si al final soy declarado inocente, siempre seré recordado como el presunto culpable

Presunto Culpable (film)

La actualidad es como un Guadiana y la actualidad judicial más: siempre resurge y muchas veces lo hace cuando menos lo esperas o menos le conviene a alguien. Por eso es tan absurda la manida teoría de las cortinas de humo, porque un proceso judicial siempre las disipa de un soplido que puede llamarse auto o sentencia. La horrenda desgracia que ha caído sobre nuestro país en forma de cruenta riada dejó en impasse el ataque brutal al que fue sometido Iñigo Errejón en redes sociales, sin espacio alguno para la presunción de una inocencia que le sigue asistiendo, y por la condena política y civil que se le impuso tanto en su formación como por parte de otras que ansiaban su caída. Siempre hay alguien que se alegra de verte en el barro incluso antes de tiempo.

Esta semana que comienza volverá a ser la semana de Errejón y el escándalo volverá a abrirse paso entre la catástrofe, la reconstrucción y la pelea entre políticos por la atribución de responsabilidades. Vuelve Errejón, que acudirá a declarar el martes al juzgado de Adolfo Carretero, y vuelve el morbo sobre esos apuntes anónimos respecto a otros hombres de izquierdas, más o menos identificados en los textos, dado que el mismo lunes verá la luz el libro de Cristina Fallarás que recoge los testimonios anónimos y sin adverar depositados por mujeres en su red social. No sabemos cuánto morbo o no contendrá sobre otros presuntos depredadores o puteros o falsos feministas de cabecera que luego se dedican a satisfacer sus deseos y sus perversiones. Auguro que no tendrá demasiado porque una cosa es la red social y otra cosa que una editorial incluya esas delaciones que contienen iniciales o elementos suficientes como para destapar al periodista, al político o al profesor. Y las creemos, vaya si las creemos. No hay forma de que una mujer no sepa que lo que relatan pasa. Otra cuestión es si hay materia penal en sus relatos o son testimonios de una forma de comportarse en las relaciones sexuales que a las mujeres del siglo les repele: una forma que obvia la alteridad, una forma objetualizada tomada del porno más salvaje, una forma de convertir a un ser humano en un montón de carne que penetrar y vejar.

Llegará el martes la oportunidad de Iñigo Errejón de defenderse. Obviamente está la posibilidad de que se acoja a su derecho a no hacerlo, más si su defensa busca el sobreseimiento y si consideran que al tenor del relato de Elisa Mouliaá y de sus posteriores declaraciones en redes y en entrevistas queda suficientemente claro que no se produjo ningún acto no consentido, al contrario de lo que afirma la denunciante. Si es así, entonces lo más hábil por parte de su letrado será hacerle declarar. No olvidemos que en poder del imputado pueden obrar mensajes u otras pruebas que le permitan apuntalar la idea de la relación consentida.

En términos jurídicos esa es la lógica, aunque si añadimos a ese pleito lo que se ha dado en llamar “pleito mediático” también podría apuntalarse la idea de que Errejón declarara. A fin de cuentas lo que para muchas es el comportamiento de un agresor sexual en serie, podría ser el de un adicto al sexo con gustos parafílicos o bien la de un mero incoherente entre el discurso del personaje político y el comportamiento de la persona particular. Eso es lo que ha de dirimir la justicia, pero también lo que él podría aclarar en una declaración que, sin duda, trascendiera y que fuera más allá de las confusas e inaceptables justificaciones que introdujo en su alambicado comunicado.  

El caso judicial no está en sí mismo desprovisto de aristas y de informaciones contradictorias. Así, se ha llegado a decir que el aplazamiento de la declaración de Mouliaá para ratificarse en su denuncia –que debería haber tenido lugar el jueves pasado–habría sido debido al interés de su abogada en completar los testimonios de otras 15 mujeres interesadas en llevar a cabo una acusación conjunta. Esta idea, junto con “el lío” que está siendo organizar a todas las mujeres “que viven en distintas ciudades”, fue el argumento esgrimido por la propia actriz en declaraciones al medio Artículo 14.

Desde un punto de vista jurídico, tal cuestión resulta más que extraña. La nueva redacción del artículo 17 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal sólo permitiría explorar esa posibilidad en el caso de delitos no conexos “cuando hayan sido cometidos por la misma persona y tengan analogía o relación entre sí, cuando sean de la competencia del mismo órgano judicial, podrán ser enjuiciados en la misma causa, a instancia del Ministerio Fiscal, si la investigación y la prueba en conjunto de los hechos resultan convenientes para su esclarecimiento salvo que suponga excesiva complejidad o dilación para el proceso”. Dado que, como ya avanzaba Mouliaá, las denunciantes viven en diferentes ciudades y, por tanto, sus casos serían competencia de diferentes órganos, la posibilidad queda anulada. 

Luego hemos sabido que estas declaraciones de la actriz no se corresponden en realidad con el escrito presentado por su letrada en el juzgado de Instrucción 47 para solicitar la paralización de todas las declaraciones –la suya y la de Errejón– y la paralización de los plazos procesales debido al avanzado estado de gestación de su patrocinada y a que se encuentra de baja laboral. De nuevo el argumento queda como una excusa, ya que la actriz ha vuelto a declarar que “su abogada quiere hacer las cosas de forma tranquila, con seriedad y sin prisas”, pero que conviene no andarse contradiciendo en cosas tan fáciles de comprobar y que tienen todo el aspecto de una dilación. En todo caso, el juez Carretero ha dicho que nones y que el próximo martes a las nueve espera a la actriz, con embarazo y todo, y una hora después a Iñigo Errejón. Respecto a la letrada, ¿quién precisa de abogados contrarios teniendo una clienta así? No se comprende cómo no ha conseguido aún que su representada se calle.

En realidad, visto con cierta perspectiva, lo mejor que le ha podido pasar al ex diputado es la llegada a los juzgados de esta acusación y de otros relatos –la mayor parte de ellos con un contenido difícilmente considerable delictivo– ya que mientras que el juicio sumarísimo y la condena a muerte civil dictaminada por su partido y por las redes sociales y parte de la opinión pública no admitió la más mínima presunción de inocencia, ante el juez la tiene intacta y mantiene la posibilidad de exponer su versión de los hechos en el momento que considere conveniente. 

De producirse el sobreseimiento de la causa, la posición moral ante la opinión pública de Errejón variaría mucho, aunque, evidentemente, su figura política ha sucumbido ya en pago de la responsabilidad derivada de la incoherencia de la que ha hecho gala. Así que esta es su semana, aquella en la que podrá explicarse, y la que le devolverá a un primer plano del que seguramente desearía desaparecer. Judicialmente, al menos con lo que sabemos hasta ahora, no lo tiene mal. A falta de conocer otras denuncias, la única desvelada hasta ahora con un claro componente delictivo es la que llevó a cabo en un concierto en Castellón con tocamientos a una chica que mostró ampliamente su no consentimiento y los denunció inmediatamente. Ese caso del que acusan a la diputada Loreto Arenillas de haber tapado. Justo la que la estructura del partido sí conocía. La que hasta el momento no se ha denunciado formalmente. Ella se ha negado por el momento a entregar el acta que le exigen. Podría entenderse que está esperando a ver si Errejón dice algo para entregar o no su acta. Pudiera ser que esta semana también fuera la suya, si las cosas no salen como tanta gente espera. 

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