Impuestos ideológicos contra la clase media
El arte de gobernar generalmente consiste en despojar de la mayor cantidad posible de dinero a una clase de ciudadanos para transferirla a otra.
Casi entiendo la lucha ideológica que la izquierda a la izquierda de la izquierda, o como haya que llamarla ahora, lleva a cabo no sólo contra los ricos, como dicen los ripios, sino contra los acomodados o ni siquiera, tan solo contra lo que queda de clase media. Con sorna se vanaglorian, tanto Sumar como Bildu o ERC, de estarle “arrancando” a los socialistas cuestiones que ni llevaban en su programa electoral ni fueron nunca ni entraban dentro de su forma de entender la sociedad española. Lo que sucede es que a fuerza de “arrancarle” cosas a un partido mayoritario como el PSOE podemos colegir que asistimos a un gobierno de partidos minoritarios que buscan el aplauso de su parroquia y no piensan para nada en la que nunca les votará.
Conste que yo sigo viva y dándoles la tabarra gracias a la sanidad pública y no puedo sino agradecer los cuidados que me presta cada mes y espero que me siga prestando todo el tiempo que consigan tenerme entre ustedes, pero eso no impide que tenga contratado un seguro privado para las pequeñas cosas. Estamos en un momento en que hay que confesarse antes de argumentar y, de todas formas, me parece honesto advertirlo.
Todo esto viene a cuento de la medida puramente ideológica y poco eficiente de cargar un impuesto como el de las primas a los seguros de salud y enfermedad que han contratado millones de españoles, creo que más de doce, a los que les será repercutido en su póliza. Hasta los periodistas de Madrid y otros lugares lo hicieron toda la vida a través de la Asociación de la Prensa, lo digo por las hipocresías. Los argumentos para proponerlo y exigirlo son en mi opinión anticuados, casposos y beligerantes con un cuerpo de votantes que no creen de los suyos aunque, fíjense, a lo mejor hasta se equivocan. La cuestión es que ahora el Estado no recauda porque un ciudadano asegure su salud y, al parecer, esto entra dentro de las batallas de clase y es preciso asumir una revancha monetaria sobre los “privilegiados” que tienen este tipo de seguros que se han popularizado tanto que pueden contratarse por 40 euros al mes.
“Este tipo de exenciones viene a favorecer a personas con mayores recursos que son las que en mayor medida pueden permitirse contratar un seguro privado (...)” ¡Qué antiguos están señores de la izquierda a la izquierda! Los que manejan, los que tienen mucha pastuqui, no contratan seguros de salud. La sanidad privada de las aseguradoras está masificada, tiene retrasos y no cubre muchas cosas. Los ricos de verdad van a los mejores médicos y clínicas y les pagan a tocateja el importe de las visitas o los tratamientos. Investiguen la cantidad de centros médicos y doctores que no aceptan seguros, es decir, que son pura y duramente privados. Ahí es donde va la gente de dinero. Lo de los seguros es muy de clase media, que no sé si están empeñados en putearla aún más -tras los alimentos, las hipotecas, la energía y sin ayuda ninguna porque no entran en los baremos- pero que no comprendo la aquiescencia de los socialistas, dado que la socialdemocracia sí que tiene una buena base de votantes en ese sector poblacional.
Los argumentos presentados por Sumar en esta especie de guerra de clases de segunda no terminan ahí sino que implican, de alguna forma, una crítica a la propia sanidad pública. “Se perpetúa una situación en la que en gran medida la atención sanitaria de calidad está en función de la capacidad económica del individuo, en lugar de ser un derecho general garantizado para todos” dicen en su enmienda. ¿Pero están diciendo que la asistencia de la sanidad pública no es de calidad? ¿Se han vuelto locos? ¿Son conscientes de que los mejores médicos, los que en la privada cobran un pastizal, están también en la sanidad pública? Por poner un ejemplo, a mí y a muchísima gente me ha visto en un hospital público uno de los cardiólogos más prestigiosos de Madrid que no se despacha en su consulta privada por menos de 500 euros la visita y que, por supuesto, no está en los seguros masivos de salud.
Lo único que conseguirían sería echar del seguro privado a los que van más justos, que permanezcan los que puedan pagar un 8% más sin que eso les inquiete y complicar las listas de la sanidad pública, esas que ya van a enloquecer por haberse empeñado en laminar a las mutualidades de funcionarios. No me digan que eso no es una movida puramente ideológica. A los socialistas nunca en la vida les ha molestado ni Muface ni Mugeju ni Isfas pero ahora tienen que ser los partidos conservadores nacionalistas, como el PNV y Junts, los que paralicen esta nueva exigencia que o bien es recaudatoria o bien es para joder a la gente de a pie que pretende tener una opción cuando no le dan cita para verle un esguince en un mes.
Pretender que ponerle impuestos a las pólizas de las aseguradoras de salud es ponerles impuestos a los ricos es de risa. Si acaso será una vendetta contra los que no viven con el salario mínimo y como se decía antaño tienen un pasar. Algo que debe ser pecado ya en este país, como ser funcionario. En el fondo es un movimiento de bálsamo para una envidia y una rabia que llevan trabajándose durante mucho tiempo como estrategia. No me cabe la menor duda de que entre los señores diputados de estos grupos y sus familias hay muchos con su póliza mensual para mirarse la próstata o hacerse la colonoscopia o la mamografía de rigor cada dos años. Esa que en Madrid en la sanidad pública solo se hace bianualmente a partir de los 50 y sin importar los antecedentes de muerte por cáncer de mama en la familia. Y si lo que van a argumentar es que con ese IVA van a mejorar la sanidad pública para que pueda hacerse cargo de todos esos millones de personas y, además, con agilidad y sin esperas, ya les digo yo que nos están vacilando.
Insisto que entiendo que Sumar, Podemos y Bildu jueguen a este rollo que es el de su parroquia; lo que no asumo es que los socialistas se tengan que plegar a darle palos a una clase media a la que no le ha llegado prácticamente ayuda alguna desde que empezaron los problemas con la guerra de Ucrania, la pandemia y la inflación y en la que se inscriben gran parte de sus electores.
A mí me mantiene viva la sanidad pública y no tengo sino agradecimiento para sus profesionales y sus capacidades, lo que no me impide ver que un seguro privado puede ser perfectamente complementario y opcional. En mi misma familia hay quien lo tiene y quien no lo tiene. No salgan a la caza de la gente corriente que cada mes en vez de pagarse una cena, dedica el dinero a tener una tarjeta sanitaria. No están jodiendo a los ricos sino a una gran masa de ciudadanos.
Sabemos que no va a salir adelante, la negativa de dos de los socios lo asegura. Sólo es un consejo para el gran partido progresista: no machaquen a la clase media no les hagan pensar que la socialdemocracia no tiene nada para ellos. Una bolsa importante de voto se dirime en ese espacio y putearles les puede salir a cuenta a sus socios aunque es dudoso que los socialistas vayan a rentabilizar esa inquina. Y además se están jugando la ruptura del bloque de gobierno. Allá cada uno.
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