Casado quema las naves y otras versiones mediáticas
Esta semana nos han contado que “Casado quema las naves” y “se entrega a una oposición dura ante la expectativa de llegar a la Moncloa”. La flota marítima del PP sufre terribles avatares dado que en mayo de 2020 también quemó las naves con el mismo objetivo. Poco después, el presidente del PP se superó a sí mismo: “rompió los puentes sin vuelta de hoja” con Vox para “devolver el orgullo al PP” y “ganar la moción de censura” que Abascal le había presentado a Pedro Sánchez. Un triunfo de rebote muy aplaudido por los creadores de la ucronías mediáticas o realidades paralelas.
Casado ha hecho una oposición sucia al colmo, solo superada por algunos de sus colaboradores. Y respecto a Vox tiende puentes de quita y pon. Ahora estamos al parecer en fase de si el PP les ajunta o no cara a refrendar la foto ultra de Colón con la diana fija en tumbar al Gobierno. Si estarán presidiendo o haciendo bulto.
Hemos llegado a un punto en el que amplios sectores de la sociedad están dramáticamente desinformados. Les clavan unas mentiras que ni a los bebés para que se coman la papilla. Se mueven por las emociones provocadas y no por los hechos. Ignoran lo que les afecta y cada vez se dan más tiros en el pie. La sobreabundancia de fuentes ha generado una lucha por el beneficio e incluso la supervivencia de medios que ya no están dirigidos prioritariamente a informar. Si recuerdan, el 44% de los nuevos suscriptores de The New York Times no lo hacen por las noticias sino por recetas, juegos o podcasts.
Hay que trabajarse estar informado. Imprescindible hoy para buscar bases firmes en las orillas de ese mar de falsos puentes rotos, naves ignífugas y un fondo de océano regido por la ley de la selva.
Cada mañana portadas escritas y presentadores de radio y televisión nos sacuden –de prestarles ojos y oídos - un cóctel de nitroglicerina, odio y pintorescas versiones de la realidad que se extenderá después en tertulias e informativos. Y en las Redes donde ya campan pirañas, garrapatas, víboras y dragones echando espumarajos de fuego valyrio. Lo que hay que aguantar. Si se les presta atención. Es el fruto de ese navegar entre mentiras e intereses en el que la información ha sufrido una degradación profunda.
Por supuesto que se publica información rigurosa. Este lunes, Olga Rodríguez volvía a ofrecer en elDiario.es, por ejemplo, un magistral análisis sobre “Israel y Marruecos: el legado de Trump que salpica a España”. Incluye los arriesgados (y muy precisos en intereses) cambios que Trump propició en su política internacional usados por Marruecos en esta confrontación con nuestro país. Las influencias e interrelaciones. Hay un cambio de narrativa social sobre Israel en EEUU. Netanyahu extendió alianzas con la extrema derecha europea que incluyen a España y a Aznar. ¿Quién es quién en el nuevo gobierno israelí sin Netanyahu? ¿Alguien puede pensar que estos movimientos no influyen en nuestra propia vida? Pues comparen con lo que sueltan los Marhuenda y colegas de turno en portadas, varias, y tertulias.
Con la factura de la luz también hay un desborde de intereses y por tanto de inexactitudes. Sin duda las compañías eléctricas gozan en España de privilegios desmesurados. Lo que hace falta es una reforma en profundidad del mercado energético que figuraba en el acuerdo del gobierno de coalición. Leemos que “Podemos exige al Gobierno esa reforma”, que dentro de la coalición se admiten “enfoques distintos”, que “tensionan al Gobierno”. Y hoy, nos saltan, algunos directamente con un “El Gobierno declara la guerra al Ibex eléctrico” que encima mete por medio a Villarejo. Pero en lo que sí es información encontramos a Javier Martínez en Infolibre explicando que al 63% de españoles no les afecta el cambio de la tarifa de la luz. No están en el mercado regulado sino en el libre donde los precios suelen ser más caros.
Los telediarios, incluso de la cadena pública, y el resto de la prensa nos dan cada día cumplida cuenta de lo que opina la oposición al Gobierno. Arrimadas, a la que ya no le queda partido. Y de forma destacada, los que habitan, contra natura, en el mismo PSOE que el presidente Sánchez. Faltaban entre barones el ex mandatario extremeño Rodríguez Ibarra. Quiere un referéndum sobre los indultos. Lo de ABC poniendo de cabecera ejemplar a Rafael Vera, indultado de terrorismo de Estado y corrupción, es ya sobrepasar todas los cánones. Me pregunto si han convertido en noticia las opiniones por cupos de votos y por tanto en propaganda electoral, por qué ignoran a los votantes que sostienen al Gobierno y que son mayoría.
Los vecinos de Chamberí que votaron terrazas y cervezas de Ayuso se manifiestan contra los ruidos que han invadido su barrio. Presumiblemente no son los mismos, aunque alguno habrá. No se podía saber que pasaría eso ¿verdad?
Y lo que es mucho más grave: nadie, salvo los propios profesionales, protesta por el proyectado cierre de centros de Atención Primaria de Madrid que ya anticipamos hace unos días. Por seguir ahondando en el desmantelamiento de la sanidad Pública, que forzó un triaje indigno en las residencias de ancianos de Madrid. Y es que, según documenta el periodista Manuel Rico, contra la evidencia de las pruebas y protocolos firmados, muchos ciudadanos han comprado la insidia de que eran personas vulnerables que se tenían que morir. Ahogados y suplicando ayuda. Y no es cierto, ni humano.
No hay ironía o sarcasmo que supla la indignación que produce ver esa sociedad que se deja engañar contra su propia vida o la de otros aunque no les importe. A Pablo Casado le ha hecho caso el Financial Times. Dice que hará un gobierno de “salvación nacional”, siempre en su línea. El amigo y protector del húngaro Viktor Orbán. O uno de los cachorros, con Ayuso y Abascal, del Aznar constructor de lobbies mientras siguen impunes sus tropelías. El ser capaz de usar, con mentiras, hasta atentados en provecho político sin mirar el historial de vigas en el ojo de su partido.
El piano Ayuso tuvo una venta magnífica. Almeida dice sin pestañear que Pedro Sánchez solo busca la confrontación, y también se ofrece en el escaparate de este comercio que compra en votos y vende en daños. Y Pablo Casado se ve ya en La Moncloa, catapultado por Ayuso y la foto ultra de Colón. Por las promociones con trampas y la tergiversación diaria de la realidad. El que se atrinchera con el poder judicial caducado que ya parece gobernar más que el Ejecutivo electo y se atreve a defender que la ley de memoria vulnera la “libertad ideológica” por pretender cerrar fundaciones franquistas.
Si compraron a la gestora de los poderosos que no ha hecho otra cosa por el Madrid de los ciudadanos que abrir terrazas y desproteger su salud, puede colar hasta lo de Casado. Por el mismo precio e idénticos objetivos, quema naves tres o cuatro veces por año y rompe puentes que reconstruye como un prestidigitador. Los hilos de esta tragedia se mueven más arriba y atacan cada vez que uno entra sin protección en el relato de la vida según la prensa del clan. Los daños, irreparables en muchos casos, se reparten entre todos. Y a estas adulteradas prácticas lo llaman democracia plena.
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