Hasta el CIS discrimina a los hombres
El CIS pregunta si las políticas de igualdad están llegando tan lejos que “ahora se está discriminando a los hombres”, y en realidad podía ahorrarse la pregunta. Su propia encuesta ya es la prueba de que por supuesto los hombres estamos discriminados en España: resulta que incluye preguntas ¡solo para mujeres!, sin que los hombres podamos contestarlas. En concreto cuando preguntan con qué frecuencia han pasado miedo volviendo solas a casa por la noche, les han hecho mansplaining o se han sentido discriminadas en el trabajo por ser mujer. ¡Solo se lo preguntan a las mujeres! ¡Como si los hombres no pudiéramos tener miedo de noche, aguantar que otros hombres nos expliquen cosas o ser discriminados por razón de sexo! Ahí lo tenéis: los hombres estamos discriminados hasta en la encuesta que nos pregunta si estamos discriminados.
El párrafo anterior puede sonar a gracieta de columnista o noticia de El Mundo Today, pero no: así lo contaba este martes un medio de derecha (muy a la derecha, siendo generosos), al que no pienso enlazar para no hacerles el trabajo. Mientras la mayoría de medios se fijaba en ese 44% de hombres que dicen sentirse discriminados, o en otras respuestas que prueban la desigualdad que sigue existiendo, un medio de derecha (muy a la derecha, siendo generosos) denunciaba que el CIS discrimina a los hombres al excluirlos de una pregunta. A la misma hora, en otro medio de derecha (igualmente muy a la derecha, etc), un combativo columnista afirmaba que por supuesto estamos discriminados y somos víctimas de una operación totalitaria de ingeniería social del feminismo. Y eso es solo el aperitivo: con seguridad esta semana disfrutaremos decenas de columnas apuntando en la misma dirección.
Dicho lo cual, mi lectura de la encuesta es mucho más optimista. No solo porque, leída entera más allá del titular, se comprueba que las ideas igualitarias son mayoritarias en la sociedad española, también entre los hombres. Sino porque viendo la pregunta de marras, atendiendo al recuerdo de voto de los encuestados, la conclusión es que no son los hombres quienes se sienten discriminados: son los hombres de derecha y sobre todo de extrema derecha. Un 66,1% de hombres votantes del PP, y un apabullante 88,1% de votantes de Vox, por solo un 9,5% de votantes de Sumar, o un nada despreciable pero minoritario 22,4% de votantes del PSOE (entre ellos, supongo, aquellos “amigos” del presidente Sánchez que se sentían incómodos con algunos discursos feministas).
Los “hombres blancos cabreados” que identificó Kimmel en la base social de Trump, están también en España. Hombres blancos cabreados (y mujeres, sí) de derecha y extrema derecha, que confirman y reafirman su victimismo y su agravio escuchando la radio, viendo la tele, leyendo prensa, navegando en redes sociales, recibiendo bulos por WhatsApp o escuchando discursos políticos negacionistas en la mismísima tribuna del Congreso, en tantos ayuntamientos y parlamentos autonómicos, o en boca de la presidenta de una Comunidad (sí, la de siempre).
En el caso de los más jóvenes -un 52% se sienten “discriminados”-, consumiendo contenidos de fachatubers que hacen del feminismo su diana preferida -y su negocio-, y que hoy son más nocivos para los adolescentes que el demonizado porno. Que además el feminismo conquiste espacios de poder y algunas de sus causas se institucionalicen, tiene el riesgo de que sea percibido como establishment por los más jóvenes “rebeldes” en tiempos en que “ser facha es el nuevo punk”. Para algunos adolescentes celebrar en clase el 8M o el 25N es tan excitante como el día de la Constitución.
El avance del feminismo tiene respuesta en la revancha del machismo, claro, como ha pasado históricamente con toda lucha por los derechos, que encontró resistencia, a menudo resistencia violenta. En el caso español, la polarización y el antisanchismo de la derecha y la extrema derecha colocan el feminismo en el mismo lote de “lo progre”, junto con el cambio climático, Palestina, las mascarillas y tantos asuntos en que el posicionamiento viene marcado por el rechazo al gobierno. Tratándose además del autoproclamado “gobierno más feminista de la historia”.
¿Qué hacer frente a este contraataque antifeminista, que además va a más? No tengo ni idea. Leeré estos días a mis compañeras feministas.
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