DANA, porco governo
Ante una catástrofe como la de estos días, hay muchas respuestas posibles. Hay quien se remanga y coge una pala y se mete en el barro. Hay quien ofrece su tractor para ayudar en el desescombro. Hay quien abre su casa para los que han perdido todo, para que puedan darse una ducha, descansar, cargar el móvil. Hay quien prepara bocadillos para los voluntarios. Hay quien tiene un negocio y ofrece lo que le queda en el almacén, lo mismo alimentos que herramientas o mantas. Hay trabajadores esenciales que viven lejos pero se acercan y se ofrecen voluntarios, lo mismo bomberos que psicólogos. Hay quien monta un programa especial de radio y abre los micrófonos para que la gente pida ayuda o localice a sus desaparecidos. Hay quien organiza una recogida de comida y de productos básicos. Todos ellos están hoy en Valencia, multiplicados.
También hay quien aprovecha la confusión para enredar, manipular, sacar provecho político o causar más daño. Hay quien desde el primer minuto difunde bulos que provocan más miedo y rabia: los bulos de las presas, los de los inmigrantes, los del desabastecimiento; mentiras que colapsan teléfonos vitales, generan caos, distraen de lo urgente, o entorpecen el trabajo de los servicios de emergencia. Hay quien aprovecha el dolor y el desconcierto para colar su agenda, con insinuaciones y acusaciones falsas. Hay quien en un momento así no tiene nada mejor que hacer que recibir al presidente del gobierno con abucheos. Hay quien usa la desgracia para sacar ventaja política culpando al gobierno central, que todo suma para derribarlo: “DANA, porco governo”. De todo esto también vemos estos días, ninguna sorpresa. Los desastres sacan lo mejor de la mayoría y lo peor de algunos.
Y luego está quien en plena tragedia, con el número de muertos ascendiendo de diez en diez a cada hora, decide que lo mejor que puede hacer es presentarse allí, viajar hasta la zona justo cuando las autoridades piden que nadie viaje si no es imprescindible. Decide presentarse allí sin que se le requiera ni se le espere, sin que tenga nada que aportar, sin coger una pala (salvo que pueda hacerse una foto). Decide presentarse allí y ocupar un rato al presidente autonómico, al que no creo que le sobre tiempo para comparecencias de prensa innecesarias. Decide presentarse en el mismísimo centro de coordinación de emergencias, donde está todo el mundo trabajando a contrarreloj. Decide presentarse allí a estorbar, enredar, distraer.
Decide presentarse allí para quejarse de que a él nadie le ha informado de nada. No le basta oír la radio como hacemos los demás, él tiene que ser informado de primera mano ya en las primeras horas. Decide presentarse allí para culpar al gobierno central por el manejo de la información, sin esperar a que se investigue lo sucedido, cuando todavía hay decenas de desaparecidos. “DANA, porco governo”. Decide presentarse allí para atribuirse funciones que nadie le ha dado: coordinador de los presidentes autonómicos. Nada menos. Otra vez jugando a presidente encargado, presidente interino. “Yo gané las elecciones”, le faltó decir. El niño en el bautizo, la novia en la boda, el muerto en el entierro y el presidente autoproclamado en la catástrofe.
Aunque estos enreas hagan mucho ruido, por suerte son mayoría los del primer párrafo. Gracias a todos ellos.
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