Después de la subasta eléctrica… la propaganda
La subasta eléctrica celebrada el pasado 19 de Diciembre de 2013 para establecer el precio de la energía en la tarifa de la electricidad ha traído a primer plano la cuestión eléctrica. Una cuestión que permanecía oculta para la sociedad y que era negada como problema por los hagiógrafos del mercado a ultranza.
El 19 de Diciembre los españoles han empezado a descubrir que el problema de los altos precios de la electricidad no era debido a los costes de la primera generación de energías renovables si no a procedimientos poco fiables –inadecuados en cualquier caso- seguidos para determinar el precio que los consumidores deben pagar por la electricidad.
La subasta eléctrica determinó que el precio de la electricidad correspondiente al primer trimestre de 2014 debería incrementarse en un 30% al situar el producto base subastado en 61,83 €/MWh frente a los 47,54 vigentes. Se trataba, obviamente de una barbaridad. Una barbaridad que ha tensado demasiado la cuerda y la ha roto.
Sin embargo, la barbaridad lleva ya años produciéndose. Esta subasta, desde que fuera implantada en 2009 para fijar los precios de la energía en la tarifa eléctrica, ha estado inflando los precios sin conmiseración. En los 52 meses en los que ha estado vigente, nada menos que durante 42 meses, ha fijado precios por encima de los del mercado de la electricidad, incluso superiores en más de un 20% los meses de julio, agosto, octubre, noviembre y diciembre de 2009; enero, febrero, marzo y abril de 20010; abril de 2012; y febrero, marzo y abril de 20013. Muy recientemente, por ejemplo, en marzo y abril de 2013, los precios fijados en la subasta llegaron a duplicar los precios del mercado en un 109% y un 149%, respectivamente.
En promedio, durante los 52 meses de vigencia de la subasta eléctrica, los precios fijados han superado en un 17% a los del mercado de la electricidad que ya, por sí sólo, marca precios muy superiores a los costes medios de la generación que retribuye. Es claro, por consiguiente, que en esta ocasión, los resultados de la subasta han sido bastante normales o, si se quiere, tan anormales como siempre han sido. Ninguna sorpresa pues. Sólo ha sido su traducción en una subida de la electricidad sobre los precios vigentes que la propia subasta había establecido tres meses antes, lo que ha puesto en primer plano la barbaridad de lo que en realidad está pasando desde hace años.
¿Pero por qué ahora sí y antes no?
¿Pero por qué ahora sí y antes no?El Déficit Tarifario estaba escondiendo todo y…. todavía hoy lo sigue escondiendo. El Déficit o deuda eléctrica es también precio de la electricidad. Un precio oculto en el recibo de la luz pero precio en todo su alcance ¿O acaso alguien diría, por ejemplo, que un electrodoméstico no le ha costado nada porque la tienda se lo vende a plazos? ¿O que una casa sólo le ha costado el 10% de su precio porque el 90% restante lo ha pagado con una hipoteca? Pues bien, el Déficit Tarifario no es más que la parte del precio de la electricidad que pagamos a plazos, durante 15 años, anualidad constante, que sí está entre los costes que los consumidores pagamos por la electricidad… como el recibo que llega todos los meses de la tienda de electrodomésticos o del banco.
Pero a medida que el Déficit crece – este año que acabamos de dejar atrás crecerá cerca de 4.000 M€ situándose en torno a los 30.000 M€- la situación se hace insoportable y el incremento de precios difícilmente puede ser escondido ya detrás del Déficit. De hecho, el Gobierno proclama que la electricidad ha incrementado su precio en 2013 sólo en un 3, 6% cuando la realidad es que lo ha hecho en más del 14% si contabilizamos en el precio el incremento del Déficit… igual que contabilizamos en el precio de una casa o de un electrodoméstico la deuda que contraemos cuando los compramos.
La subasta eléctrica realizada el 19 de Diciembre de 2013 ha roto la cuerda. Ya estaba muy tensada. No ha soportado más tensión y el Gobierno la ha anulado. Estaba haciendo demasiado el ridículo, no podía seguir más tiempo en exposición. Las empresas eléctricas integradas en UNESA han hecho mal sus cálculos y han provocado la irrupción intempestiva del regulador -ya veremos cuales son, si los hay, los fundamentos legales de esa irrupción -. En sus manos estaba que los precios de la subasta no se hubieran disparado. Ellas mismas lo han reconocido sin pretenderlo por boca del Presidente de UNESA que literalmente ha reiterado en muy diversas ocasiones lo siguiente: “en la subasta … más de un 50% son grupos financieros: bancos españoles, extranjeros, comercializadoras, empresas extranjeras… se habla de un oligopolio y las cinco compañías de UNESA sólo ocupan un 10% del total de la subasta”… y justamente, ahí está el problema: las empresas UNESA primero ofertan para cubrir la totalidad de la demanda presente en la subasta pero enseguida empiezan a retirar sus ofertas, disminuyendo así la tensión competitiva para que la oferta de los intermediarios case a la demanda en precios altos. Finalmente, sólo acaban vendiendo el 8% o 10% de la electricidad demandada aunque serán ellas las que de manera directa o indirecta acaben vendiendo casi toda la energía porque aunque no la vendan en la subasta la venderán más tarde -si no la han vendido ya en los días previos- a los intermediarios: “”bancos españoles, extranjeros, comercializadoras, empresas extranjeras…“ para que puedan cumplir sus compromisos de entrega de la electricidad que no tienen y que han vendido a plazo.
Si las cinco empresas UNESA no se hubieran retirado, hubieran “ocupado un espacio muy superior al 10%” contribuyendo a que la subasta hubiera cerrado los precios de casación –esta y las anteriores- en niveles más bajos… realmente tan bajos como hubieran querido. Pero no. Les interesan precios altos aunque no sean ellos los que vendan. Ahí están sus intereses, legítimos por otra parte: los precios de la subasta se convierten en referencia para toda la electricidad que se consume en España mediante contratos establecidos en el mal llamado “mercado liberalizado” ¡hasta que extremos pueden llegar a prostituirse las palabras! en el que su cuota se acerca al 90% y que representa el 75% de toda la electricidad vendida.
Las empresas UNESA son capaces de exhibir un enorme poder de mercado que ejercen mediante estrategias empresariales de naturaleza financiera que conviven con las actuales normas que regulan la competencia. En la subasta no ha habido concertación ni maquinación para una alteración artificial de los precios. No ha habido delito ni siquiera irregularidades. Lo único que ha habido es…. “poderío”, como siempre.
Pero en esta ocasión la cuerda se ha roto. Calcularon mal.
En esta fiesta de las subastas, las energías renovables, que nada tienen que ver con éste asunto, han sido los convidados de piedra. Mientras observaban como la subasta acababa desarrollando, ante los ojos de todos, los argumentos con los que inútilmente han estado tratando de defenderse de la demonización… nadie les ha pedido excusas por haber sido señaladas durante estos últimos años como las culpables de este desaguisado eléctrico que drena las rentas de las familias y penaliza la competitividad de nuestras empresas.
Al contrario. Para retomar la iniciativa, las empresas eléctricas de UNESA -después de haber tensado demasiado la cuerda- han lanzado una campaña corporativa de nuevo cuño. Tratan de salirse del punto de mira en la que han sido puestas por este disparate eléctrico. Al parecer, según propagandean, en la electricidad que pagan los consumidores apenas el 40% son costes propios del sistema eléctrico. El resto son subvenciones medioambientales, territoriales, ayudas sociales, impuestos y otros… Ellas no son las culpables. Los culpables son otros.