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Feijóo desata a los perros racistas

Manifestantes de extrema derecha se enfrentan a la policía a principios de agosto durante los disturbios racistas en Reino Unido

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La derecha de nuestro país es racista, si no lo fuera no aceptaría esos comportamientos en sus organizaciones. Esa es una máxima que cualquiera que tenga el antirracismo como un valor fundamental entenderá sin demasiado esfuerzo porque es inaceptable estar unido a quien maneja discursos racistas y xenófobos, más aún en una época en la que los mensajes cada vez son más violentos contra colectivos vulnerables. El juego de roles con el que el PP pretender abarcar todos los espectros, desde el centro a la extrema derecha, puede ser un juego de trileros con el que sus propagandistas mediáticos se conformen, pero no funciona para quien considera que hay mensajes que son inaceptables en un estado de derecho. No se puede empatar teniendo en tus filas a un racista y un antirracista. 

Xavier García Albiol aprovechó el momento en el que la atención estaba sobre los bulos racistas por el crimen en Mocejón para publicar un mensaje en el que vertía la sospecha de criminalidad sobre un grupo de personas por su aspecto físico, por ser magrebíes: “Estoy en un ferry de Balearia desde Ibiza a Barcelona. Han embarcado a unos diez hombres marroquíes - todos con una bolsa de una entidad social- de entre 25 y 40 años, todos con teléfono, casi todos con gafas de sol, aspecto saludable, alguno incluso con un cuerpo de gym y haciéndose fotos con el signo de victoria. Cuando lleguen a Barcelona  se repartirán por las ciudades del entorno, entre ellas supongo que Badalona. Lo que ocurra después, con casi toda seguridad, la mayoría ya lo sabemos. Esto acabará como Francia antes que después. Al tiempo”.

El mensaje reúne los grandes éxitos de la extrema derecha, unas claves que hace unos años solo se atrevían a lanzar los grupúsculos neonazis, pero que ahora han quedado fijadas en los postulados de la derecha más tradicional. A Albiol no le molestaría que un grupo de chavales tuviera móvil, gafas de sol y estuvieran musculados si no fuera porque eran magrebíes. Eso es lo único que motivó al alcalde de Badalona a lanzar el mensaje. La raza de los pasajeros, a los que acusó, por su raza, de que llegarían a Badalona y a otras localidades a crear problemas de seguridad, algo que por si en el mensaje no había quedado claro se encargó en recalcar en una entrevista en Al Rojo Vivo.

En el mensaje, el alcalde de Badalona hablaba de los migrantes como jóvenes con cuerpos de gym, un discurso que tuvo su mayor vigencia durante la crisis de refugiados en Siria y que tiene como intención transmitir que los migrantes que llegan son como soldados que invaden occidente. Una versión de este mensaje de García Albiol es que vienen en edad militar. Los grupos ultras más radicales, promovidos por los militantes de Vox en redes, lo han adaptado con la creación de un país ficticio llamado Jovenlandia desde donde vienen todos estos migrantes. La campaña de Ignacio Garriga en las pasadas elecciones catalanas se basaba en un lema que prometía mandar a los inmigrantes de vuelta a Jovenlandia

Otro de los elementos más habituales de los discursos xenófobos contra los migrantes es el hecho de que los migrantes vienen con teléfono móvil porque quieren vincular esa propiedad con el hecho de que no están tan necesitados porque tienen recursos para tener un teléfono. Es algo que ya vimos con la llegada del Aquarius y que se convierte en una máxima repetida en todos los discursos ultras xenófobos que pretenden ignorar cómo un smartphone se convierte en una herramienta de primera necesidad cuando se quiere emprender un viaje odiseico como es el que hacen los migrantes subsaharianos para llegar a España.

Cuca Gamarra al ser preguntada por el mensaje de Xavier García Albiol dejó claro el juego de roles que Feijóo otorga a Xavier García Albiol: “Se viven situaciones que todos vemos, pensamos y algunos escriben”. No dejó lugar a dudas Cuca Gamarra, todos en el PP dicen ver esa situación, todos piensan lo que García Albiol escribe, pero le tienen a él como encargado para que asuma el discurso racista que el resto no se atreve a pronunciar, o no quiere pronunciar, para que así puedan decir que no es una línea general del partido porque solo la expresa el alcalde de Badalona. Lo que importa es que sea una voz del PP el que la defienda, porque una vez expresada esa línea queda fijada aunque luego Borja Sémper no sea capaz de defenderla sin que se le caiga la cara de vergüenza. Feijóo ha desatado a los perros racistas con el convencimiento de que esa actitud impedirá que Vox y el integrista Alvise le coman terreno, pero lo único que conseguirá es alimentar el monstruo que haga posible los disturbios racistas que ya hemos visto en Reino Unido. 

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