Qué harías tú en un ataque preventivo de la (ex) URSS

Si ya tienes una edad, o sueles ver los Cachitos de cada Nochevieja en La 2, estarás canturreando la canción de Polansky y el Ardor desde que has leído el título del artículo. Venga, no dejes de tararearla mientras lees el siguiente párrafo:

Así es el kit de emergencia nuclear: lo que debes incluir y cuánto cuesta. ¿Miedo a una guerra nuclear? Estos son los refugios y búnkeres antiatómicos que hay en España. Así es ‘Mano Muerta’, el sistema automático de Rusia para provocar el apocalipsis si Putin muere. El ‘manual de Ikea’ que Suecia reparte para sobrevivir a un ataque nuclear ruso. Así afectaría una guerra nuclear a España: en minutos ocurriría esto. Así quedaría el mundo tras una guerra nuclear total. Las consecuencias de un conflicto atómico según la ciencia. Diez películas sobre la guerra nuclear para estar alerta.

Qué harías tú, en un ataque preventivo de la (ex) URSS, qué harías tuuuú…

¿Sigues canturreando? Bien por ti, tampoco tú te has tomado muy en serio el párrafo. Son todos titulares de la prensa española de estos últimos días, referidos a la última hora de la guerra Rusia-Ucrania. Imposible tomárselos en serio, si los propios medios frivolizan haciendo clickbait con el miedo nuclear. Pero es que además esos mismos titulares los hemos leído incontables veces en los últimos tres años: cada vez que la coalición que sostiene a Ucrania cruzaba otra “línea roja” (enviando misiles, tanques, aviones o, como ahora, permitiendo el uso del armamento en territorio ruso), Moscú advertía de fatales consecuencias, hacía algún gesto amenazante, y sonaban de nuevo las alarmas en los medios europeos: la guerra nuclear más cerca, infografías con las capitales que serían alcanzadas, calcula cuántos minutos tarda un misil en llegar hasta tu ciudad, así actúa el yodo en caso de radiactividad…

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Llevamos tres años de pánico nuclear que no parece asustar a nadie. Bueno, corrijo: no nos asusta a los europeos más alejados de la frontera rusa, nos pilla muy a desmano. Pero hace meses estuve de viaje en Estonia, y allí se lo toman muy en serio: un país pequeño, fronterizo, ocupado en el pasado reciente, y totalmente llano, sin accidentes naturales, un paseo para un ejército. Y lo mismo los países nórdicos que estos días reparten manuales de supervivencia, y los del este europeo. La frivolidad nuclear es proporcional a los kilómetros entre tu capital y Moscú. Cuanto más lejos, más memes.

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Yo soy el primero que reconozco que no me quita el sueño la posibilidad de una guerra mundial o un conflicto nuclear. Ni siquiera la exhibición de un nuevo misil hipersónico de Rusia. Lo veo, y canturreo más fuerte. Y sin embargo, debería preocuparnos. No la guerra nuclear, más improbable, pero sí la deriva destructiva y acumulativa de una guerra que ha cumplido mil días y nadie sabe cómo acabar. O sí, saben cómo acabarla, pero no quieren porque nadie puede perder una guerra en la que unos y otros han apostado tan fuerte y se juegan tanto.

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En una época en la que lo inverosímil se acaba quedando corto, un tiempo de cisnes negros y sucesos inimaginables, de pandemias, fenómenos extremos y giros de guión que ya quisiera Netflix, debería preocuparnos la irresponsabilidad de quienes juegan a la guerra mundial y además juegan con fuego real. Dejen de enviar más y más armas, asuman que solo cabe una negociación en la que todos cedan algo, y acaben de una vez con la guerra, antes que ésta acabe con nosotros.

Qué harías tuuuuuú…