Un paso adelante: la unidad popular
La Comunidad de Madrid, como la valenciana, lleva años de estancamiento político. No sólo se han destapado casos de corrupción sino que desvela toda una forma de hacer negocios bajo el amparo del gobierno del Partido Popular, basados en el caciquismo y el amiguismo. Nada que ver con la optimización de recursos, la preocupación por el bienestar público o la apuesta por la innovación y el desarrollo.
Esperanza Aguirre abandonó la presidencia de la Comunidad pero no del partido, hay a quien le cuesta mucho perder el control. La misma mujer que no ha tenido nada que ver ni con la trama Púnica (aunque su número dos esté en prisión incondicional sin fianza por este caso), ni con la Gürtel, ni con el Tamayazo, ni con las tarjetas Black. Mucha corrupción bajo las alas de una mujer que asegura no haberse enterado de nada aunque no pierda el control de la maquinaria desde donde surge todo.
Ya llevamos tiempo diciendo que estamos en un momento de superación de siglas, de identidades, en pro de un espacio político, no sólo que ilusione, sino que consiga revertir toda la política antipersonas que ha venido desarrollando el PP en los últimos 20 años. La urgencia nos viene de un momento clave: las políticas de austeridad esconden un cambio de régimen donde quien pierde es la propia democracia.
Las leyes que ha venido desarrollando el gobierno y que se han implantado con mayor ferocidad en las Comunidades Autónomas donde el PP se siente con más impunidad suponen un recorte de derechos y libertades para las personas y un aumento de derechos y libertades para las corporaciones y las empresas. Empresas que están regentadas por amigos, aliados o directamente por quienes presuntamente han financiado al PP a través de sobres y cajas B.
Pongamos algunos ejemplos: recientemente el Ayuntamiento de Madrid cambió la ley municipal que prohibía la construcción de edificios que superase cierta altura en el eje de Madrid Río. De esta forma dan posibilidad al pelotazo que la empresa Gil, que no el Atlético de Madrid, espera de los terrenos que quedarán tras el desplazamiento del equipo a la Peineta, estadio construido con dinero público. También permitirá la construcción de un hotel y centro comercial en los terrenos aledaños a El Matadero de Madrid. En ninguno de ambos casos el plan urbanístico se pone al servicio del pequeño comercio de la zona.
Otro ejemplo, el cambio de ordenanza municipal que permite ejecutar obras en edificios protegidos por su riqueza histórica. De esa manera se va a permitir construir un hotel en el Edificio Canalejas sin que ninguna regulación asegure que su riqueza arquitectónica interior se conserve. De nuevo perdemos los y las madrileñas.
Y podriamos poner más ejemplos: la cesión de terrenos públicos en Carabanchel para el enriquecimiento privado; la venta de vivienda pública a fondos buitre; la desprotección de gran parte de la Sierra de Guadarrama como Parque Natural lo que permite construir chalets en zonas donde debería fomentarse la protección de la fauna autóctona; el blindaje a los conciertos educativos que blinda su financiación en detrimento de la enseñanza pública… y eso sin hablar del descalabro que está siendo la sanidad madrileña que le ha costado al PP ya cuatro consejeros de sanidad por prevaricación y cohecho.
Ante esta situación la urgencia de cambio parece clara. La urgencia nos apremia a las personas decentes que pensamos que otro Madrid es posible. Dar un paso adelante, superar siglas e identidades para facilitar un espacio político de unidad popular también para la Comunidad de Madrid es clave para que el proceso de cambio sea completo.
La apuesta por una política que elaborada por y para la gente, una política que pare desahucios, que reduzca los niveles de pobreza y permita a las familias dar de comer correctamente a sus hijos e hijas, que invierta en dependencia y sanidad, que elimine la exclusión sanitaria que en la actualidad deja sin servicio a miles de personas, que apueste por la innovación y el desarrollo en nuestras universidades, parando el ritmo de migrados jóvenes, que invierta en becas, que apueste por otra forma de movilidad menos contaminante y más eficiente, que invierta en el servicio de bomberos y no aumente el presupuesto en antidisturbios… una política que devuelva las instituciones a la ciudadanía.
El cambio político solo será posible si lo lideran las gentes de Madrid en un proceso unitario. Otras políticas son posibles. Y son posibles cuando las personas decentes de esta Comunidad nos unimos para dar, juntas, un paso adelante para llegar hasta el final. El sábado 21 de febrero, las madrileñas y madrileños que queremos lograr un cambio político desde la unidad popular, tenemos una cita: una Convocatoria por Madrid, para arrancar un proceso ciudadano que permita devolver Madrid a sus gentes.