Del “honoris causa” de Conde a la boda de la hija de Aznar, el capitalismo patrio
Azul Industrial es el segundo producto más importante -después de los de belleza con aloe vera- que anuncia la empresa de Mario Conde “Hogar y Cosmética Española S.A.”, una de las sociedades con las que el exbanquero ha estado blanqueando capitales. Azul “es muy eficaz contra grasa, vino, tinta, sangre, brea, café, cosméticos,... Es ideal para limpiar coches, máquinas, barcos, aluminio, equipos deportivos, motores, cocinas...”. Solo le falta añadir que también limpia bancos, pero era ponerlo demasiado fácil. Nunca la descripción de un producto estuvo tan ajustada al perfil del personaje que hoy ocupa todas las portadas nacionales y alguna internacional. Hablar de barcos, coches, equipos deportivos y quitar manchas de vino, tinta, café, brea, cosméticos (incluida la gomina) deberían haber sido pistas suficientes para sospechar que detrás de Azul estaba Conde.
Hasta la TIA de Mortadelo y Filemón hubiera seguido a Azul Industrial hasta llegar al al nombre del brillante abogado que en 1983 ultimó la venta de Laboratorios Abelló, la empresa de su jefe y amigo, Juan Abelló a Merck Sharp and Dohme (MSD) por 2.700 millones de las antiguas pesetas (16 millones de euros). Laboratorios Abelló era la empresa del Frenadol, agua oxigenada, perborato sódico, Citrovit, Prevalón, pistas suficientes para que Mortadelo vinculara aquellos laboratorios con Azul. ¿O no?
Entre la ironía y el cabreo, mejor tirar de ironía para asumir que casi un cuarto de siglo después de la intervención de Banesto, el exbanquero haya sido atrapado -con parte de su familia- trayendo desde Suiza el dinero que saqueó del banco español. Una muestra más de las dificultades de la justicia y de los servicios policiales para atrapar a los grandes estafadores que se apoyan en los agujeros –bien conocidos- del sistema.
Todo en el caso de Mario Conde da para establecer comparaciones, hacer metáforas y sobre todo, abrir en canal la parte económica de los sistemas democráticos y diseccionarlos en vivo, examinar que órganos vitales están corruptos del todo. Pero eso ya se hizo en profundidad tras su caída. Fue el banquero de la esperanza, porque las familias de la oligarquía heredera del franquismo no le querían e hicieron todo lo posible por echarle del sistema. La estrella que entró en la entidad de más rancio abolengo y apellidos de la banca española, Banesto. El líder de los entonces todopoderosos Siete Grandes Bancos del país; el banco de los Garnica, los Argüelles, los Aguirre Gonzalo...algunos de cuyos apellidos fueron vinculados con la financiación del golpe del 23F.
Al inicio de los años 90, los universitarios españoles querían ser Mario Conde, banquero moreno, atractivo engominado, simpático, con don de gentes. Amigo de don Juan, el abuelo de Felipe VI; de Adolfo Suárez, de Juan Carlos I. El hombre capaz de engatusar ni más ni menos que a JP Morgan -el banco que seguramente mejor representa la historia del capitalismo moderno tras los Rothschild de la primera parte del siglo XX- en el capital de Banesto. Frente a la zalamería opusiana de Ruiz Mateos o el aire trilero de Javier de la Rosa, Mario Conde lo tenía todo para vencer al sistema desde el mismísimo corazón de ese sistema, el Banco Español de Crédito (a veces conviene desglosar las siglas para entender el peso de la entidad de la que se habla).
Si epató y engañó a JP Morgan, ¿cómo no iba a hacer lo propio con la élite patria? Hasta la entonces todopoderosa beautiful people terminó entregada al banquero moderno, americanizado, triunfador. Solo hay un acto que pueda competir en imagen y significado con la boda de la hija de Aznar, la proclamación de Mario Conde como doctor honoris causa de la Universidad Complutense bajo la feliz mirada de Juan Carlos I. Las fotos de los asistentes al acto universitario muestran la claudicación de lo más granado del sistema ante Conde, un estafador. Las fotos de los asistentes a la boda de la hija del presidente Aznar son el espejo de la cantidad de personajes de primera, segunda, tercera y cuarta -desde Miguel Blesa hasta el Bigotes- que como termitas han seguido pudriendo la situación. No aprendemos nada o bien, cuando la justicia aprende los ladrones le vuelven a llevar ocho cabezas en técnicas para cometer nuevas tropelías.
Hoy Mario Conde el banquero de la etapa del “becerro de oro” -que pasó años en prisión- vuelve a estar detenido por lavar más limpio, aunque sea 23 años después. Miguel Blesa, el hombre que nos ha costado 23.000 millones de euros a los españoles, además de haber arruinado a miles de familias de humildes preferentistas, sigue en la calle.
Que cada uno concluya lo que quiera, sumando que Conde fue luego político, aspirante a presidir España y financiador de grotescos medios de comunicación.