Votar para frenar a la ultraderecha, otra vez
El domingo toca votar otra vez para frenar a la ultraderecha. ¡A las urnas, ciudadanos!, dicho con épica de Marsellesa. Toca votar otra vez, sí, porque yo ya he perdido la cuenta de las veces que hemos votado para frenar a la ultraderecha. Lo hicimos en las últimas generales, donde lo logramos por los pelos. Lo habíamos hecho poco antes en las municipales y autonómicas, con menos éxito. Un año antes las andaluzas también fueron una llamada a impedir que la ultraderecha gobernase, y los votantes le dieron la mayoría absoluta al PP. También en las autonómicas madrileñas que adelantó Ayuso en 2021 se nos planteó como un freno, no a la ultraderecha sino directamente al fascismo, y ya sabemos cómo acabó. Pero es que hace cinco años, en las generales de 2019, ya se nos pidió que votásemos para frenar a la entonces emergente ultraderecha.
En fin, cinco años votando muy fuerte para frenar a la ultraderecha, y los resultados están a la vista: Vox es hoy la tercera fuerza política, cogobierna con el PP en comunidades y ayuntamientos, sus propuestas marcan agenda política y mediática, el Partido Popular se ha ultraderechizado cada vez más, el domingo es probable que entre en escena un nuevo agente en ese mismo rincón del tablero, y en Europa las derechas extremas suben en todas partes (incluida la Alemania que se creía vacunada contra el nazismo), participan en gobiernos, pueden acabar cogobernando la mismísima Unión Europea, y su agenda ultra ya ha calado en las instituciones europeas en materia de migraciones o lucha climática. Si seguimos votando para frenar a la ultraderecha, no quiero ni pensar dónde estaremos dentro de otros cinco años.
Por supuesto que hay que frenar a la ultraderecha, también en las urnas, y el domingo no nos podemos quedar en casa ni tontear con el voto en unas elecciones que nunca nos tomamos en serio. Pero una vez pasen las europeas, aprovechando que viene un período largo sin elecciones (ya, yo tampoco me lo creo), igual deberíamos darle una pensadita al tema. Si a la ultraderecha se le frena en las urnas. Si estamos haciendo algo más que votar (con desigual éxito) para impedir su avance. Si no deberíamos hacer mucho más que votar.
Porque además el problema lo tenemos en los parlamentos y gobiernos, pero no solo. La ultraderecha está ocupando con rapidez otros espacios a los que no llegan nuestros votos. Ha normalizado totalmente su discurso en los grandes medios. Gana la partida en las redes sociales, donde sus bulos corren con toda alegría. Adoctrina a nuestros hijos desde una irresistible fachosfera de redes y youtubers. Está cada vez más infiltrada en los cuerpos policiales, y ahora vemos que también en la justicia. Y último, pero no menos importante: se está haciendo con la calle. En manifestaciones organizadas o “espontáneas”, sintiéndose cada vez más impunes, bravucones, amenazantes y violentos.
En ninguno de esos espacios hay elecciones para frenarlos con nuestros votos. A cambio, sí hay medidas que tomar desde los gobiernos, empezando por el gobierno central de PSOE y Sumar. No solo para actuar en todos esos espacios: también políticas frente al malestar y la incertidumbre que sufrimos los ciudadanos, y que son terreno abonado para la demagogia ultraderechista. Ya lo he dicho otras veces, me repito: para frenar a la ultraderecha, pocas cosas más eficaces que una política de vivienda. Más derechos sociales, más medidas a favor de la mayoría social.
Mientras la ultraderecha y esa derecha cada vez más indistinguible van a por todas, lanzados a la ofensiva, los partidos de izquierda y la sociedad civil seguimos a la defensiva, intentando no perder más terreno, con poco éxito. No sé si tenemos fuerzas para un contraataque, o mejor reforzar las defensas, pero algo debemos hacer. Algo más que votar.
Y en cualquier caso, votemos el domingo, para que podamos seguir hablando de esto el lunes.
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