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Devolver al remitente
Dicen que el Gobierno de España, siguiendo la tónica de los países nórdicos, prepara una guía dirigida a toda la ciudadanía sobre cómo comportarse en caso de guerra.
Comprendo mejor que lo haga Finlandia dado que comparte una amplísima frontera con la Federación Rusa y Putin, la verdad, no inspira mucha confianza.
¿Pero nosotros?
Estamos a miles de kilómetros de distancia. Si fuéramos un objetivo militar ruso lo seríamos por las bases norteamericanas. Y si el conflicto fuera nuclear, ¿de qué nos valdría la dichosa guía?
Cuando joven recuerdo dos películas que me impactaron especialmente. Eran de animación.
La primera fue “Cuando el viento sopla” dirigida por Jimmy T. Murakami, “When the Wind Blows”, originalmente en inglés, y que fue estrenada en Londres en 1987, con música de Roger Waters, el Pink Floyd que cantaba la canción final con David Bowie.
Era y es una historia enternecedora de dos ancianos, un abuelo y una abuela que, siguiendo el manual, se ponen a construir un pequeño refugio debajo de la escalera de su casa.
La otra también es una película de animación, en este caso para mayores de doce años, titulada “La tumba de las luciérnagas” que estaba dirigida por Isao Takahata, de 1988, y que abre con una frase del protagonista que no se olvida, “21 de septiembre de 1945, esa fue la noche en que morí”.
La dos son obras maestras, las dos conmocionan, las dos nos hacen llorar de emoción. Si no las conocéis ya estáis tardando en buscarlas en alguna de las plataformas de referencia.
Ambas son brutalmente antibelicistas y extraordinariamente humanas. Responden a un momento muy peligroso de la conocida como “Guerra Fría”. Hoy hay investigadores para la paz como Mariano Aguirre que hablan de Guerra Fría 2.0, momento especialmente delicado, de riesgo máximo. Quizás a eso respondan las guías o manuales que estudian los gobiernos remitir a su ciudadanía.
¿Para qué?
Si un día la encuentro en mi buzón, la devolveré a la remitente, se llame o no Margarita Robles. Será un acto de rebeldía.
Pero si muchas personas como yo hacen lo mismo estaríamos ante una acción política colectiva.
Y si todos y todas las devolviéramos a su remitente sería una auténtica REVOLUCIÓN.
Quizás dirán que es una acción “buenista”. Puede ser.
Pero ¿cuál es la mejor respuesta a la maldad de semejante futuro?
Decía un buen amigo ya fallecido, Vicent Martínez Guzmán, “Nosotros los pacifistas somos los realistas”.
Es hora de rebelarnos contra el terrible dicho, atribuido a Flavio, de “Si vis pacem para bellum” , “si quieres la paz, prepara la guerra”, para convertirlo en lo que el profesor Mayor Zaragoza tantas veces nos dice: “Si vis pacem, para pacem”, “si quieres la paz, prepara la paz, constrúyela, hazla contigo mismo, con los demás” en toda circunstancia y lugar.
Ese es el verdadero Manual, la mejor guía...
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