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PREPUBLICACIÓN | 'El pacto de Pedro con Podemos que Felipe González no quería', de Jesús Cintora

Jesús Cintora

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El libro La Conjura (Espasa) es una reconstrucción, un relato de un momento histórico: las negociaciones y obstáculos hasta llegar al primer gobierno de coalición desde la llegada de la democracia. El pacto del PSOE con Unidas Podemos necesitó también del apoyo de otros partidos y se encontró con poderosas resistencias. A partir de un conjunto de entrevistas para completar la investigación, protagonistas, “fontaneros” y contrarios a este acuerdo aportaron datos para escribir una historia vibrante, a modo de serie televisiva. La obra refleja los entresijos de unos pactos inéditos, que no querían importantes sectores económicos, mediáticos, de las viejas guardias políticas y hasta jerarcas de la Iglesia. Aquí va un resumen de algunos capítulos iniciales, que sirve como adelanto.

Para Felipe González, Sánchez es “Pedro, el cruel”. Así se lo soltó a la cara la primera vez que se conocieron. Al ex presidente socialista no le gustaba la posición que, por entonces, un joven Pedro mantenía en las tertulias televisivas al referirse a las puertas giratorias.

-¿Cuánto tiempo tiene que estar un político para poder trabajar en una empresa x? –le preguntó González al entonces joven Sánchez.

Felipe podía ganar 127.000 euros al año como consejero de la energética Gas Natural y, además, decir que “no hay incompatibilidades, pero es muy aburrido”. Eso sí, “Pedro, el cruel” dejó de estar en las oraciones de González cuando años después el ya líder del PSOE no se abstuvo para que Rajoy siguiera gobernando, como quería Felipe. Según González, Sánchez debía hacerlo, aunque Mariano no se lo mereciera. En resumidas cuentas, Felipe González fue un destacado ariete a favor de aquella abstención del PSOE, que permitió la permanencia en el poder de un PP acosado por continuos escándalos de corrupción. Ahora, en 2019, a Felipe no va a gustarle nada lo que va a ocurrir entre el Partido Socialista y Unidos Podemos.

Noche electoral. 10 de noviembre. Pedro Sánchez llega a la sede socialista de Ferraz. Aún no han dado las diez de la noche. A esta hora, ya se han acercado simpatizantes del PSOE a celebrar la victoria. Sánchez entra en el edificio sentado en la parte de atrás del coche, por el garaje, se baja del vehículo y sube a la cuarta planta. En Ferraz compartirá hoy la noche electoral con su mujer, Begoña, y Carmen Calvo, José Luis Ábalos, Adriana Lastra, Santos Cerdán, Maritcha Ruiz, Iván Redondo, Félix Bolaños… Al otro lado de Madrid, en el “Espacio Harley” de Ventas, cuartel general de Unidas Podemos temporalmente, la voz de Pablo Echenique se hace un hueco entre el ir y venir de datos. Echenique bromea con el eslogan de campaña del PSOE.

-Ahora, gobierno –proclama desde su silla mecánica, arrancando unas cuantas carcajadas.

-Voy a ponerle un mensaje a Sánchez –dice Pablo Iglesias a los suyos apuntalando la idea de la coalición que ha soltado Echenique.

Iglesias agarra el móvil, que es casi una prolongación de su cuerpo de la que rara vez se separa, y escribe un SMS al candidato del PSOE. Es un primer intento de romper el hielo, tras una campaña de reproches. El líder de Podemos felicita al presidente en funciones por su victoria electoral y le escribe que deben sentarse para formar gobierno. Lo que antes era una oportunidad, ahora es una necesidad histórica. Es nuestro momento. Pablo Iglesias aprieta el botón de enviar. En Ferraz, al menos por ahora, la única reacción visible es que los operarios han instalado un andamio para celebrar el triunfo de Pedro en la calle, junto al garaje. Es el mismo aparcamiento del que Sánchez salió derrotado en 2016, tras el descabezamiento por parte de sus compañeros de partido, antes de que el PSOE se abstuviera y facilitara la reelección de Rajoy.

El líder del PSOE está serio, concentrado, no responde al mensaje de Iglesias, le hace sufrir, pero Sánchez lleva días dándole vueltas a la misma idea. Calculando cómo gobernar. Pedro ya sabía en estas últimas jornadas que el resultado no iba a ser el que pronosticó con su equipo para repetir las elecciones, pero sabe que ahora debe reaccionar rápido y asumir que gobernará por la izquierda y con los independentistas. La ecuación se antoja muy difícil.

En el Partido Popular, Teodoro García Egea ya ha empezado fuerte la noche pidiendo la dimisión de Sánchez, que ha ganado las elecciones, pero varios periodistas están siendo informados, además, de que Casado no permitirá la investidura del actual líder del PSOE. Hay satisfacción por la subida de votos en el PP, pero también preocupación por el ascenso de Vox. Por nada del mundo en Génova quieren permitir que Abascal pueda acusarles de haber facilitado que Pedro Sánchez siga en la Moncloa, después de que la derecha le haya considerado un “traidor”, un “felón”, “sometido a los golpistas, a los proetarras y a los comunistas”.

El líder del PSOE le da vueltas a la cabeza en su despacho de la sede socialista. Cuarta planta de la calle Ferraz de Madrid. La mesa de Sánchez está en un frente, hay tres sofás a un lado y dos sillas al otro. Entre las fotos que decoran la sala, hay imágenes de Pedro con Barack Obama y con su familia. Su mujer, Begoña, es determinante en la trayectoria del ahora presidente en funciones. Se quedan a solas con Iván Redondo y Félix Bolaños. Toca preparar el discurso que Sánchez debe pronunciar con los resultados electorales. Con el 97,26% de los votos escrutados, el PSOE logra 120 escaños; el PP, 88; Vox, 52; Unidas Podemos, 35; ERC, 13; C’s, 10; JxCat, 8; el PNV, 7; EH Bildu, 5; Más País – Compromís, 3; CUP, 2; Navarra Suma, 2; CC-NC, 2; BNG, 1; PRC, 1; Teruel Existe, 1…

-Bueno, está claro que tenemos que ir a la coalición con Podemos –afirma Pedro Sánchez haciendo sonar la orden tan temida por tantos en España-. Los resultados son los que son y habrá que verse con Iglesias cuanto antes. Seamos muy discretos ahora, pero no vamos a meternos en una negociación larga, ni que parezca, por nada del mundo, que puede haber terceras elecciones.

En el Espacio Harley de Ventas, hoy cuartel general de Unidas Podemos, Pablo Iglesias ya ha terminado su discurso ante la militancia, los simpatizantes y los medios. Ha quedado claro que pide empezar a negociar el Gobierno de coalición desde mañana mismo. No es una noche de celebración en plazas, como acostumbraban los de Iglesias. Esta vez no se vive como algo heroico, pero van a hacer historia aunque los morados no lo sepan. Si llegan a gobernar junto al PSOE, es una alianza nunca vivida en España. A esta hora de la noche, el ambiente sigue siendo más bien serio, aunque algunas bromas de Echenique y la presencia de Aitana, el bebé de Irene Montero e Iglesias, dulcifican la estampa.

-¡A por ellos, oé!, ¡a por ellos, oé! -Los simpatizantes de Vox claman enfervorizados en la calle Bambú de Madrid.

Santiago Abascal celebra sus 52 diputados, que más que duplican los 24 escaños conseguidos en abril. Flanqueado por Rocío Monasterio, Ortega Smith e Iván Espinosa de los Monteros, Abascal saluda a los suyos al grito de “¡Viva España!”, respondido por un “¡Viva la Guardia Civil y viva la Policía Nacional!”. El líder de Vox les dice que hace 11 meses no tenían representación parlamentaria y hoy son la tercera fuerza, que irá contra “todas las leyes liberticidas”. Santiago Abascal, que ha vetado a varios periodistas, afirma que están siendo “insultados” desde los medios.

A las 23:48 de la noche, en la calle Ferraz, Pedro Sánchez sale a escena. El ganador de las elecciones ha comentado con Iván Redondo que debe dejar claro que el PSOE ha vuelto a ganar, que va a tender la mano al gobierno progresista sin renunciar a la transversalidad y que no habrá otras elecciones. Hay asistentes que gritan cada vez más fuerte “con Iglesias sí, con Casado no”. Sánchez interrumpe el discurso. Los periodistas toman nota y comentan con sorna la “repetición electoral automática” de la que ha hablado el presidente en funciones.

-Bueno, dejadme terminar… Esta vez sí o sí vamos a conseguir un gobierno progresista, vamos a desbloquear…

Siguen insistentemente los gritos que le interrumpen y le piden que no pacte con el PP y sí con Podemos. Pedro empieza a mostrarse incómodo.

-¿Me dejáis terminar? Os veo muy participativos…

Sánchez sube en el ascensor con Ábalos y Santos Cerdán y les hace ver que está molesto por cómo se ha desarrollado el discurso. Aunque, para molestias, las de Albert Rivera, que ha reconocido públicamente a esta hora que asumirá en primera persona el mal resultado de Ciudadanos “sin paliativos”. Por su parte, Pablo Iglesias, ve que Pedro no ha respondido a su mensaje de teléfono y piensa ya en enviarle otro. Antes, el líder del PSOE va a reunirse de nuevo con su equipo.

Sánchez entra en su despacho, se sienta en uno de los sofás y espera a que vayan entrando Ábalos, Lastra, Calvo y Cerdán. Cuando ya están todos dentro, el secretario general de los socialistas les da la buena nueva.

-Tenemos que formar el Gobierno de coalición con Podemos y vamos a ponernos con ello rápido. No vamos a alargar las negociaciones, ni los contactos, ni nada, porque el resultado electoral está claro.

Todos los presentes están de acuerdo, menos la vicepresidenta en funciones, Carmen Calvo, que es partidaria de medir los tiempos y no actuar con prisas. Aunque Pedro ya lo tiene claro. Les pide también ser discretos, pero después de escuchar la opinión de sus compañeros de partido, se mantiene en la idea de poner en marcha una operación relámpago para intentar pactar personalmente con Pablo Iglesias. Esta vez, sí. No les cuenta los plazos, ni las gestiones inmediatas, pero toca moverse con rapidez.

Al día siguiente, Pedro se dirige a Ferraz para asistir a la Ejecutiva. A las 10:35 ha comenzado la de Ciudadanos. Ya circula el dato de que Albert Rivera va a dimitir. Mientras estos acontecimientos se producen, Sánchez descuelga el teléfono y llama a Iván Redondo antes de entrar en la Comisión Ejecutiva del PSOE. Faltan ocho minutos para que den las once. Tal y como ha hablado con su jefe de Gabinete, Pedro quiere reunirse con Pablo Iglesias hoy mismo. Falta el momento de la orden.

-Iván, activa. Llama a Podemos –dice Pedro al otro lado del teléfono.

Todo se precipita con la máxima discreción. Ese encuentro entre Iglesias y Sánchez debe ser esta misma tarde. España sigue debatiendo sobre el culpable de la repetición electoral y lo que puede pasar ahora con el culebrón, pero en La Moncloa ya están con el plan activado para resolverlo. El único inconveniente es que Iván está llamando al jefe de Gabinete de Pablo Iglesias para citarles en el palacio presidencial, pero no le coge el teléfono. ¡No puede ser! Se resiste la llamada que puede desencadenar un momento histórico en la actual democracia. ¿Habrá coalición?, ¿le ofrecerá Sánchez a Iglesias ser ministro a cambio de apoyar la investidura o le pedirá que sean otros los ministros de Unidas Podemos?, ¿aceptará Iglesias o emprenderán otra ardua negociación?, ¿se pondrán de acuerdo? Sigue la incertidumbre.

El jefe de Gabinete de Pablo Iglesias, Pablo Gentili, le devuelve la llamada a Redondo, jefe de Gabinete de Pedro Sánchez. Es la llamada. El punto de origen. La constatación de que Sánchez se pone en marcha urgentemente con el Gobierno de coalición con Unidas Podemos.

-¿Sí? –responde Iván.

-¿Qué tal, Iván? Soy Pablo. He visto tu comunicación, amigo, ¿cómo estás? -dice el colaborador de Iglesias al otro lado del teléfono.

-Pablo, disculpa, sí, te acabo de llamar. Bien, ¿cómo estás tú? -responde Redondo.

El tono de Pablo Gentili es bastante más bajo que el de Iván. Gentili suena lejos y casi como un susurro.

-Estoy en Buenos Aires, Iván. Acá son las 6:53. Me he venido a América unos días y acá hemos celebrado el grupo de Puebla. Además, anoche con todo lo de Bolivia me acosté muy tarde. Es demasiado pronto acá, pero acabo de ver la llamada -continúa el jefe de Gabinete de Iglesias. Pablo Gentili se refiere al foro de mandantarios y ex mandatarios progresistas de Hispanoamérica, reunidos esta vez en Argentina, donde ha acompañado a líderes como la brasileña Dilma Roussef. 

-¡Vaya, lo siento, no sabía! ¿Te he despertado? Perdona, pero es que es urgente, Pablo. Te he llamado porque esta vez va a salir –continúa Iván Redondo-. El presidente quiere ver a Iglesias esta tarde en La Moncloa. Tenemos que hacerlo con mucho cuidado, pero ahora va a ser el gobierno, ya lo verás. ¿Puede ser que Pablo vaya a ver al presidente a las cuatro? –le traslada Iván.

-Bueno, enhorabuena, porque habéis tenido muy buenos resultados, pero sí, claro, le digo a Pablo. A ver si es verdad, porque sabes que ya estamos tardando para la coalición de izquierda en España –responde Gentili.

Pablo Gentili cuelga el teléfono. Apenas ha dormido, tiene la diferencia horaria, pero debe seguir con la tarea desde Buenos Aires. Abre Telegram y le escribe a su jefe, Pablo Iglesias.

-¿Qué tal?, ¿estás para llamarte? –le pone Gentili al líder de Podemos.

-Te llamo yo en un rato –le responde Iglesias.

-¡Es muy urgente! –continúa el jefe de Gabinete…

Pablo Iglesias no sabe que está a punto de ocurrirle algo que hará que Felipe González sienta “orfandad representativa”...

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