Preocupación en el PSOE ante una repetición electoral tras una negociación a cara de perro con Unidas Podemos
El PSOE es una piña en torno a Pedro Sánchez desde su victoria en las primarias y más desde que llegó a la Moncloa. No habrá una voz más alta que otra ni un comentario crítico en los órganos de dirección más allá de reflexiones puntuales y algunos comentarios, como el del expresidente José Luis Rodríguez Zapatero, proponiendo líneas alternativas a la marcada por Moncloa. Pero en las filas socialistas existe preocupación sobre la que ven cada vez más cercana repetición electoral. La desmovilización del electorado progresista, la dificultad para tener un discurso consistente y las probabilidades de que el escenario tras el 10 de noviembre sea el mismo son los principales motivos de inquietud entre cargos intermedios y territoriales del partido.
La cúpula socialista reitera hasta la saciedad que han sido generosos con Unidas Podemos al plantearle cinco fórmulas para el acuerdo hasta llegar a una vicepresidencia y tres ministerios en el mes de julio. Ese ofrecimiento para Pablo Iglesias “no fue en serio”, según le dijo a Sánchez en la tribuna este miércoles: “Le descolocó que yo me retirara. Simuló un Gobierno que no se creía”.
La dirección del PSOE sostiene que fue una oferta en firme e incluso Adriana Lastra trasladó a sus interlocutores del grupo confederal en la última reunión de los equipos negociadores que ella misma defendió fuertemente esa opción en julio, según fuentes conocedoras de la conversación. En Unidas Podemos consideran que en el Partido Socialista existieron reticencias a que la negociación derivara hacia un Gobierno de coalición.
A pesar de que en las filas socialistas coinciden en rechazar la fórmula de la coalición tras el rechazo a la última oferta –que incluía las carteras de Sanidad, Vivienda e Igualdad además de la vicepresidencia–, hay dirigentes que reconocen que Sánchez tendrá complicado explicar por qué en julio se abrió a esa opción y la puerta se cerró en septiembre. Además, otras fuentes consultadas creen que en enero, cuando vuelvan a tener que sentarse a negociar, el contador también estará a cero por parte del grupo confederal e Iglesias volverá a exigir formar parte del Consejo de Ministros.
En las federaciones socialistas una de las principales preocupaciones es la desmovilización de la izquierda ante un nuevo fracaso en el entendimiento de PSOE y Unidas Podemos. “Alguien debe manejar encuestas maravillosas que el común de los mortales desconocemos”, reflexiona un dirigente territorial. En Moncloa sostienen que los socialistas mejorarían su resultado. No obstante, quienes recelan de ir a elecciones sostienen que las sumas entre bloques dejarían el escenario tal y como está ahora.
Lo que reconocen en la dirección del PSOE es que ambas formaciones están “condenadas a entenderse” en el futuro, por lo que consideran que tendrán que medir sus reproches en la campaña. “Tenemos que convivir e intentar no hacernos daño”, reflexiona una de las dirigentes del núcleo duro del presidente en funciones.
El PSOE también reconoce que perderá una de las que fue las principales líneas argumentales de la campaña del 28A, ya que el temor a un Gobierno de Pablo Casado con Albert Rivera y el apoyo de la extrema derecha de Vox se ha disipado. A pesar de que en Ferraz aseguran que eso no supondrá un problema porque situarán el debate en torno a la necesidad de una estabilidad que consideran que solo Sánchez puede garantizar –y que eso supondrá la recuperación de votantes de Ciudadanos que consideran que su voto “no valió para nada”–, en las filas socialistas se extiende el fantasma de que el temor a la derecha fue una de las claves de la movilización del electorado de izquierdas.
Pese a la inquietud que recorre a diputados, senadores y dirigentes territoriales del partido, la estrategia de Sánchez no tendrá contestación interna como sucedía en el pasado. El PSOE ya ha activado el modo electoral: el pasado sábado el presidente en funciones recibió el calor del poder municipal socialista en un mitin en Toledo y en tres días se lo trasladarán los barones en un encuentro en Logroño que tendrá el mismo formato en las horas de descuento para que los portavoces de los partidos trasladen al rey su posición ante una hipotética investidura a la que Sánchez no se presentará sin los apoyos amarrados. Salvo sorpresa de última hora, todos los partidos asumen ya una vuelta a las urnas el 10 de noviembre.