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La campaña y los debates dan aire a Podemos en su pugna con Sumar

La cabeza de lista de Podemos al Parlamento Europeo, Irene Montero, en el acto de cierre de campaña en la plaza Pedro Zerolo de Madrid.

Alberto Ortiz

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Sumar y Podemos llegan con sensaciones contrapuestas al final de una campaña que tendrá seguramente consecuencias en la configuración de la izquierda del PSOE. En las primeras elecciones estatales en las que se enfrentan tras la ruptura de la coalición el pasado diciembre, el partido de Ione Belarra confía en un resultado que le sirva para demostrar su peso dentro del espacio confederal mientras que la formación de Yolanda Díaz espera una cifra de escaños holgada que les de fuerza dentro del Gobierno de coalición y, de paso, zanje el debate sobre la unidad.

Las campañas de ambos, sin embargo, han seguido tendencias inversas y convergentes. Hace unas semanas, las encuestas situaban a Sumar cerca del 10% de intención de voto, pero ese porcentaje ha ido mermando con el paso de los días. Aunque no hay datos recientes porque las encuestas no pueden publicarse desde el lunes, los últimos sondeos les dejaban en una horquilla de entre tres y cuatro escaños. La candidatura de Irene Montero mientras tanto ha crecido a medida que avanzaba la campaña y según los últimos datos su lista se situaba entre un único diputado y tres en los escenarios más optimistas. 

Esas mediciones no tienen en cuenta sin embargo los debates que han marcado la última semana de campaña, el del lunes en Cadena SER y El País, entre los cinco principales candidatos, y la cita a nueve en RTVE de este jueves. Montero partía con la ventaja de llevar prácticamente desde diciembre dedicada a preparar esta campaña. 

Podemos lucha o juega con las efemérides este 9 de junio. El partido nació hace una década y su explosión se dio a partir de unas europeas en las que sacaron 1,2 millones de votos y cinco escaños. Con solo unos meses de bagaje y aupados por el éxito en las tertulias televisivas de Pablo Iglesias, aquellos profesores universitarios y activistas consiguieron abrir por primera vez un hueco en el sistema bipartidista para después romper el tablero político tal y como estaba configurado hasta entonces. 

Aquel 25M queda lejos y Podemos está hoy en las antípodas de aquella gesta. Más bien, esa hipótesis está ahora en el lado opuesto del arco político, con la candidatura de Alvise Pérez. La tarea de Montero tiene ahora más que ver con la supervivencia del partido y la puesta en marcha de una estrategia para disputar la hegemonía dentro de la izquierda que con la posibilidad de romper los moldes del sistema. 

Pero las expectativas en la formación que lidera Ione Belarra han ido en ascenso a medida que pasaban los meses, sobre todo ante las dificultades que ha ido experimentando Sumar para transitar de una coalición parlamentaria y de Gobierno a una plataforma política consolidada. Un calendario electoral endiablado y la división de la izquierda han mermado sus posibilidades en estos meses en Galicia, Euskadi e incluso en Catalunya, donde los comuns aguantaron pero no pudieron evitar registrar su peor resultado en unas catalanas.

A esos problemas Sumar ha tenido que unir su incapacidad para poner de acuerdo a todos los partidos que quiere integrar, sin terminar de resolver si es una mera coalición electoral en la que los de Yolanda Díaz son un partido más o pretenden una plataforma más amplia al estilo de los frentes amplios latinoamericanos. Estas dificultades afloraron con más virulencia precisamente en las negociaciones para las elecciones europeas, que tensaron al máximo las relaciones con los partidos pero sobre todo con Izquierda Unida, relegada al cuarto puesto de la lista. En pleno proceso asambleario, una parte relevante de la dirección sopesó no aceptar la oferta de Sumar.

Una vez solucionados los pactos, Sumar ha lidiado con un problema más: dar a conocer a su candidata, Estrella Galán, un perfil independiente con una larga trayectoria de prestigio en el sector de los derechos humanos pero ninguna experiencia en política. La ex directora general de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) era un perfil a priori interesante en un momento político en Europa en el que se acaba de aprobar un pacto migratorio que endurece aún más las fronteras de la Unión.

Pero según las encuestas, Galán es la candidata menos conocida. El CIS por ejemplo sostiene que únicamente un 55% de los electores sabe quién es, frente al 96% que conoce a Montero. Eso sí, la candidata de Sumar tiene una aceptación algo mejor: un 3,89 frente al 3,78 de la candidata de Podemos. Sumar, que no contaba con las elecciones catalanas cuando optó por Galán, fía sin embargo el desempeño de su coalición en estas elecciones a la marca y a la figura de Yolanda Díaz, que se ha volcado en estas elecciones, con más de diez apariciones en actos y varias entrevistas. 

La candidata de Sumar ha tratado de reforzar un perfil diferenciado del PSOE. La coalición ha multiplicado los ataques a los socialistas en un intento por rentabilizar las medidas que impulsan y que en parte sienten que al final el partido de Pedro Sánchez termina rentabilizando electoralmente.

Mucho más en una campaña en la que el PSOE ha exprimido la bandera de Palestina y su perfil más izquierdista. Primero con su reconocimiento como Estado y en la última semana con la incorporación a la causa en la Corte Internacional de Justicia contra Israel por crímenes de guerra. Sánchez además ha aprovechado la confrontación con el presidente argentino, Javier Milei, para reivindicarse como “zurdo”, como la derecha del país austral llama despectivamente a la gente de izquierdas.

“Este carteo nos sorprende porque son reflexiones filosóficas, pero no conllevan ninguna propuesta concreta”, dijo sobre la segunda carta a la ciudadanía de Pedro Sánchez, publicada tras la imputación de su mujer en la causa que investiga un juzgado de Madrid. Galán pidió acciones concretas a Sánchez sobre, por ejemplo, el Poder Judicial, bloqueado desde hace cinco años por el PP.  “No se trata de ser zurdo en las cartas, se trata de ser zurdo en el BOE. Sumar no promete, sumar se compromete”, dijo la candidata en el cierre de campaña este viernes.

A pesar de que fue Sumar quien forzó al PSOE a incluir el reconocimiento del Estado de Palestina en el acuerdo de Gobierno, el PSOE ha aprovechado este asunto en campaña gracias a que cuenta con el Ministerio de Exteriores. La coalición de Yolanda Díaz, ha tenido varios problemas de hecho durante la campaña con las movilizaciones estudiantiles propalestinas. En el acto central en Madrid, el colectivo que organiza la acampada en las universidades interrumpió las intervenciones al grito de “Gobierno sionista”. Varios cuadros de los partidos de Sumar se encararon a los manifestantes. 

Algo parecido ocurrió en el acto de Málaga este jueves, en mitad del discurso de Díaz. El candidato de IU en esa lista, Manu Pineda, que vivió tres años en la Franja de Gaza, les reprochó desde el escenario que no interrumpieran los actos de la derecha: “¿No os parece un poco injusto venir a reventar un acto de aquellos que están defendiendo a Palestina y no de Vox o el PP. ¿Para quién trabajáis vosotros?”

Parte de la fuga de votos de Sumar que detectan las encuestas va también en dirección a la izquierda, a Podemos, que ha optado por una campaña con mensajes muy claros y un eje central que es la apuesta por la paz en Europa y Oriente Medio. Precisamente Montero ha insistido durante todos sus discursos en la tibieza del gobierno de coalición en su respuesta a Israel ante el genocidio que, denuncian, está perpetrando el Gobierno de Benjamín Netanyahu en la Franja de Gaza. Montero habló de la paz en prácticamente todas sus intervenciones durante el debate, sin importar si el bloque era sobre energía, agricultura, migración o defensa. 

Gran parte de su estrategia se basó en criticar a la ministra de Transición Ecológica por sus posiciones “belicistas”. “Le pregunto, vicepresidenta Ribera: si no vamos a la Corte Internacional de Justicia a acusar a Netanyahu de genocidio, ¿para qué narices vamos? ¿Por qué este gobierno tarda en romper relaciones comerciales y por qué no somos capaces de hacer lo que hay que hacer para frenar el genocidio?”, le preguntó. “Si es un genocidio, ¿por qué no hacemos nada para pararlo?”, le volvió a preguntar en un segundo turno. La candidata socialista evitó responder.

“No es la guerra lo que nos proporciona libertad, democracia, justicia, derechos o alimento. Señor Borrell, la guerra provoca muerte, sufrimiento, dolor, problemas económicos y sobre todo acaba con lo más valioso de la humanidad, la capacidad de cuidarnos entre nosotras”, defendió Montero este viernes en el cierre de campaña en la plaza de Chueca de Madrid, arropada por la secretaria general de Podemos, Ione Belarra, su número dos en la lista, Isa Serra, o el exlíder del partido, Pablo Iglesias, entre otros dirigentes.  

Podemos ha implicado a todo el partido en la campaña. Un ejercicio de coralidad para un partido que paulatinamente ha ido perdiendo cuadros, especialmente desde que profundizaran la estrategia de confrontación con Sumar después de las generales. Belarra se ha volcado con actos por todo el territorio y también ha tenido más presencia que en otras campañas Pablo Iglesias.

La incógnita íntimamente relacionada con el resultado de estas elecciones es qué pasará en la izquierda a partir del 9J. ¿Se consolidará Sumar como un frente amplio de partidos o caminará a una coalición? ¿Qué haría Podemos si se da un escenario que lo refuerce después de estas elecciones? ¿Será posible recomponer la unidad de la izquierda que se organizó de forma precaria para el 23J? ¿Qué pasará con Izquierda Unida si la lista de Sumar no logra el cuarto diputado?

Este jueves, en una entrevista en Carne Cruda, Pineda llamó a una reflexión: “Después del 9 viene el 10 de junio y la izquierda que hay es la que hay, no nos podemos inventar otra. Tenemos que volver a poner el acento, el foco, en que se visibilice lo que nos une, que es mucho más de lo que nos separa”. Preguntada por la unidad en una entrevista en elDiario.es, Montero no quiso dar demasiadas pistas: “La izquierda se tiene que poner en pie, y eso es una tarea política. [...] Esa es una tarea política, no de carácter organizativo o de acuerdos electorales”.

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