Los debates y el baile de candidatos entre partidos hacen saltar por los aires el pacto de no agresión de las derechas
Albert Rivera se había guardado un comodín para el día posterior al último debate electoral. Ciudadanos ha fichado al expresidente de la Comunidad de Madrid Ángel Garrido en una operación marcada por la opacidad y el tacticismo y diseñada para explotar durante las tertulias televisivas de mediodía, a cuatro jornadas de las elecciones generales. El fichaje de Garrido es el último de una lista de saltos en el que han estado involucradas las tres derechas y, en menor medida, el Partido Socialista. En el PP no sabían nada.
El equipo de prensa del Partido Popular ha reconocido en un mensaje enviado a los periodistas que el fichaje les ha cogido por sorpresa: “Nadie sabía de los planes de Garrido. Ni siquiera su círculo más cercano. Pidió ir en las listas al Parlamento Europeo y, como ha declarado varias veces, estaba muy agradecido con el presidente Casado. Él y Ciudadanos tendrán que dar explicaciones a sus electores”. Hace poco más de una semana, Garrido firmaba su juramento de aceptación para ir en las listas del PP a las europeas. En solo ocho días, ha aparecido ante la prensa con una carpeta bajo el brazo con el logo de Ciudadanos, un partido que, ha dicho, “representa el centro alejado de los extremismos”.
Con Garrido en sus filas para las autonómicas – ocupará el puesto número 13 de la lista– Albert Rivera ya puede apuntarse el tanto de haber convencido al segundo expresidente autonómico del PP. A principios de abril se conoció que el exmandatario balear José Ramón Bauzá también iría en la papeleta, en su caso europea, de Ciudadanos.
El momento elegido para el último anuncio es estratégico: se produce pocas horas después de que Casado se ofreciese para gobernar con Rivera en caso de que las cifras sumen. El líder del PP lo hizo en un debate en el que se visualizaron los primeros enfrentamientos serios entre ambos. Un día antes, y en un tono muy diferente, Casado le había recordado a Rivera que se confundía si lo identificaba como a un enemigo. Con Garrido en las filas de Ciudadanos se certifica la ruptura del acuerdo entre las dos formaciones para no confrontar entre sí y se anuncia una competición a cara de perro entre Rivera y Casado en los días que quedan de campaña.
Ciudadanos retoma su política de fichajes
El movimiento sorpresa de Ciudadanos se produce mientras las encuestas aseguran que a Rivera se le estaba complicando su pretensión de ser el más votado de las tres derechas y, por tanto, el presidente del Gobierno, en caso de que ese bloque sume lo suficiente. Con su jugada, Ciudadanos pretende establecer la idea de que si cambian los candidatos, por qué no habrían de hacerlo también los electores.
Ciudadanos ya había ensayado el movimiento pero no siempre con éxito. El intento de incorporar a sus filas a Silvia Clemente, expresidenta de las Cortes de Castilla León, no les salió bien. La discusión interna –que ha dejado heridas en el partido– y la constatación de un pucherazo en las primarias acabaron alejando al rutilante fichaje de los planes iniciales para dibujar esas primeras fugas de excargos del PP.
En su estrategia de situarse en el centro del campo, Rivera también se llevó grandes titulares cuando anunció los fichajes de la exportavoz socialista en el Congreso Soraya Rodríguez –que se ha incorporado a la lista para las europeas– o el exdirector de la Policía y secretario de Estado de Turismo con Zapatero Joan Mesquida, cabeza de lista al Congreso por Baleares. El exministro de Trabajo Celestino Corbacho también se ha incorporado a la órbita de Ciudadanos, en su caso como número tres de la lista que encabeza Manuel Valls al Ayuntamiento de Barcelona, una candidatura impulsada por el partido de Rivera.
Pablo Casado ha tenido que aguantar que algunos de sus descartes en la configuración de un nuevo PP se convirtiesen inmediatamente en políticos con riesgo de fuga. Además de las escapadas a Ciudadanos, el Partido Popular ha perdido miembros que han acabado recalando en Vox.
Ese fue el caso del histórico concejal del PP en Madrid Íñigo Henríquez de Luna, hombre de Esperanza Aguirre que aspiró a sucederla al frente del grupo municipal. Él mismo se encargó de anunciarlo desde su cuenta en Twitter tras ser descartado de las listas al Ayuntamiento: “Hoy quiero hacer público que, después de varios días de reflexión y retiro interior, he decidido volver a levantarme y alzar la VOX para seguir defendiendo los mismos principios y valores que me llevaron a entrar en política”.
También ocurrió con Fernando Martínez Vidal. Descontento con su posición en las listas municipales de cara a las elecciones de mayo, decidió dar el salto a Vox. Con su salida, el PP perdía a la persona que en su día diseñó el logotipo de la gaviota –él hablaba de charrán–, que ha identificado a la formación conservadora durante las últimas décadas.