Los retrones solemos quejarnos, al menos yo lo hago, de lo despacio que cambian las cosas, del largo camino que queda por recorrer hacia la normalización. Sin embargo, usando el argot de los alpinistas conseguimos instalar campamentos base y con más o menos dificultades, vamos ascendiendo nuestro particular ocho mil a fuerza de tirar cuerda, subir, llegar al campo uno, luego al dos y así hasta coronar la cumbre del Nanga Parbat, porque esto de querer vivir con normalidad e incluido es a veces tan esforzado y requiere de tanta constancia como la que estos días derrocha nuestro Alex Txikón en Paquistán.
Hoy quiero hablar de moda, de modelos, en concreto.
La extrema delgadez sobre la pasarela ya no gusta. Las modelos escuálidas, esqueletos cubiertos de piel andantes no despiertan admiración a su paso, sino críticas. Esas no son mujeres reales, -decimos. No nos representan.
Esos cuerpos no son saludables y la idea ya ha calado en el tejido popular.
Los propios publicistas están siendo conscientes de que ese canon ya no cuela. No es atractivo. Son cuerpos maltratados. Por eso desde hace algún tiempo los creativos en sus campañas apelan a otros valores como la diversidad, la inclusión y se hacen cosas, ¡claro que se van haciendo!
En España el primer atisbo del cambio lo vimos con Dove, que en 2004 se preocupó de averiguar cómo los estereotipos de belleza influyen en la autoestima y el bienestar de la mujer. Así que se marcó el compromiso de lanzar mensajes auténticos sobre la belleza femenina aspirando a cambiar el estereotipo de belleza imperante. Sus anuncios empezaron a mostrar mujeres de todos los tamaños, formas y medidas. Fue su campaña ‘Por la belleza real’.
Aquellas modelos de los noventa no nos representan. Las mujeres normales no somos así. Nuestros cuerpos no son así. Y no me refiero solo a los cuerpos que sobrepasen los sesenta y cinco kilos.
¿Pero cómo es la mujer normal?
Si la buscamos en la publicidad, productora infatigable de arquetipos, empezamos a encontrar una realidad más acorde con los tiempos que vivimos. Tiempos en los que tratamos de visibilizar al que hasta ahora había quedado en la sombra, ocultando su tara, su diferencia.
La última en apuntarse al carro de la diversidad ha sido la línea de ropa Desigual, cuya nueva imagen es Winie Harlow. La modelo presenta las prendas de la colección sin ocultar con maquillaje su bitiligo, una enfermedad de la piel, y la muestra sin reparos, como una exótica belleza.
Es el último, el de Desigual, pero no el único anuncio que rompe moldes mostrando cuán diversos somos. Compañías como Diesel y Nordstrom se fijaron en otra modelo, Jilian Mercado, en silla de ruedas por su distrofia muscular. O la popular marca británica de ropa Boden, que eligió a Holly Greenhow, una niña con parálisis cerebral como imagen de su campaña de 2013.
“La perfección es solo una percepción”
Personalmente siento una gran simpatía por Rebeca Marine, una modelo estadounidense manca de veintisiete años que lleva cuatro sobre las pasarelas de Nueva York, Boston, Los Ángeles y Alemania cuyo lema es “la perfección es solo una percepción”. Está decidida a revolucionar la industria de la moda. Quiere cambiar la forma en que la gente percibe la belleza. Y eso me gusta, mujeres determinadas a cambiar el mundo. Rebeca Marine ha desfilado este año en la New York Fashion Week.
No es la única que quiere con su trabajo cambiar la percepción de la belleza en el mundo de los flashes.
La diseñadora Carrie Hammer ha presentado también en esta edición de la Semana de la Moda neoyorquina su colección ‘Role Models, Not Runway Models’ (Las modelos a seguir, no modelos de pasarelas). Una propuesta que pretende ir más allá del mundo de los focos y el desfile, llegar a las mujeres de la calle, mucho más diversas. Para mostrar sus vestidos ha elegido a la actriz Jamie Brewer, una joven con síndrome de Down, conocida por los seguidores de la serie American Horror Story. Así que sobre la pasarela de la Gran Manzana ha brillado por primera vez una modelo con síndrome de Down.
Con un par y sin complejos
Otro desfile, también en Nueva York, este con un tono más reivindicativo. Un toque de atención del diseñador Antonio Urci, que ha presentado sus tendencias con una pasarela formada íntegramente por personas con discapacidad. En silla de ruedas o con muletas, con una pierna o con dos luciendo los estilismos. Con un par y sin complejos. Urci quiere dar fuerza y motivación a las personas con discapacidad porque considera que tienen derecho también a luchar por sus sueños.
Y quédense con otro nombre que pasa a la historia del modelaje en España. Raúl Rodríguez, el joven cordobés de treinta y dos años, con síndrome de Down, fichado recientemente por una firma cordobesa para su última campaña.
Winie Harlow, Jilian Mercado, Holly Greenwood, Rebeca Marine, Carry Hammer, Jamie Brewer, Antonio Urci, Raúl rodríguez… la punta de lanza, modelos a seguir, pisando fuerte, por qué no también modelos de pasarela.
¿Asistimos a un cambio de paradigma o es que los de la diversidad estamos de moda?