Un 10% de la población española tiene que viajar más de dos horas al día si necesita tratarse un cáncer
El 60% de las 280.000 personas que van a recibir un diagnóstico de cáncer este año, según las previsiones de la Sociedad Española de Oncología Radioterápica (SEOR), tendrán que someterse a sesiones de radioterapia. Es el segundo tratamiento más común tras la quimioterapia y normalmente se combina con esta. Sin embargo, un 10% de la población española tendría que desplazarse más de dos horas al día para recibir radioterapia en un hospital público si enfermara de cáncer, como se desprende de los cálculos de tiempo de desplazamiento en vehículo privado desde cada municipio a cada hospital extraídos y analizados por elDiario.es. [Ver metodología]
Los datos muestran que la desigualdad en el acceso no se produce solo con los últimos descubrimientos para tratar algunos cánceres, como la terapia CART o la protonterapia, sino con tratamientos comunes, imprescindibles para muchísimos pacientes. “La radioterapia es el tratamiento más representativo de la inequidad a la hora de afrontar el cáncer, es donde se ve la mayor desigualdad. 170.000 personas la van a necesitar este año y es importante que puedan hacer frente a la enfermedad de la misma manera, independientemente de dónde vivan”, sostiene Ramón Reyes, presidente de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC).
Cinco provincias españolas –Palencia, Soria, Ávila, Huesca y Teruel– y las dos ciudades autónomas de Ceuta y Melilla no tienen ningún centro con aceleradores lineales de partículas, la maquinaria necesaria para proporcionar este tratamiento, frente a los 23 hospitales de Madrid o los 15 de Barcelona que los tienen, según el listado recopilado por la SEOR.
Las sesiones son diarias, por lo que los pacientes se ven obligados a desplazarse todos los días bien por sus medios o bien en una ambulancia, que suele recoger a varios, para poder tratarse. “La atención oncológica en España es muy buena, pero no es equitativa”, diagnostica Antonio Gómez Caamaño, oncólogo radioterápico y presidente de la SEOR.
Conchi Gómez vive en la ciudad de Ávila y tuvo que hacer 200 kilómetros diarios para darse las sesiones. Una hora de ida y otra de vuelta al hospital de Salamanca durante un mes. “Y yo era una privilegiada que iba en coche porque me llevaba mi marido, pero me cansaba muchísimo. Llegaba a casa y me tenía que acostar, la distancia repercute mucho”, recuerda Gómez, que hoy ha superado el cáncer de mama que le detectaron en 2019. Tiene 52 años y acudió a las últimas sesiones cuando España declaró el estado de alarma.
Ahora es su madre quien ha estado en tratamiento en el mismo hospital y no ha tenido más alternativa que ir en ambulancia. El servicio va recogiendo a varios pacientes, lo que alarga sobremanera las jornadas, pese a que el tiempo de radiación al día no es más de cinco minutos. “La recogían a las ocho y media de la mañana y fácilmente no volvía hasta las doce y media”, cuenta la hija.
En España hay, según los datos de la SEOR, 131 servicios de oncología radioterápica. Más de la mitad, 73 de ellos, están en hospitales públicos y el resto forman parte de centros privados. En el mapa de abajo se puede ver el tiempo de ida desde cada municipio al hospital con servicio de oncología radioterápica más próximo (en minutos de trayecto en coche). Los botones permiten ver si esos tiempos mínimos cambian al tener en cuenta solo los hospitales públicos –en algunos lugares los pacientes son derivados a la privada– o aquellos situados en la misma comunidad autónoma a la cual pertenece el municipio.
Un 10% de la población estaría obligada a desplazarse más de dos horas (una de ida y otra de vuelta) para tratarse con radioterapia en el hospital público más próximo dentro de su comunidad autónoma, siempre calculando el tiempo en transporte privado. La cifra se reduce al 7% si se tienen en cuenta también los centros privados o los de otra CCAA en caso de que fueran más cercanos. Los viajes de más de una hora –contando ir y volver– hasta un hospital público de la comunidad de origen afectarían a un tercio de la población si tuvieran necesidad de tratarse con radioterapia, según los datos recopilados por elDiario.es, proporción que bajaría a una de cada cuatro personas teniendo en cuenta todos los hospitales del país.
Los residentes del Pirineo leridano son de los más perjudicados. Desde la mayoría de los municipios de la zona se tarda más de dos horas a llegar al hospital con servicio de oncología radioterápica más cercano, igual que pasa desde algunas localidades de Guadalajara, Jaén, Teruel y Huesca. En Aragón todos los hospitales con este servicio están en Zaragoza, cosa que hace que algunos pueblos del sur de la comunidad tengan menos tiempo de trayecto hasta los hospitales de la Comunidad Valenciana que hasta los de su capital. Una situación similar se repite en algunos municipios de Soria, Ávila y Palencia, las otras provincias donde no hay ningún hospital con las máquinas y profesionales necesarios para la radioterapia.
En el caso de los residentes de Canarias se ha calculado el desplazamiento en avión, subvencionado a menudo para los pacientes que necesiten traslados entre islas, ya que en todo el archipiélago hay cuatro hospitales con servicio de oncología radioterápica, pero están situados en las islas de Tenerife y Gran Canaria. A estos tiempos habría que sumar la espera dentro de los aeropuertos. Los mismos cálculos se han usado para los traslados de los pacientes de Menorca a Mallorca, y de Ceuta y Melilla a Andalucía.
Las asociaciones de pacientes intentan poner parches a esta desigualdad. La presidenta del Grupo Español de Pacientes con Cáncer, Begoña Barragán, ha empadronado a varios en su casa para agilizar la atención. Lo contó en una comisión de Sanidad del Congreso. “El código postal existe en nuestro país; estoy cansada de empadronar pacientes porque es la única forma rápida para un paciente que tiene una urgencia y no puede esperar para ser atendido”, dijo ante los diputados.
¿Cómo se explica esta inequidad a estas alturas? “Es una tecnología cara, no viene en frasquitos que los puedes financiar de una manera fácil”, señala el oncólogo Gómez Caamaño. La terapia se realiza con unos aparatos llamados aceleradores lineales. La última gran renovación, dice Caamaño, se produjo en 2016 tras la donación de Amancio Ortega. El Ministerio de Sanidad puso en marcha en 2021 el plan INVEAT, con cargo a los fondos europeos. Son 796 millones de euros a dos años que incluyen la sustitución también de las máquinas con diez u once años, como recomiendan las sociedades científicas.
Los oncólogos coinciden en que la inversión es muy necesaria, no solo por la sólida evidencia sobre la eficacia de esta terapia para curar el cáncer, sino por su eficiencia. A razón de cinco minutos por paciente, un aparato puede tratar al día a decenas de personas. “No renovarlos genera listas de espera dramáticas”, advierte Caamaño, que asegura que se está avanzando para dotar de unidades de radioterapia a las provincias que aún no las tienen. Ávila y Teruel estrenarán sus servicios este año, según la SEOR, y en Segovia acaba de abrir.
¿La pandemia ha demorado estos desplazamientos? “No, el problema más grave ha sido el retraso diagnóstico, no tanto el tratamiento una vez se ha visto la enfermedad. Estamos viendo cánceres con un estadio impensable y eso a medio plazo tendrá consecuencias sobre la mortalidad”, asegura Ramón Reyes. La radioterapia, al contrario, ha sido una tabla de salvación para las personas que no podían ser operadas por la suspensión de las cirugías en los momentos de desborde de los hospitales. “Cuando no se podía operar, constatan en la AECC, se recurría a la radioterapia para que no avanzaran los tumores”.
Los reembolsos por desplazamiento, también desiguales
Yolanda Martínez recuerda los 50 viajes para tratarse el cáncer de mama en 2015, mucho antes de que el mundo fuera arrasado por la crisis del coronavirus. Toda la familia se movilizó para que pudiera completar sus 25 sesiones de radioterapia a 100 kilómetros de casa. Le reembolsaron, recuerda, la gasolina. “No me acuerdo bien pero era lo mínimo. En esa situación nada está pagado”, cuenta esta paciente, también curada.
Los gastos asociados a los desplazamientos son otro foco de desigualdad entre comunidades. El reembolso está muy implantado en el caso de desplazamientos entre comunidades autónomas, pero no tanto entre provincias ni dentro de una misma provincia (de los pueblos a la capital, por ejemplo). “Aquí hay una inequidad enorme. Desde la Comunitat Valenciana, que reembolsa 30 euros en concepto de manutención hasta Castilla y León, que aporta cuatro euros y medio si tienes que ir fuera de la comunidad”, ejemplifica Reyes, de la AECC.
Se trata de diferencias más secundarias pero que pueden ser de gran impacto con la fragilidad económica que sufren los pacientes con cáncer. Según un estudio de la organización, un 16,5% de los hogares han pagado más de 10.000 euros de gastos directos producidos por la enfermedad. Solo nueve comunidades (Andalucía, Aragón, Castilla-La Mancha, Castilla y León, Cataluña, Comunidad Valenciana, Galicia y Baleares) reintegran los gastos en el caso de desplazamientos de provincias.
La última fuente de inequidad tiene que ver con la prevención. Los cribados a la población para detectar ciertos tipos de cáncer a tiempo para tratarlos con éxito “generan unas desigualdades brutales”, apunta Reyes, que indica que estas campañas –la más conocida está relacionada con el cáncer de colon– salvan 5.000 vidas al año. Algunas comunidades tienen todavía una tasa muy baja de pruebas. En Ceuta y Melilla todavía no se ha puesto ningún programa en marcha y la pandemia interrumpió temporalmente los que había. “Es inaceptable que una persona se pueda morir de cáncer de colon en Ceuta y Melilla y pensar que esa misma persona estaría viva en Barcelona, Euskadi o Madrid”, concluyen en la AECC.
22