“El desabastecimiento de fármacos para transexuales evidencia nuestra dependencia de las farmacéuticas”
Ya a mediados de octubre Mireia Nievas no era capaz de encontrar en ninguna farmacia madrileña el fármaco que llevaba utilizando desde febrero para su tratamiento de reemplazo hormonal. Como ella, la mayoría de mujeres transexuales en España empleaban las pastillas de Meriestra, que contienen estrógenos, hasta que Novartis dejó de comercializarlas en nuestro país.
No es el único caso de desabastecimiento de medicamentos para personas transexuales que precisan de sustitución hormonal. El más utilizado por los hombres, Testex Prolongatum, también se ha dejado de dispensar, aunque previsiblemente se retomará el próximo enero. “La principal consecuencia es el caos inicial, nadie tenía información al respecto o era confusa”, sostiene Nievas.
El desabastecimiento de ambos ha coincidido en el tiempo, pero las razones que esgrime la Agencia Española del Medicamento son distintas. Apunta a una falta de stock por el exceso de demanda en el caso de Testex y a la finalización del contrato que Novartis mantenía con Shire, la empresa que tiene la patente a nivel global, en el caso de Meriestra.
La situación es diferente para uno y otro fármaco. Desma, el laboratorio que comercializa la testosterona inyectable Testex para hombres transexuales, asegura que el medicamento se volverá a dispensar en enero del año que viene, pero el fin de la comercialización de Meriestra es, en principio, definitivo.
El rumbo del fármaco puede cambiar si el Ministerio de Sanidad logra que Novartis restablezca el suministro. “Se está trabajando en ello”, aseguran fuentes de la institución, que está explorando como solución a corto plazo la vía de dispensar el Meriestra que se está comercializando en otros países.
El equivalente al Meriestra cuesta 17 veces más
El impacto del desabastecimiento se ha dejado notar con intensidad en las personas transexuales –aunque son medicamentos usados también por otras que requieren un suplemento hormonal– porque “son fármacos cómodos, muy utilizados y ampliamente aceptados por la comunidad”, señala Rosa Almirall, ginecóloga del servicio de salud Transit en Barcelona.
Tanto ella como el resto de profesionales han comenzado a extender recetas para otros medicamentos que se han convertido en la alternativa. Sin embargo, en el caso de las mujeres trans y el Meriestra, ninguno de ellos es exactamente equivalente a este último.
“Lo que estamos haciendo en un parche, es necesario que el ministerio investigue cómo hacer accesible un medicamento igual”, afirma Marcelino Gómez, endocrino del Hospital Universitario de Valencia. El único fármaco que es exacto al retirado es Progynova, de Bayer, pero no está financiado por el Sistema Nacional de Salud.
De esta manera su precio es inasumible para muchas personas, ya que teniendo en cuenta que una mujer transexual requiere unos seis miligramos del fármaco al día, que cada caja contiene 20 pastillas y cada una es de un miligramo deberá gastar 152 euros al mes para cubrir su tratamiento. Para alcanzar la misma cantidad de Meriestra, el gasto frena en los nueve euros mensuales.
La dependencia de la industria farmacéutica
“Esto no hace más que remarcar la fragilidad que existe en los tratamientos hormonales” y evidencia “la situación de dependencia que tenemos la comunidad trans de las farmacéuticas”, remarca Nievas, que ha pasado a utilizar Climen, comercializado por Bayer, una de las alternativas –en comprimidos– junto a Progyluyton o Climodien.
“Sin embargo, estos son dos medicamentos en uno, que si quieres hacerlo perfectamente bien hay personas que no deben tomar”, puntualiza Gómez. Además de estradiol –un tipo de la hormona sexual femenina estrógeno– estos medicamentos contienen cantidades mínimas de progesterona o ciproterona. “Son bajas cantidades pero, para algunas mujeres, si se puede evitar, mejor”, dice el endocrino.
Por eso tanto Almirall como el experto del Hospital Universitario de Valencia apuntan a que la única solución a largo plazo debe ser el restablecimiento de Meriestra o de otro fármaco con las mismas condiciones. “Hay que estar alerta porque como son medicamentos muy baratos apenas tienen rentabilidad para la industria”, explica Gómez.
Desabastecimiento en cadena
Una de las cosas que más preocupa a la comunidad transexual y a los especialistas es que el desabastecimiento está provocando un efecto dominó y ya hay ausencia de las alternativas. “Ya me han llegado e-mails de que el Testex de 100 miligramos no está disponible en muchas farmacias de Barcelona”, avisa Almirall.
El Testex de 100 miligramos es el que los hombres transexuales han comenzado a adquirir desde que el Testex de 250 suspendiera su comercialización. “Ayer en Valencia ya no había”, alerta Gómez. Por eso, muchos hombres transexuales están adquiriendo parches o gel de testosterona, aunque su efecto es menor.
Eso los que puedan, porque algunos como Mané Fernández tienen alergia a ambos y deberán suspender su tratamiento hasta que Testex vuelva a estar disponible. “A muchas personas jóvenes o que acaban de empezar el tratamiento este problema les afecta emocionalmente porque piensan que van a retroceder en su proceso”, señala.
La solución de los parches o el gel –que también existe para mujeres transexuales– no es mayoritariamente aceptada porque “tienen un efecto menor, son incómodos, pueden dar alergia, los parches en verano se despegan y producen molestias”, ejemplifica Gómez.
A Alicia Ramos también le ha afectado el desabastecimiento de Meriestra a pesar de que no lo usa. Ella prefiere los parches, pero debido al aumento de demanda “la última receta ya no pude conseguirla”. En su opinión la falta de estos medicamentos “no es el fin del mundo”, pero sí provoca “incertidumbre, inseguridad y angustia a las perspectivas vitales de personas que ya de por sí cargan con lo suyo”.
Este sábado la Plataforma por los Derechos Trans ha convocado una concentración frente al Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad bajo el lema #LasHormonasSonSalud a la que se han adherido ya casi 80 entidades. “El ministerio debería garantizar que siempre exista una alternativa financiada”, concluye Nievas.