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La diplomacia del Vaticano se cuela en mitad de la guerra en Ucrania con una cumbre religiosa en Jerusalén

Kirill y Francisco, durante una reciente videollamada para hablar de la guerra

Jesús Bastante

en religiondigital.com —

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En plena Semana Santa, la diplomacia vaticana mueve con intensidad sus hilos en su intento de mediar en el conflicto entre Rusia y Ucrania. Más de 50 días después, la guerra y la destrucción siguen asolando el territorio ucraniano, mientras las negociaciones para parar los ataques parecen estancadas. Sin embargo, la Santa Sede está más activa que nunca, y tanto en mensajes directos –Francisco pidió el Domingo de Ramos un alto el fuego por la Pascua cristiana, y ha enviado a su 'ministro' de Solidaridad, el cardenal Konrad Krajewski, a presidir los actos de Semana Santa en Ucrania– como en los despachos, trabaja para que Vladimir Putin frene la invasión rusa.

Uno de los principales aliados de Vladímir Putin, cristiano ortodoxo convencido, es el Patriarca de Moscú, Kirill. El jefe de los ortodoxos rusos, único líder religioso que no sólo no ha condenado la invasión rusa, sino que la ha apoyado claramente, es uno de los pocos hombres capaces de hacer cambiar de opinión a Putin. Y Francisco lo sabe. Tal y como han confirmado fuentes vaticanas, el último movimiento de la diplomacia vaticana consiste, precisamente, en formalizar un encuentro entre el Papa de Roma y el patriarca de Moscú. Un encuentro que, si todo va bien, podría darse el próximo mes de junio en un lugar emblemático para todas las confesiones cristianas: Jerusalén. Todo ello durante un viaje que podría llevar a Bergoglio a Líbano, Jordania y Palestina, y que todavía no ha sido confirmado de forma oficial por la Santa Sede.

De darse, sería la segunda vez en la que los líderes católico y ortodoxo ruso se encuentran desde que en 1054 Moscú y Roma rompieron relaciones, excomulgándose mutuamente. La anterior, con los mismos protagonistas, tuvo lugar en 2016 en La Habana. Desde entonces, Kirill y Francisco han abierto un canal de comunicación constante, que antes de la invasión de Ucrania estaba a punto de cristalizar con un histórico viaje del Papa a Moscú, ahora más lejos que nunca. No obstante, en las últimas semanas, ambos líderes han mantenido encuentros por videoconferencia y, aunque el Vaticano se ha posicionado claramente en contra de la guerra de Putin, Roma ha evitado, conscientemente, condenar al presidente ruso o romper relaciones con la Iglesia ortodoxa.

Medir las palabras con Putin, o viajar a Kiev

En su reciente viaje a Malta, y preguntado por los periodistas, Bergoglio negó que estuviera midiendo sus palabras a la hora de hablar de Putin, señalando que “los mensajes que he dado a todas las autoridades son los que he dado públicamente. No me gusta el doble lenguaje”. Pese a ello, admitió que no hablaba con el presidente ruso desde Navidad, mientras que había contactado en varias ocasiones con Volodímir Zelenski, el presidente ucraniano.

Ya el 25 de febrero, un día después de que comenzara la invasión, Bergoglio se acercó personalmente (y fuera de su agenda oficial) a la embajada rusa ante la Santa Sede. Bergoglio se reunió ese día durante media hora con el embajador Alexander Avdeev, y le expresó su “preocupación”, una reunión que dio comienzo a la gestión diplomática personal de Francisco en este conflicto.

El otro gran gesto que se plantea tras los muros vaticanos es una visita del Papa a Kiev, algo que el propio Francisco ha reconocido como una posibilidad: “No hay ningún no, estoy disponible”, dijo a los periodistas durante un viaje en el avión oficial. Sin embargo, fuentes cercanas al Pontífice no lo ven factible, no tanto por el riesgo a un atentado, cuanto por la sensación de que un viaje así sería considerado por Rusia como una toma de postura del Vaticano, que le invalidaría como posible mediador de cara a un acuerdo de paz. Que, pese al recrudecimiento de los ataques y el descubrimiento de los horrores en Bucha y otras ciudades ucranianas, la Santa Sede sigue considerando factible a medio plazo.

El viaje “está sobre la mesa. Es una de las propuestas, pero no sé si se puede hacer y si será conveniente. Todo esto está en el aire”, reconoció Bergoglio. Y señaló: “Toda la parte diplomática del Vaticano está haciendo lo posible, y no todas las acciones se pueden publicar por prudencia. Pero estamos al límite de lo posible”.  

En este sentido, el posible encuentro con Kirill en Jerusalén es un signo de esperanza. “Si el Papa convence a Kirill, el patriarca puede convencer a Putin. Tal vez sea el único que pueda hacerlo”, confirman a elDiario.es fuentes conocedoras de los trabajos para lograr que ambos líderes puedan encontrarse en la Ciudad Santa.

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