Europa planea facilitar la edición genética de cultivos tras la sentencia que los equiparó con los transgénicos
La Comisión Europea planea crear una legislación específica para facilitar la producción de cultivos editados genéticamente tras la sentencia del Tribunal Europeo de Justicia que obligó en julio de 2018 a aplicarles la misma normativa y restricciones que a los transgénicos. El Ejecutivo comunitario baraja desarrollar un “nuevo marco adecuado a las nuevas técnicas genómicas”, según aparece en el borrador del Plan de Acción sobre alimentación al que ha accedido eldiario.es.
Esta medida contenida en la “versión preliminar” del plan liberaría a los organismos editados genéticamente de las limitaciones de una regulación más estricta. El Tribunal falló que los cultivos obtenidos mediante nuevas técnicas de edición de ADN como CRISP-Cas9 no podían ser ajenos a los condicionamientos impuestos por la ley de la Unión Europea al cultivo y comercialización de los transgénicos.
“Los organismos obtenidos por mutagénesis son modificados genéticamente y, en principio, sujetos a las mismas obligaciones contenidas en la misma directiva”, escribieron los jueces. Esta sentencia fue recibida con estupor por algunos científicos y celebrada por grupos ecologistas como Amigos de la Tierra o Greenpeace que valoraron que se aplicara “el principio de precaución” y se garantizara “que los productos convencionales y ecológicos no pueden ser contaminados con nuevos OMG no declarados”.
La principal diferencia entre los organismos transgénicos de primera generación y los conseguidos mediante, por ejemplo, CRISP-Cas9 es que, mientras los primeros reciben ADN de otras especies, los segundos modifican la propia información genética. Entre los de primera generación están la soja alterada para resistir el pesticida glifosato (que puede aplicarse así de manera masiva).
Nueva legislación: un camino largo
Esto es un cambio muy sustancial, según los defensores de estos cultivos. La investigadora del Centro Nacional de Biotecnología, Pilar Cubas, consideraba que la decisión del Tribunal era “el error del milenio” al obligar a renunciar “a una herramienta para mejorar la eficiencia de nuestros cultivos”.
La cuestión es que una vez posicionado el Tribunal, la Comisión está considerando como rodear el fallo judicial. Más, si cabe, una vez que tanto Rusia como Australia –países contrarios a los transgénicos– han levantado las restricciones a CRISP-Cas9. Una nueva legislación específica es un camino largo, pero, en caso de salir adelante, asegura un nuevo marco normativo que permita la utilización de estos cultivos.
Al conocer los planes en Bruselas, Amigos de la Tierra ha comentado que “la industria biotecnológica está intentando diluir nuestras leyes de seguridad para introducir fraudulentamente sus nuevos productos no probados en nuestros alimentos y en el campo”.