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La polilla de la patata, el caracol del arroz y otras plagas invasoras que han recalado en España

Picudo rojo.

Raúl Rejón

La plaga de polilla de la patata extendida por Galicia ha obligado al Gobierno a preparar un real decreto para su “control y erradicación”. El insecto pone en riesgo en torno al 16% de los dos millones de toneladas de producción española ya que, aunque Galicia es la comunidad con mayor superficie dedicada a este cultivo, unas 20.000 hectáreas, un 60% se dedica al autoconsumo.

La polilla Tecia solanivora Povolny ha venido de Centroamérica. La acción de su larva acecha un sector económico relevante y obligará a gastar dinero público para intentar atajarla. La fórmula –salto de miles de kilómetros, destrucción y gasto público– es un patrón que se repite. Se comprueba en una bacteria destructora de olivos, un escarabajo que extingue palmeras o un caracol que devora arrozales.

La destrucción de los olivos

El decreto contra la polilla no es la única normativa que el Ministerio de Agricultura se ha visto obligado a redactar con urgencia al arrancar 2017. El 21 de enero tuvo que publicar una orden para abordar la llegada de la bacteria Xylella fastidiosa a España. Concretamente a las Islas Baleares. Prohíbe que salga del archipiélago ningún ejemplar o esqueje de más de 200 tipos de plantas. Ordena que si se detecta alguno en la península se incaute y destruya. En España hay 280 millones de olivos.

La Xylella es un organismo muy destructivo que puede infectar más de 300 variedades vegetales. Arrasa especialmente con los olivares. Se detectó en 2013 en Italia, donde ha puesto en jaque al sector olivarero –ha atacado a más de 10 millones de árboles–. Se atribuye su entrada al puerto de Nápoles ya que Italia es una potencia mundial en hortocultivo y un polo de distribución comercial de este sector.

“Es consecuencia del movimiento masivo de plantas a escala global y de ejemplares enteros”, dice el botánico Bernabé Moya. “Antes se comerciaba con semillas o esquejes. Ahora se traslada un olivo entero de cinco toneladas con tierra y todo. Es imposible el control”, asegura. Moya calcula que la bacteria viajó hasta Tarragona y de ahí a las Baleares. De Italia había pasado a Córcega y después a la Francia continental.

La Comisión Europea califica esta plaga como “la más peligrosa a escala mundial”. Por eso, la normativa establece que se tomen “todas las medidas para erradicarla o impedir su expansión”.

El tratamiento antibiótico de un árbol enfermo es complicado. En noviembre y diciembre de 2016, muy poco antes de detectar la bacteria en Baleares, tanto la Comunidad Valenciana como Andalucía –principal productor de aceituna de España– se habían declarado libres de la Xylella tras una campaña de inspecciones.

Aceite de palma y escarabajo

El Gobierno de la Comunidad Valenciana calcula que ha gastado unos 25 millones de euros para intentar salvar sus palmerales del picudo rojo. Este escarabajo se come las palmeras por dentro. Su historia ilustra las consecuencias inesperadas y letales de la industria agroalimentaria desenfrenada.

El Rhynchophorus ferrugineus es propio de los bosques tropicales de Indochina. La deforestación para el cultivo de aceite de palma lo convirtió en plaga mundial. Sin bosque, sus predadores desaparecieron al tiempo que se le ponía a disposición un festín de palmeras. Así fue pasando de Indochina a India. De ahí a Arabia Saudí, Egipto y Túnez.

“Cuando el boom inmobiliario en el Levante hizo que se demandaran multitud de palmeras para las urbanizaciones, ¿dónde se fueron a buscar? Muchas a Egipto”, dice el botánico Moya. Llegaron ejemplares de gran porte (10 toneladas por ejemplo) para plantarse en España. Con el picudo dentro.

Este insecto “está muy bien armado”, cuentan los entomólogos. Es grande, alado, con larga autonomía de vuelo y, de momento, capaz de alimentarse con cualquier variedad palmeral. El dinero público destinado a combatirlo no se limita a la Comunidad Valenciana. Solo el Ayuntamiento de Málaga calcula que se gasta un millón de euros en esta tarea.

Moya cree que el paisaje de palmeras está condenado. “No hay producto que penetre lo suficiente en las palmeras y en las concentraciones necesarias”, asegura. Critica “que las empresas de control de plagas vendan algo que no se corresponde con la realidad”.

El Ayuntamiento de Elche ha optado por intentarlo y firmó en 2016 un convenio público con la empresa Biotech. También sufraga el tratamiento la Diputación de Alicante con tecnología de la empresa privada Inesfly, que ha desarrollado un sistema de control de vectores, como los mosquitos, pensados para controlar enfermedades como la malaria, el chagas o el zika.

El Ejecutivo canario aseguró en septiembre de 2016 haber “erradicado” la plaga tras tres años sin detectar picudo. Calcularon que costó nueve millones de euros.

'Mascota' destructora: el caracol manzana

Hay una plaga que arruina los humedales y que llegó como mascota para acuarios. De gran dimensión y voraz, el caracol manzana se detectó en 2009 en la margen izquierda del Delta del Ebro. Está más o menos confinado pero el Ministerio de Medio Ambiente lo considera una de las grandes amenazas para estos ecosistemas y para las 180.000 hectáreas de arrozales.

En 2011, la Generalitat informó que el plan de contingencia contra el caracol se comía 3,5 millones de euros. La nueva fase 2014-2020 tiene un presupuesto de cinco millones que ya ha significado, además, un foco de polémica entre el Ejecutivo regional y central a cuenta del abono de 280.000 euros en partidas.

Estas tres plagas, que han alcanzado renombre, no son los únicos oficialmente conocidos como “organismos nocivos de cuarentena”. El Ministerio de Agricultura reseña planes para más de una decena de peligros biológicos. Entre ellos, el insecto Trioza erytreae que porta una mortal bacteria para cítricos, el nematodo de la madera de pino, el hongo chancro resinoso del pino, la avispilla del castaño o la pulguilla de la patata.

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