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España todavía invierte en educación menos que hace siete años

El hall de un colegio de Valladolid. / Efe

Daniel Sánchez Caballero

A pesar del discurso de recuperación expandido por el Gobierno, siete años después, el sector educativo no se ha recuperado de la crisis. Siete años después de que la recesión empezara a golpear con toda su violencia a los presupuestos, la inversión educativa sigue hoy por debajo de los que había en 2010 (un 6,68% menos, en concreto).

Este curso que arranca han subido ligeramente las partidas, pero el aumento es insuficiente para compensar años de descensos, según datos recopilados por el sindicato UGT.  Además, España es el quinto país europeo que menos invierte en Educación en términos relativos con un 4,1% del PIB, apostilla Eurostat. Solo se supera a Bulgaria, Italia, Irlanda y Rumanía. A cambio, las familias gastan un tercio más en la educación de sus hijos que antes de la crisis.

Más allá de los números, la falta de recursos arrastra efectos concretos en el día a día educativo. El aumento del gasto privado es una las consecuencias que trae para las familias que caiga la inversión pública.

Para los colegios e institutos los recortes se han traducido en más profesores interinos en vez de funcionarios con plazas, más alumnos por clase, menos refuerzos en las aulas –las partidas compensatorias son las que más afectadas se han visto: menos atención a los más vulnerables–, peores condiciones laborales para los docentes o infraestructuras sin concluir cuando empieza el curso.

Camino de la década perdida

Los datos de inversión ofrecidos por UGT no dejan mucho lugar a la interpretación. Desde 2010, la inversión en Educación tiene 2.648 millones de euros menos, un 6,68% de caída en toda España. Aunque de cara a este curso 2017-2018 todas las Comunidades Autónomas han elevado la financiación por segundo o tercer año consecutivo, según el caso, las subidas son ligeras y aún no llegan a compensar los años previos de caídas, alerta el sindicato.

Por comunidades autónomas, Castilla La Mancha es la que más recortes presupuestarios ha sufrido en este periodo, un 26,6%. Le siguen Castilla y León (10,4%) y Murcia (10,2%). En el lado opuesto, hay regiones que sí han conseguido revertir la caída de las cuentas: Baleares (10%), La Rioja (2%) y Aragón (0,05%) gastan hoy más dinero que hace siete años en su educación.

El aumento de la inversión para este curso respecto al pasado es del 3,93%, para situar el gasto educativo en 36.968 millones de euros. “Es positivo que todas las comunidades aumenten sus presupuestos para este año, [pero] los daños de estos recortes son tan profundos y sus consecuencias tan graves que, de no tomar medidas urgentes, puede continuar el deterioro que han venido generando”, señalan desde UGT.

Las consecuencias

¿A qué deterioros se refieren desde el sindicato? “Los recortes son un disparo a la línea de flotación de la equidad del sistema”, responde Maribel Loranca, secretaria del sector de Enseñanza de la Federación de Servicios de UGT.

La caída en los presupuestos ha afectado, y mucho, a los profesores. De manera personal y como colectivo. El aumento de las horas lectivas que sufrieron, la subida de las ratios y el descenso del número de maestros se notó directamente en las plantillas de especialistas (por ejemplo, contra el acoso escolar).

Tener que dar más horas semanales de clase afecta a los programas de atención a la diversidad y educación compensatoria, los refuerzos para estudiantes con problemas de rendimiento o extranjeros, los desdobles, etc.

Las ratios es otro de los aspectos que se han visto afectados por la crisis y los recortes. Para que los centros pudiesen funcionar con estos profesores de menos, la administración decidió elevar el número de alumnos que se pueden meter en cada aula, medidas que ahora se intentan revertir, pero con más fuerza en el papel que en las clases.

Más alumnos por aula significa más pérdida de tiempo en poner orden en clase (y por tanto, menos de lección), más dificultades para atender a cada alumno individualmente y menos atención a los estudiantes con problemas de desempeño.

Otros efectos visibles son las condiciones laborales de los profesores. A raíz de los recortes de 2012, los docentes sufrieron la congelación salarial y les fue retirada una paga extra. A nivel de colectivo, durante los años de la crisis y como consecuencia de que se impusiera una tasa de reposición del 10%, la plantilla de profesores ha visto como se han perdido unas 30.000 plazas de maestro (que no empleos, los profesores hacen falta igual). Donde antes había un funcionario con su plaza fija, ahora hay un interino.

Y no es lo mismo. Por un lado, los interinos van y vienen. En muchas regiones, como Madrid, son despedidos en verano para ahorrar en pagas y su incorporación a los centros se dilata al máximo, hasta el punto de que llegan una vez ya empezado el curso, con los trastornos que ello conlleva. Según el sindicato CSIF, esta circunstancia ha afectado este curso a 201.000 docentes, que se dieron de baja durante el verano y aún siguen pendientes de reincorporarse a su puesto.

Además, al no disponer de plaza fija y con toda probabilidad no vayan a repetir colegio al año siguiente es prácticamente imposible que se integren con el proyecto de centro e inciden negativamente en la planificación y organización de los mismos, que no saben hasta el último momento con qué personal contarán.

No es cuánto, es cómo

Para el PP, que ha gobernado buena parte de la crisis (aunque los recortes empezaron con el Ejecutivo socialista de José Luis Rodríguez Zapatero), no importa tanto cuánto se invierta, sino cómo. Es un mantra este que, respaldado por la OCDE, ha repetido el Ministerio de Educación siempre que ha podido. La presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, lo repitió hace poco, y apeló a los resultados en PISA para defenderlo (los resultados de Madrid en esta prueba están por encima de la media europea).

Esta teoría siempre lleva la coletilla “a partir de un mínimo”, pero nunca han fijado cuál es. Debe estarse cerca de él, eso sí: el 4,1% del PIB que refiere Eurostat (de 2015, pero apenas habrá variado) es la cifra de gasto en Educación relativo más baja desde 1990, aunque hay que matizar que el PIB se ha duplicado desde entonces (y por tanto, la cantidad bruta de inversión educativa).

Loranca aboga en este punto por establecer un suelo de inversión del que no se pueda bajar, para que las políticas educativas no se basen en “tengo dinero o no”, como denunciaba la semana pasada el director ejecutivo de la Federación del Gremio de Editores de Libros, Antonio Ávila.

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