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Una pareja de lesbianas recibe un anónimo por colgar la bandera LGTBI en su casa: “La unión de hombre y mujer es lo natural”

Teresa Guerra (izq) y Ana Belén Ávila (dcha) recibieron la carta el pasado viernes

Marta Borraz

19 de julio de 2023 14:34 h

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Desde el pasado viernes Teresa Guerra y Ana Belén Ávila ya no pasean por su pueblo con la misma tranquilidad que antes. Ese día sobre las once de la noche al volver de sacar a los perros se encontraron un sobre debajo de la puerta de su casa, en Villanueva de Perales (Madrid), con una carta dentro en la que alguien les interpelaba por tener colgada en su ventana la bandera arcoíris. Con una firma genérica de “un vecino”, el texto, proclama una ristra de exabruptos en base a “la ciencia y la biología” para afirmar cosas como que “para generar la vida humana se necesita de la unión de papá y mamá, hombre y mujer solamente” y que “esta certeza es lo natural, lo racional y de sentido común”.

Teresa y Ana, que llevan ocho años casadas, viven en este municipio madrileño de 1.700 habitantes desde hace varios años y nunca habían tenido ningún problema ni se habían enfrentado a algo así. “No nos están amenazando directamente, pero sí te sientes intimidada. Es algo que estás viendo, que esto está incrementándose, pero cuando te pasa a ti piensas madre mía es que es real, es que me está afectando a mí, es en mi pueblo, es un vecino. Están sintiéndose con la potestad moral de invadir nuestro espacio de intimidad a decirnos esto”, denuncia Teresa.

“El otro día pasé por vuestra casa y observé una gran bandera del Orgullo y me decidí a escribirles, comienza la carta, que acto seguido les pregunta por qué no cuelgan una de España, ”país de nuestra identidad de la que tenemos que estar orgullosos“ y que en los últimos años se enfrenta ”a una corriente ideológica que está dañando a las familias porque desfigura la verdad con el falso argumento de la libertad“. La pareja ha denunciado los hechos a la Guardia Civil y los han comunicado al recién estrenado 028, el teléfono creado por el Ministerio de Igualdad para atención integral LGTBI.

La misiva hace suyo el relato de la extrema derecha de la “ideologización” y el “adoctrinamiento” de la sociedad y asegura que “nos están imponiendo una falsa ideología hasta en los colegios (atacando la falsa inocencia de los niños)” y “persiguen a aquel que se opone a esta farsa”. Lo denomina “ideología del Orgullo”, que, sostiene, con ella “nos están destruyendo como individuos, como familia, como sociedad” y buscan “dividirnos y esclavizarnos al error de lo antinatural” para “generar caos en el individuo y la familia”, concluye antes de desearles “un sincero bienestar en vuestra familia”.

La pareja colocó la bandera en la semana del Orgullo, el pasado 28 de junio, y decidió dejarla más tiempo como respuesta precisamente a que este año el Ayuntamiento había decidido no colgarla en su balcón tras dos años seguidos haciéndolo, algo que ocurrió el pasado Orgullo en varios edificios institucionales ante el aumento de poder municipal y autonómico de PP y Vox.

Lo sorprendente en este pequeño pueblo es que el alcalde, José María Barrado, era del PSOE. “Volvimos de vacaciones y vimos que no estaba colgada y no nos cuadraba nada”, comenta Teresa. La cuestión es que actualmente el regidor sigue siendo el mismo, pero las elecciones municipales del 28 de mayo cambiaron el escenario: Barrado y los otros tres ediles que dieron los comicios al PSOE han acabado conformándose como independientes tras prohibirles el partido pactar con Vox, que sacó un edil y que, según cuenta Teresa, “es finalmente el pacto al que se ha llegado” en el municipio.

El miedo a que se amplifique

La carta recibida por Teresa y Ana continúa con una amplia disertación sobre lo científico y “la verdad” y afirma “que solo hay dos sexos” o sostiene erróneamente que “para ser mujer se tiene los cromosomas XY y para ser hombre XX”, cuando los cromosomas que determinan el sexo masculino o femenino son justo al revés. Entre otras cosas, les hace saber a la pareja que “solo puede haber vida humana con la unión del esperma masculino y el óvulo femenino” y esa “es la verdad”, lo demás “ideología que nos daña y nos hace esclavos de lo falso y lo antinatural”.

A Teresa y a Ana, de 50 y 55 años respectivamente, recibir este anónimo hace cinco días les ha condicionado en su vida cotidiana. “Ya no sales a la calle como antes, esto es un pueblo pequeño, en Madrid pasaríamos más desapercibidas, pero aquí ya no sabes si te cruzas con alguien y te mira si está pensando que somos las lesbianas del pueblo”, lamenta Teresa, que reconoce que tienen “un poquito de miedo” porque no saben “si esto va a quedar en algo anecdótico y que es obra de un garrulo al que no hay que hacer ni caso o va a incrementarse”.

Me costó 41 años salir del armario y ahora siento que me quieren volver a encerrar

Teresa Guerra

Temor asegura la mujer que tienen también por lo que ocurra en las elecciones generales del próximo domingo, tras las que un posible pacto de PP y Vox asusta a la comunidad LGTBI en una ofensiva reaccionaria que está dándose a nivel global. Teresa cita la censura a la que PP y Vox sometieron en el municipio cántabro de Bezana a la película de Buzz Lightyear por el beso entre dos mujeres y alerta de la posibilidad “de que los discursos” antiderechos LGTBI “se amplifiquen” y se legitimen todavía más. “Ahora vivo una vida normalizada con mi familia, con mi entorno...pero me costó 41 años salir del armario y ahora siento que me quieren volver a encerrar”, afirma.

“Es preocupante cómo los discursos de odio de la ultraderecha calan en la ciudadanía”, asevera Uge Sangil, presidenta de la Federación Estatal LGTBI, que apunta a que la enseña arcoíris “no hace daño a nadie, sino que fomenta el respeto y la diversidad”. La activista comprende “la preocupación” de Teresa y Ana y celebra que lo denuncien públicamente. “No debemos dejar pasar ni una amenaza ni un cuestionamiento a nuestros derechos y ante eso tenemos que ser un muro de contención”, remacha.

Teresa, por su parte, agradece el apoyo de la Guardia Civil de Villamanta, a escasos 10 kilómetros de su pueblo, cuyos agentes le llamaron ayer “para transmitirnos que si en algún momento nos increpa alguien o nos sentimos amenazadas les llamemos”. “Se agradece ese respaldo”, celebra Teresa, que siente como la institución del pueblo en el que vive les ha dado la espalda. Eso sí, en su casa, la bandera arcoíris no se ha movido. Y ahí seguirá.

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