Los perros que son invisibles para la Guardia Civil
Mandela, negro como el azabache, es un galgo de apenas dos años de edad que vagó sin rumbo por las carreteras de Toledo durante más de dos meses. Abandonado por su dueño, escapaba raudo al ver al personal de las protectoras de animales que pretendían rescatarlo. “Tenía un miedo atroz al ser humano”, cuenta Arancha Sanz, abogada de la Sociedad Protectora de Animales y Plantas de Madrid (SPAP).
El caso de Mandela no es ni mucho menos único, aunque la diferencia entre las cifras de las ONG y de la Guardia Civil hacen imposible establecer la magnitud del problema.
Según la SPAP, sólo en la Comunidad de Madrid, en siete albergues de protectoras recogieron más de 1.000 galgos durante el año 2013. El Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil (Seprona), en cambio, deja en tan sólo 53 la cifra total de galgos abandonados en toda España.
Varias asociaciones denunciaron hace un mes que 50.000 de estos perros son abandonados o asesinados anualmente. En lo que sí coinciden unos y otros es en el origen de las desgracias de estos animales: el gran interés económico que hay detrás de esta raza. Los galgos son utilizados en la caza, y ¿qué sucede cuando la temporada finaliza? Su utilidad desaparece y en muchas ocasiones son abandonados o quitados de en medio.
Mandela fue abandonado por su dueño. Deambular por las autopistas le valió una fractura en su pata derecha. Aunque podría haber sido peor. La SPAP lo recogió el 6 de diciembre, gracias a jaulas trampa, redes y otros medios de rescate, estrategias para atraerle con comida y numerosas guardias de noche. Pero en muchos otros casos, todos estos operativos no bastan para recuperar a estos animales abandonados con vida.
Las protectoras no confían en la Guardia Civil
En la oficina del Seprona de la calle Batalla del Salado en Madrid, la teniente Elisabeth Sinde responde sobre los casos que registran. “Las infracciones que ha recogido la Guardia Civil surgen de sus investigaciones de oficio y de denuncias, muchas veces anónimas”. Sinde defiende el trabajo del Seprona, que, según afirma, trabaja día a día en el terreno: “Los agentes están en la calle y controlan todos los delitos relacionados con la naturaleza”.
“Entonces, ¿los miles de galgos que recogen las protectoras y los animales que entran en sus albergues cada año no existen?”, replica indignada Silvia Barquero, vicepresidenta del partido animalista PACMA.
Barquero presentó hace un mes un informe que recogía 50 casos en los que los perros fueron abandonados o maltratados por sus dueños tras finalizar la temporada de caza. “En tan sólo siete meses recogimos en PACMA, con medios reducidos, casi los mismos delitos que la Guardia Civil en todo un año. No me lo puedo creer”. Sin embargo, reconoce que no presentaron denuncias en los casos que registraron.
Tampoco denuncian, por lo general, los delitos de abandono y maltrato a los cientos de galgos que auxilian en la protectora BaasGalgo, según Beatriz Marlasca, presidenta de la asociación. En 2013, Marlasca afirma que recogieron 300 galgos y que en enero de este año han atendido a 69. “Sólo denunciamos –precisa– en los casos muy graves, como aquellos en los que han sido tiroteados o ahorcados”.
La falta de colaboración y de denuncia por parte de las protectoras, explica, tiene que ver con una falta de confianza en el trabajo de la Guardia Civil. “Son muchas las veces que las protectoras denuncian un delito, como malnutrición, por ejemplo, y que la Guardia Civil no estima que existe ese maltrato. Las asociaciones se cansan de ser ignoradas y están saturadas con su actuación diaria como para perder tiempo”, apunta Barquero.
La falta de entendimiento entre las asociaciones en defensa y protección de los animales y la Guardia Civil ha generado que algunas protectoras no denuncien delitos que están castigados por la legislación. “Recibimos semanalmente decenas de denuncias por las condiciones deplorables en las que malviven estos perros, encerrados en zulos y sometidos a entrenamientos y a una vida miserable”, detalla Arancha Sanz. Barquero señala que la actuación de oficio de la Guardia Civil “no puede registrar tan pocos casos” y considera que “habría que revisar el protocolo del Seprona”.
El negocio detrás de los galgos
Curiosa vivía en un zulo con apenas espacio para moverse. Su dueño la consideraba, sencillamente, un instrumento de cría. Esta galga de cinco años llegó a las dependencias de la SPAP desnutrida y en pésimas condiciones, relata Sanz.
La cría es uno de los motivos por lo que se roban galgos, “el delito más frecuente relacionado con estos animales”, según la teniente Sinde. El registro de la Guardia Civil recoge 200 delitos de robo de galgos en 2013.
Sinde focaliza las sustracciones en “determinadas zonas donde se practica la caza o las carreras”. “Puede que el ladrón utilice el galgo para la cría, porque le haya gustado en alguna carrera o porque sepa que es bueno para la caza”, apunta. En febrero del año pasado el Seprona finalizó la operación Duplicado, en la que recuperaron un semental de galgo que habían robado y utilizaban para la cría.
El negocio relacionado con los galgos aflora con facilidad durante la conversación sobre la búsqueda de las causas de los robos, pero Sinde afirma que no tienen un perfil concreto del maltratador o el ladrón de galgos. Las asociaciones de protección de animales señalan de manera contundente a los galgueros y el entorno de la caza. “En febrero, con la finalización de la temporada de caza, se registran picos de abandonos”, indica Silva Barquero. “El problema es que hay una total connivencia entre la Guardia Civil y los galgueros”, acusa la vicepresidenta de PACMA.
La Fundación Affinity elabora desde 1988 el “Estudio sobre el Abandono de Animales de Compañía”, una de las investigaciones más importantes en la materia, a través de encuestas a más de 250 protectoras de animales y todos los ayuntamientos de más de 10.000 habitantes. Aunque no desglosa sus resultados por razas, los datos generales sobre perros también son muy superiores a los que aporta el Seprona.
En España se recogieron un total de 109.074 perros durante el año 2010, según esta fundación, pero el servicio de la Guardia Civil sólo tiene constancia de 320 abandonos.
La Fundación Affinity sí establece en el estudio una relación entre los abandonos y la caza en algunas comunidades donde esta actividad cinegética está muy extendida: en Extremadura y Castilla-La Mancha, el abandono de perros al final de la temporada de caza conformó el 30,4% y 21,0%, respectivamente, del total de casos registrados.
Descontrol sobre los galgos sin microchip
Otro punto en el que las versiones de las autoridades y las protectoras difieren sustancialmente es en el número de galgos con microchip, una obligación para todos los dueños de perros. “Todos los perros tienen que llevar por ley el microchip de identificación. Si vemos un perro en la calle o ejerciendo el deporte de la caza, vamos a comprobar que lleva el microchip”, afirma Sinde.
La teniente de la Guardia Civil considera reducidas las posibilidades de que los dueños tengan perros sin identificar, debido a su actuación (“vamos a las batidas, a las monterías, estamos en los controles de transporte de animales”) y a las obligaciones de los ayuntamientos, donde todos los animales han de estar censados.
El microchip –“que ha tenido que implantar un veterinario”, explica Sinde– es obligatorio a partir de los tres meses de vida del animal. El registro en la base de datos, al que tiene acceso el Seprona, es fundamental para la identificación de los perros abandonados. Sin embargo, las asociaciones de animales denuncian que los galgos que recogen no tienen microchip en la mayoría de los casos.
“Algunos nunca lo llevaron y otros tiene un agujero en el cuello fruto de habárselo arrancado”, cuenta Beatriz Marlasca. Marlasca calcula que aproximadamente al 20% de los perros les habían quitado la identificación a la fuerza.
A pesar de la información de Sinde sobre la vigilancia en la identificación de animales, el mayor número de infracciones relacionadas con los galgos (1.309 el año pasado) están agrupadas bajo el título 'otros' en el informe que el Seprona ha facilitado a eldiario.es. Dentro de ese grupo entran varias “infracciones menores”, como que “los galgos no estén vacunados, no estén bien atados o no lleven el microchip”, según la explicación de Sinde. Por lo tanto, sí es posible que el Seprona registre bastantes casos de galgos sin identificar.
El próximo 21 de febrero, PACMA y otras asociaciones protectoras se reunirán con miembros del Seprona para tratar el tema. “Les plantearemos unas series de recomendaciones para que haya un portocolo objetivo, basado en aspectos veterinarios, que delimite qué es maltrato”, indica Barquero.