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¿Quieres más a los microbios de mamá o a los de papá? Documentan la aportación del padre a la microbiota del bebé

Una pareja pasea con su hijo

Antonio Martínez Ron

12 de junio de 2024 21:54 h

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Cuando un bebé viene al mundo, sus intestinos y otros tejidos internos están libres de bacterias, casi estériles. Hasta que, con el paso por el canal del parto y las primeras bocanadas de aire y tragos de saliva, los microorganismos que le ayudarán el resto de su vida empiezan a colonizar su interior. En esas primeras semanas la mayoría de estas bacterias que le ayudan a digerir la leche materna y a otras funciones proceden de la madre, pero, ¿qué otras fuentes pueden contribuir a esta colonización exprés en los primeros meses de vida?

Un equipo de investigadores ha tratado de responder a esta pregunta a través de un estudio realizado en Finlandia con 74 bebés cuyos microbios fecales se han analizado durante más de un año y se compararon con los de sus madres y padres. “Decidimos analizar cómo otros adultos que están en contacto con el bebé, aparte de la madre, podrían ayudar a colonizar su primera microbiota”, explica Mireia Valles-Colomer, investigadora del la Universidad Pompeu Fabra y primera autora del estudio. Y lo que encontraron fue que, pasado un tiempo, las contribuciones del padre son importantes. Tanto que, cuando el bebé tiene un año, su microbiota procede de la madre y del padre a partes iguales.

“Lo que vemos es que la contribución de la madre es la principal cuando nace el bebé”, explica la investigadora a elDiario.es. “La del padre empieza más baja, pero llega un punto en el que se iguala con la de la madre y reciben algunas especies de bacterias más del padre que de la madre”. Este trabajo, que se publica en la revista Cell Host & Microbe, se ha realizado en parejas de hombres y mujeres, pero la aportación de bacterias podría provenir de otras fórmulas familiares y otras personas que convivan la madre biológica y el bebé. “Es probable que lo mismo ocurra con otras personas que tienen contacto cercano con el recién nacido”, asegura Willem M. de Vos, investigador de la Universidad de Wageningen y la Universidad de Helsinki y líder del estudio.

Compensando el efecto de los antibióticos

Uno de los aspectos que más interesaba a los autores del trabajo era analizar las diferencias entre los bebés que nacían por parto vaginal y los nacidos por cesárea, puesto que en estudios anteriores se ha visto que los primeros tienen un microbioma más rico y diverso, además de tasas mucho más bajas de enfermedades autoinmunes y alergias. “En bebés que nacen por cesárea siempre está la pregunta de qué pasa, también porque muchas veces a las madres les dan antibióticos antes y después del parto”, explica Valles-Colomer. 

De los 74 bebés del estudio, un tercio nació por cesárea y los otros dos tercios nacieron por vía vaginal. Los investigadores descubrieron que muchas de las cepas encontradas en los bebés a distintas edades se originaron en el padre, no en la madre, incluyendo cepas de Bifidobacterium longum, que ayuda a procesar los oligosacáridos de la leche materna. Que los bebés reciban del padre una bacteria para procesar la leche materna puede parecer antiintuituvo, pero tiene una explicación, y está en el uso de antibióticos, que reducen la cantidad de bacterias que la madre puede aportar.

No sabemos exactamente qué papel juegan las bacterias del padre, pero nos tranquiliza que si a la madre le dan antibióticos, el padre que también puede ayudar

Mireia Valles-Colomer investigadora del la Universidad Pompeu Fabra y primera autora del estudio

“Los bebés nacidos por vía vaginal reciben más bacterias de este tipo de la madre, aunque reciben algunas del padre”, explica Valles-Colomer. “En los niños nacidos por cesárea, con la interrupción de la transmisión por parte de la madre, la aportación de algunas de las bacterias por parte del padre llega a superar la de la madre, como es el caso de B. longum”. El hecho que lo explica, recalca, es que la mayoría de mujeres (en este estudio, todas) que tienen partos por cesárea reciben tratamiento profiláctico con antibióticos, que fácilmente pueden eliminar también las bifidobacterias. “Después de un tiempo las recuperan, pero no inmediatamente. Así, vemos una reducción significativa de la transmisión de la madre, y el padre compensa”.

Es por eso que Willem M. de Vos insiste en que “el papel del padre puede ser pequeño, pero no debe descuidarse”. “No sabemos exactamente qué papel juegan en general las bacterias aportadas por el padre, pero lo que a nosotros nos tranquiliza es que si a la madre le dan antibióticos, el padre que también puede ayudar”, resume Valles-Colomer.

Intercambio de microbiotas

El trabajo que se presenta ahora incluyó un segundo experimento, más específico, realizado con 7 bebés nacidos por cesárea dentro del estudio longitudinal HELMi (por las siglas de Salud y microbiota en bebés) que se sigue desde hace unos años en Finlandia. “En este caso, a algunos bebés nacidos por cesárea se les hizo un trasplante de heces”, explica Valles-Colomer. “La primera leche que recibían de sus madres la mezclaban —previo cribado de patógenos— para hacer un trasplante de heces e intentar encontrar una solución a la disrupción de la contribución de la madre que hay en el nacimiento por cesárea. Y, sorprendentemente, mejoró mucho”, asegura.

Este experimento es una prueba de concepto para mostrar vías con las que compensar la pérdida de microbiota en los partos por cesárea en algunos casos, no algo que se vaya a realizar en la práctica clínica. Para los autores es una confirmación de que la transferencia de microbiota fecal materna (FMT) en bebés nacidos por cesárea puede ayudar a corregir las alteraciones de la microbiota que a menudo se observan en bebés que no nacen por vía vaginal. Dado que los partos por cesárea representan actualmente aproximadamente una cuarta parte de los nacimientos en todo el mundo, defienden, debería prestarse mayor atención a la creación de un equilibrio saludable en estas poblaciones de bacterias.

Igualar responsabilidades

Rosa del Campo, investigadora clínica del Hospital Ramón y Cajal, considera que es una muy buena aportación estudiar la influencia de la microbiota paterna. “Si bien se conocía que los familiares también condicionan a la microbiota final del niño, es la primera vez que se pone de manifiesto la influencia del padre”, explica a SMC España. “Eso, en cierta medida, iguala la responsabilidad de ambos padres de dotar de buenas bacterias al niño”. 

Sería interesante estudiar casos con otras conformaciones familiares, como monoparentales u homoparentales

Toni Gabaldón Jefe del grupo de Genómica Comparada del IRB Barcelona

“El papel de los padres en el establecimiento de la microbiota de los bebés no es sorprendente, pero plantea preguntas sobre las implicaciones sobre la salud”, añade Toni Gabaldón, jefe del grupo de Genómica Comparada del IRB Barcelona, también en declaraciones a SMC España. “Asimismo sería interesante estudiar casos con otras conformaciones familiares, como monoparentales u homoparentales”. 

En opinión de Gabaldón, es destacable que madre y padre aporten especies diferentes a la microbiota al infante y que, por tanto, puedan ser complementarias. En cualquier caso, recuerda, “las observaciones deberían corroborarse en otros estudios”, pero le parece valioso que los autores apunten a posibles vías de restauración de una microbiota natural en partos no vaginales y llamen a la necesidad del estudio del efecto del uso de diferentes antibióticos durante el parto. 

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