Ruido interno en la Conferencia Episcopal por la elección de un nuevo portavoz y secretario general
“Ahora mismo, nadie sabe nada. Todos tienen sus candidatos pero, en el fondo, el único consenso es que ojalá Luis continuara. Y eso no es posible”. Un miembro de la Comisión Ejecutiva de la Conferencia Episcopal resume la incertidumbre con el que la Iglesia española aborda un comienzo de curso marcado por la expectativa de un ‘otoño caliente’ en las negociaciones con el Gobierno y con la necesidad de elegir un nuevo secretario general y portavoz, tras la renuncia del actual, Luis Argüello, nombrado por el Papa arzobispo de Valladolid.
La salida de Argüello –que se hará efectiva en noviembre, pero que se formalizó el pasado 30 de julio– ha generado mucha inquietud, y algún que otro ruido de sables en la Casa de la Iglesia, toda vez que el puesto de secretario y portavoz es un innegable escaparate mediático y, también, un puesto de poder tanto en la organización interna del Episcopado como en la representatividad pública de la Iglesia española.
“No vamos a encontrar otro como él”, señalan desde Añastro, sede de la Conferencia Episcopal. De hecho, durante el verano han sido bastantes los obispos que han pedido a Argüello que reconsiderara su decisión y se mantuviera en el puesto hasta que finalizase su mandato, en primavera del año que viene. Pero el arzobispo de Valladolid, como adelantó elDiario.es, tuvo claro desde el principio que, de ser nombrado obispo titular, abandonaría las responsabilidades en la CEE.
Confirmada la negativa de Argüello, las cordadas episcopales han comenzado a moverse. El perfil que se busca, en principio, es el de un obispo auxiliar, con capacidad organizativa y comunicativa, aunque no se descarta un ‘golpe de efecto’ y que sea un laico (incluso, hay alguna mujer entre los candidatos) quien ostente el ‘número 3’ en la Conferencia Episcopal. También hay dudas sobre si, como es tradición no escrita, el elegido (o elegida) mantendrá los dos cargos, o se dividirá la portavocía de la Secretaría General.
Este detalle es especialmente relevante, sobre todo teniendo en cuenta que la Iglesia española observa con preocupación los movimientos de La Moncloa en las próximas semanas, con negociaciones abiertas en materia fiscal –Obra Pía y pagos de impuestos como el ICIO o el IBI sobre la mesa– y previsibles encontronazos a cuenta del futuro del Valle de los Caídos, el aborto, la eutanasia o la reforma educativa, y que a buen seguro requerirán una voz de la Iglesia.
Los candidatos
A día de hoy son varios los candidatos que cuentan con el apoyo de distintos grupos de obispos. Junto a nombres absolutamente impensables –algún prelado incluso ha llegado a proponer al anterior portavoz, Juan Antonio Martínez Camino, como una posibilidad netamente conservadora– hay otros que desde hace tiempo suenan con fuerza, además de algunos candidatos ‘ocultos’.
El nombre que más ha sonado hasta la fecha y que, hasta hace pocas semanas, parecía seguro, es el del obispo auxiliar de Toledo, César García Magán. Sin embargo, otros candidatos han surgido con fuerza desde el momento en que Argüello informó que no había marcha atrás: entre ellos, el propuesto por el todavía secretario general: el obispo auxiliar de Santiago de Compostela, Francisco José Prieto. Los avances en la alta velocidad potencian este nombramiento, que además vendría a 'reparar' el 'no' que el arzobispo de Compostela, Julián Barrio dio, hace cuatro años, a la posibilidad de que su entonces auxiliar (y hoy obispo de Astorga, Jesús Fernández) ocupara el puesto. El final del doble Año Compostelano y la cercana salida del arzobispo facilitarían esta posibilidad.
Precisamente, las comunicaciones complican las posibilidades del que, para muchos, es el candidato del cardenal Omella, el obispo de Teruel, José Antonio Satué. El prelado, que trae de Roma ideas renovadoras sobre cuál debería ser el funcionamiento de la Casa de la Iglesia, tiene en su contra dos factores: que apenas lleva meses como prelado en la capital de la España vaciada (una diócesis con poca población, pero muy grande), y que no hay trenes, ni autovías, que conecten Madrid con Teruel. Y esta realidad, en principio tan pedestre, dificulta sobremanera el ejercicio de un cargo que requiere mucha presencia en la capital.
El otro gran candidato, probablemente a su pesar (aunque seguramente sea el más preparado de todos) es el obispo auxiliar de Madrid, José Cobo, uno de los más deseados entre el personal de Añastro, que valora su personalidad afable y su facilidad comunicativa. Un obispo, además, que se encarga del trabajo con migrantes y refugiados, una de las 'caras amables' de la Iglesia en una sociedad a la que cada vez le cuesta más valorar la presencia de lo católico en la vida pública sin que suene a naftalina o a movimiento ultra. El problema con Cobo está en la sucesión (todavía no planteada) de un cardenal Osoro que regresó de Roma con el respaldo del Papa para continuar con su misión. Una situación que no se repite en el caso de otro auxiliar, Arturo Ros, que podría quedar liberado tras la, dicen, inminente marcha del cardenal Cañizares.
¿Y si no fuera un obispo?
Por primera vez en mucho tiempo, y con la salvedad de José María Gil Tamayo (al que todos daban por puesta la mitra, como así sucedió), esta posibilidad está sobre el tapete. Y en ese punto, muchas de las miradas se dirigen a Raquel Pérez Sanjuan, secretaria de la Comisión de Educación y una persona muy valorada por su capacidad de trabajo y su claridad en el análisis. Falta saber si un club tan selecto y exclusivo como el de los obispos españoles sabría dar el paso y otorgar a un laico (y más, a una mujer) una responsabilidad que, con la reforma de la Curia en la mano, debería estar en manos de profesionales. Pérez Sanjuan es laica y pertenece a la Institución Teresiana.
El gran 'tapado' para muchos no es otro que el vicesecretario para Asuntos Económicos de la CEE y ex presidente de COPE (hay quien sugiere que dejó este puesto a finales de curso para ocuparse del control de la Casa de la Iglesia y las negociaciones con el Gobierno), Fernando Giménez Barriocanal. Una posibilidad que él desmiente aludiendo que es feliz con su puesto a tiempo completo en la universidad, pero que bastantes prelados ven como una posibilidad real, tal vez la única, en un momento especialmente difícil en las relaciones Iglesia-Estado y con muchos otros cambios internos por llegar, entre ellos el de la comunicación corporativa de la Conferencia Episcopal.
La otra opción es la apuesta por la continuidad, optando por el actual vicesecretario, Carlos López Segovia, a quien no se le conocen dotes para lidiar con la Portavocía, aunque todo puede darse. También, la de la sorpresa, el 'conejo en la chistera', que nadie duda que puede sacarse llegado el momento. Personas capacitadas para ocupar ambos cargos (secretaría y/o portavocía) hay. Resta ver si hay voluntad para dar un paso que el Papa está animando a que se dé en toda la Iglesia. También en la española.
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