Las UCI esquivan los efectos de ómicron
De forma casi matemática desde marzo de 2020, cada ola de COVID-19 ha seguido un mismo patrón: escala el número de infecciones y, entre una y dos semanas después, las hospitalizaciones en planta, las UCI y, por último, los fallecimientos. La pandemia se ha transformado desde la llegada de las vacunas, pero el último incremento de la transmisión en España no ha funcionado exactamente así. Aunque ya se venía observando, es en esta séptima ola cuando más claro se ha visto que la curva de contagios ha tirado hacia arriba de la de hospitalizados, pero no de la que mide los ingresos en cuidados intensivos. Las UCI se han librado de la embestida del coronavirus.
Los indicadores y la forma de medir y gestionar la pandemia han cambiado y ya no es tan fácil saber qué nivel de transmisión del virus hay, pero una vez que la curva de la sexta ola bajó, sí se produjo un incremento que los expertos califican de “importante”. De hecho, la incidencia acumulada entre los mayores de 60, la única que da ahora Sanidad, está en los 583 casos por cada 100.000 habitantes. Sin embargo, el número de ingresos en UCI se ha mantenido estable desde que se liberaran de los efectos de la ola de enero y diciembre: desde el pasado 19 de abril, el porcentaje de ocupación no ha subido del 4%.
La curva de intensivos permanece plana aunque sí ha subido la de hospitalizados menos graves. Es significativo compararlo con repuntes anteriores, por ejemplo el que hubo el verano pasado. Con 15.000 casos notificados a mediados de julio, dos semanas después había más de 1.600 personas en la UCI. Ahora, con la misma cifra notificada el 10 de mayo, 15 días después el número de pacientes en cuidados intensivos no llegaba a los 400. Y eso teniendo en cuenta que ahora los contagios sobre los que se informa son los de personas a las que se hacen test, únicamente mayores y vulnerables.
Pero no es solo cuestión de cifras, lo corroboran quienes están dentro: “Durante esta última ola no ha sido como en ocasiones anteriores, tanto en intensidad en el número como en gravedad de los casos. Al principio arrastrábamos pacientes de la anterior que llevaban mucho tiempo ingresados, pero hemos llegado a incluso estar sin ninguno”, señala María Cruz Martín, jefa del Servicio de Medicina Intensiva del Hospital de Torrejón de Ardoz. A la UCI del Hospital del Sureste, en Madrid, no han llegado pacientes con coronavirus esta vez. “Se ha notado mucho, el único que tenemos lleva tres meses”, confirma una enfermera del servicio.
La séptima ola nos ha pillado con buena inmunidad y se ha encajado bien a pesar de retirar todas las medidas de protección
Para el profesor de la Universidad de Alcalá de Henares Pedro Gullón, “la tasa de letalidad y de hospitalización ha ido bajando a lo largo de la pandemia cada vez más”, pero en la última ola “se ha observado más claramente un cambio de patrón”. El epidemiólogo apunta a que las UCI no se han llenado porque “la transmisión no ha sido tan alta” como en la sexta, pero sobre todo por la inmunidad que ya ha alcanzado la población: “Muchas de las dosis de refuerzo se pusieron en los últimos meses y también hay una gran inmunidad adquirida a través de la infección”, que hace que quienes vuelven a coger el virus “tengan muy pocas posibilidades de que curse de forma grave”.
Sí existe una brecha entre los datos de hospitalizados y los ingresados en UCI. Los primeros han ascendido con la escalada de casos. Gullón apunta a dos posibles razones: por un lado, que la inmunidad “es más fuerte contra lo más severo, es decir, fallecimiento y UCI, un poco peor para hospitalización y bastante peor para el contagio”. Pero, además, cree que pueden estar ingresando en planta personas “no muy graves” que en otras olas de la pandemia, con el nivel asistencial más saturado, “es posible” que no hubieran “cumplido los criterios de hospitalización”.
La séptima ola “nos ha pillado con buena inmunidad y se ha encajado bien a pesar de retirar todas las medidas de protección”, cree Fernando García Artalejo, catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad Autónoma de Madrid, que aun así insiste en que la pandemia no se ha ido todavía. Como factor diferenciador respecto a otras olas, apunta a que la inmunidad “es todavía mayor”. Y coincide Javier Segura, presidente de la Asociación Madrileña de Salud Pública: “Está claro que ómicron se ha comportado diferente a las anteriores variantes. Tenemos bastantes datos para confirmar una menor letalidad y severidad y que la vacuna nos ha protegido menos frente al contagio, pero mucho frente a la gravedad”, señala.
Ingresados muy vulnerables y “COVID incidental”
Aun así, el médico salubrista cree que hay mucha incertidumbre y que ahora mismo la pandemia “está siendo menos ilustrada” por los cambios en las notificaciones. De hecho, lo que ha ocurrido con la curva de ingresos en UCI no cristaliza de igual manera en la de fallecimientos y Sanidad sigue registrando cifras de entre 50, 60 o incluso 70 muertos diarios. Gullón apunta a que es posible que quienes enferman más gravemente sean cada vez más personas muy vulnerables, por edad o por patologías previas, “que no pasan por la UCI”. Segura apunta a otra incógnita, la del exceso de mortalidad que ha registrado el Instituto de Salud Carlos III en mayo, de algo más de 3.300 personas. “Hay que esperar a que se consoliden las cifras”, añade.
La experiencia compartida por los hospitales confirma que al mismo tiempo el perfil de persona que ocupa la UCI actualmente responde también cada vez más a este patrón de personas muy frágiles. Apunta a ello Martín, del Hospital de Torrejón de Ardoz, que en las últimas semanas ha visto “en general” pacientes “más mayores”, muchos de ellos vacunados “y en un porcentaje alto, con inmunosupresión y comorbilidades”. La Sociedad Andaluza de Medicina Intensiva y Unidades Coronarias, que ha informado de la “estabilidad” en las UCI a pesar del aumento de casos en la comunidad, lo asevera: son gente que “desarrolla enfermedad grave por presentar algún grado de inmunodepresión, bien por otras patologías de base o por tratamientos”.
Hemos ingresado pacientes por otras patologías críticas que en el cribado han sido COVID positivo y pacientes con otro tipo de infecciones respiratorias como neumonías por gripe y neumococo con PCR positiva
En este punto, Segura cree que sería útil contar con datos concretos sobre la inmunidad de la población, por lo que apuesta por que Sanidad lleve a cabo un nuevo estudio de seroprevalencia. “No sabemos exactamente cuál es el nivel ni tenemos información sobre la inmunidad celular”, afirma el experto, para el que es interesante ahora conocer cómo está la protección de los más mayores, los primeros en vacunarse. Precisamente la Comisión de Salud Pública autorizó esta misma semana una nueva dosis de refuerzo para quienes tienen más de 80 años, que previsiblemente serán vacunados a la vuelta del verano.
Pero además, los expertos diferencian entre los ingresos y las muertes por coronavirus y con coronavirus. Es la llamada COVID “incidental”, un fenómeno que ya se vio en la sexta ola pero que se ha agudizado en esta y que implica que muchos de los pacientes ingresados no lo están por una enfermedad grave derivada del virus, sino que responde a otros factores pero también están infectados. Hay, apuntan los expertos, muchos de estos casos en los que la COVID puede precipitar la muerte, pero se suele tratar de personas que ya estaban muy vulnerables.
Actualmente Sanidad no desglosa los datos en estos grupos, aunque, según confirmó el departamento dirigido por Carolina Darias hace unas semanas, negocia con las comunidades con este objetivo para dar una imagen más fidedigna de la situación. “Hemos ingresado pacientes por otras patologías críticas que en el cribado han sido COVID positivo y pacientes con otro tipo de infecciones respiratorias como neumonías por gripe y neumococo con PCR positiva”, ejemplifica Martín. Un perfil “completamente diferente en el manejo clínico”, pero que sí obliga a mantener dobles circuitos y “extremar las medidas de precaución” porque “aunque los cuadros sean mucho más leves”, la pandemia, asegura la médica, “debe hacernos seguir alerta”.
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