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Privatizar la atención primaria es romper la confianza entre médico y paciente

Fotografía de archivo (27/01/2021) de un quirófano vacío. EFE/José Manuel Vidal

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Mientras que los andaluces aplaudíamos en los balcones a cajeras, al personal sanitario, a los transportistas, a las limpiadoras y a todo el personal esencial, Moreno Bonilla estaba gestionando el ‘pandemiazo’ como si fuera el gerente de la sanidad privada y no el presidente de todos y todas las andaluzas. Siendo esto grave, lo es todavía más la reciente publicación de la Orden de la Junta de Andalucía que fija unas tarifas de 65 euros por consultas de atención de primaria; 150 euros por primeras consultas de especialidad; 90 por sucesivas consultas y 215 euros por las de alta resolución.

En su defensa, el Gobierno andaluz ha afirmado que ningún andaluz pagará nada y que la gratuidad del sistema público no se tocará. Y es aquí donde está la trampa y por lo que este sábado tenemos que llenar las calles de todas las provincias andaluzas en defensa de la sanidad pública que, sin duda, es la mejor herencia que nos han dejado nuestros padres y madres y lo que justifica por sí solo el adjetivo “democrático y social” de la Constitución Española de 1978 y el propio autogobierno andaluz.

La Orden aprobada por Moreno Bonilla tiene afán de lucro

La trampa de la Orden de privatización de la atención primaria, más allá del precio y de quién lo vaya a pagar, es que rompe el ingrediente principal que ha hecho del sistema público de salud de España el mejor del mundo: la confianza. No se trata de que sea o no gratuito, sino de que no tenga afán de lucro. La Orden aprobada por Moreno Bonilla tiene afán de lucro, porque a partir de ahora las consultas gestionadas por las clínicas privadas ya no estarán basadas en la confianza entre el paciente y el médico, sino en la desconfianza entre quien vende y quien compra.

Hay otros países donde la sanidad es gratuita para los usuarios, pero tiene afán de lucro, y los pacientes dejan de ir al médico porque si es muy barata su dolencia no son atendidos de forma satisfactoria al no ser rentables. Es lo que ocurre, por ejemplo, con el sistema de mutualidades, donde los pacientes, cuando tienen una enfermedad grave, desean ser atendidos por el sistema público porque es donde existen todas las garantías, las mejores máquinas y la mejor atención.

En el modelo de Moreno Bonilla, en lugar de pacientes, habrá clientes y es ahí donde hay que poner pie en pared. Lo que ha conseguido que España sea el segundo país del mundo con mayor esperanza de vida -solo por debajo de Japón-, a pesar de tener niveles de desigualdad elevados, es precisamente disponer de un sistema sanitario público, que a su vez se coordina directamente con los servicios sociales, los sistemas educativos y hasta con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.

El sistema público de salud de España no sólo cura, que también, sino que previene la enfermedad gracias a una red de centros de atención primaria, bien dotados y cerca del domicilio del paciente, que hace que el personal sanitario y los cuidados formen parte de la cotidianidad de los ciudadanos.

Lo que Moreno Bonilla está rompiendo con esta Orden de privatización de la sanidad pública es la confianza entre médico y paciente

Si una persona no confía en su médico de cabecera, porque teme que no le derive a hacerse una prueba diagnóstica porque no es rentable, seguramente no acuda cuando tenga un dolor estomacal leve para que le hagan una colonoscopia que prevenga un cáncer de colon. Si se rompe la confianza, el paciente será derivado a una colonoscopia cuando haya sangrado en las heces y quizás sea tarde para frenar el avance de un posible tumor.

Lo que nos estamos jugando los andaluces no es que tengamos que pagar o no en la consulta, sino la confianza en el sistema de salud. Lo que Moreno Bonilla está rompiendo con esta Orden de privatización de la sanidad pública es la confianza entre médico y paciente al someter la relación sanitaria al afán de lucro y a la desconfianza que se crea cuando se compran o venden cosas.

Las personas y nuestra salud no somos un bien de mercado, sino sujetos con derechos a proteger tanto por la Constitución Española como por el Estatuto de Autonomía de Andalucía. Con el dinero que Moreno Bonilla pretende regalarles a las clínicas privadas se podría contratar a todo el personal sanitario necesario para terminar con las listas de espera y que la confianza siga siendo la única moneda que un paciente le enseñe a su médico en la consulta.

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