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Aguilar de la Frontera identifica a las víctimas franquistas y ahora busca a las familias

Miembros de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Aguilar de la Frontera (Aremehisa) en trabajos de exhumación de víctimas.

Carmen Reina

Diego López Paniagua era empleado municipal y trabajaba en

los años 30 del pasado siglo en el Ayuntamiento de Aguilar de la Frontera

(Córdoba). Era uno de los guardias municipales de la localidad en la que vivía con

Dolores Belmonte Castro, su mujer. El 2 de agosto de 1936, poco más de dos

semanas después del alzamiento militar franquista, Diego fue asesinado y

enterrado en una fosa común en el cementerio de la localidad.

La documentación histórica, los datos de los depósitos de

cadáveres del cementerio y testimonios orales recogidos a lo largo de varios

años en la tarea de la Asociación para la

Recuperación de la Memoria Histórica de Aguilar de la Frontera (Aremehisa) han

permitido la “identificación presuntiva” de Diego tras la exhumación de sus

restos de la fosa común del cementerio. Pero para que esa identificación sea

plena y finalmente válida, falta el cotejo con el ADN de unos familiares que

ahora se buscan para poder concluir finalmente el trabajo de recuperación de su

memoria.

Como los de Diego, AREMEHISA tiene

identificados en una primera fase los restos de otras víctimas de la represión

franquista para los que también busca, mediante un llamamiento a la

colaboración ciudadana, a familiares que en la actualidad puedan prestarse a

realizar las pruebas definitivas de identificación genéticas. Porque en Aguilar de la Frontera, al contrario que en muchos otros casos en los que son los familiares los que buscan a las víctimas, ellos han identificado a las víctimas y ahora buscan a sus familiares.

Es el caso de los restos de

Francisco Cabello Aljama, empleado municipal que ejercía como “escribiente

temporero“ en el Ayuntamiento de Aguilar de la Frontera y fue asesinado el día

1 de agosto de 1936. O el caso de Manuel Arjona Lucena, también empleado

municipal como “vigilante de arbitrios”, asesinado el 30 de julio del mismo

año. José Gómez Pulido era guardia municipal en Aguilar de la Frontera y fue

asesinado, como su compañero Diego, el mismo día 2 de agosto. Y Rafael Ortiz

Jiménez, un tercer guardia municipal de la localidad, corrió la misma suerte el

15 de agosto de 1936.

Todos esos datos que han permitido preidentificar a estas víctimas han sido

recopilados, cruzados y elaborados finalmente en el listado que obra en poder

de Aremehisa, explica a eldiario.es/andalucia su presidente, Rafael Espino. Una

tarea llevada a cabo a lo largo de cuatro años desde 2010 en varias

exhumaciones realizadas en el cementerio de la localidad, pionera en la

recuperación de la memoria de los represaliados franquistas.

“Hacemos un

llamamiento a la población, recurrimos a las colaboración ciudadana para

localizar a familiares de las personas asesinadas en esta localidad tras los

acontecimientos ocurridos a raíz del alzamiento militar del 18 de julio del año

1936“, cuenta Espino. El objetivo es buscar información y establecer contacto

con los familiares de las personas sobre cuyos restos se han realizado “identificaciones

presuntivas tras las exhumaciones realizadas en el cementerio local“ durante

los años 2010, 2011 y 2012.

Y para ello,

desde Aremehisa solicitan la colaboración ciudadana que esperan recibir de allegados y familiares que con el tiempo han seguido su vida fuera del municipio y que atenderán por

correo electrónico, teléfono o a través de un formulario en su página web www.aremehisa.org.es

Requisitos para la identificación de las víctimas

Requisitos para la identificación de las víctimas

La

identificación de restos llevada a cabo por Aremehisa lleva

aparejado un trabajo que no sólo confía en el criterio genético para la identificación

de las víctimas, sino que establece otros dos requisitos más, mediante los

cuales se ha podido conocer de quiénes son los restos para los que ahora se

busca a sus familiares.

“Aguilar de la Frontera fue un núcleo de

población cerrado durante muchas generaciones y podían existir varias personas cuyo

código genético podía coincidir en gran medida con el de una víctima“, explica

Espino. De ahí que Aremehisa estableciera también como criterio para validar

una identificación la coincidencia de la fecha de la muerte con los datos que

obran en el depósito del archivo del cementerio, donde se señalaba con certeza

el número de personas enterradas un mismo día. Y asimismo, un tercer criterio

para la identificación plena de una víctima conlleva un estudio antropométrico

de los restos, donde datos como la edad del fallecido, son claves a la hora de

conocer la identidad de un cadáver.

Así, desde el

inicio de su trabajo en 2010, los integrantes de Aremehisa han llevado a cabo

tres operaciones de exhumaciones de víctimas franquistas en el cementerio de

Aguilar de la Frontera. Esos trabajos han dado lugar a la recuperación de los

cuerpos de 66 personas, de las cuales el 50% de ellas ya han sido identificadas

y entregadas a sus familiares.

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