Los ciclistas de Málaga se rebelan contra la norma que los expulsa a la calzada: “Es una de las ordenanzas más regresivas de España”
Tras varios años de vacío normativo, en los que se habían multiplicado las quejas por la impunidad con que usuarios de patinete campaban por zonas peatonales, el ayuntamiento de Málaga aprobó el 12 de enero una nueva Ordenanza de Movilidad. Estaba llamada a poner orden en un entorno urbano donde coexistían, sin mezclar demasiado bien, patinetes, bicicletas, peatones y vehículos a motor. Dos meses después de entrar en vigor, la norma suma dos manifestaciones en contra. Muchos ciclistas denuncian que los criminaliza y los expone a nuevos riesgos al expulsarlos indiscriminadamente a la calzada. El ayuntamiento insiste: el Reglamento de Circulación, de ámbito estatal, le obliga.
“Es una de las ordenanzas más regresivas de España”, protesta José Luis Martín, presidente de Ruedas Redondas, que formuló varias alegaciones a la ordenanza que no han sido tenidas en cuenta. Cree que el “clamor social” con los patinetes ha jugado en contra de la bici, metida ahora en el mismo saco que se saca a la calzada. “Creo que el patinete es más peligroso, porque va a más velocidad [hasta 25 kilómetros por hora]”, admite José del Río, concejal de Movilidad, “pero como la ley considera vehículo a la bicicleta, yo aplico la ley”.
Ruedas Redondas, que tiene 1.200 socios, convocó una bicifestación el pasado 14 de febrero. Unas 8000 personas, según los organizadores, secundaron aquella protesta. La de este viernes se limitó, por motivos de seguridad, a convocar a 150 personas para protestar frente al ayuntamiento y la Jefatura de la Policía Local. Se trataba de pedir que, antes de expulsar a las bicis de las aceras, el ayuntamiento ofrezca una red de carriles bici segregados del tráfico a motor y protegidos. También han iniciado una campaña de recogida de firmas.
Un carril 30 que no convence
La red de carriles bici de Málaga es hoy un sendero guadianesco a veces imposible de seguir. El ayuntamiento asegura que hay 45 kilómetros, aunque Ruedas Redondas rebaja la cifra: “Hay que restar los que han quitado, y lo que repercute en los recorridos que siguen existiendo, pero que ya no llevan a ningún sitio”. Hay tramos sin pintar y señalizar; tramos señalizados y pintados de rojo; y tramos que no existen. Simplemente, el carril bici termina. Así ocurre incluso en lugares idóneos, como la Alameda Principal o el Paseo Pablo Ruiz Picasso: poco después de los Baños del Carmen, se acaba el carril bici. Tan solo los fines de semana, una hilera de conos separa el carril derecho de la calzada, para que las familias continúen el paseo hasta la Malagueta.
Cuando entró en vigor la norma que expulsaba a bicis y patinetes de zonas peatonales y residenciales, el ayuntamiento desplegó setenta kilómetros de Carril 30: el carril derecho compartido con vehículos a motor, con limitación a 30 kilómetros por hora y preferencia para los vehículos de movilidad personal. Aunque la sensación es que cada vez más conductores se limitan a circular por el carril izquierdo, hay quienes utilizan el carril derecho para adelantar, frecuentemente a más de 50 kilómetros por hora. Además, el carril derecho sigue utilizándose para carga y descarga. “Ahora nos echan a compartir espacio con los vehículos a motor. Es un despropósito”, lamenta José Luis Martín, que cree que se ha expulsado a los ciclistas, que apenas tenían incidentes con los peatones, a un entorno muy peligroso.
“La utilización de los ciclistas de ese carril es muy poca, y es normal que, en un momento de saturación de la izquierda, algunos conductores vean libre el carril de la derecha y lo usen”, justifica el concejal. No hay problema, siempre que no se superen los 30 km/h y se respete la preferencia ciclista, lo que según Del Río, es lo habitual. Pero en esas circunstancias, dicen los ciclistas, el carril 30 no es seguro. Mucho menos cuando por él deben circular también familias enteras.
Pero el concejal contraargumenta: “La excusa es que en un momento dado pueden ir niños de cinco o seis años, pero es que eso no es vehículo y pueden ir por las zonas peatonales. Quienes no pueden ir son los padres que acompañan”.
“Solo con poner 30 en un carril y poner la señal no se garantiza que se va a cumplir esa velocidad máxima. Con la pintura la gente no cambia el hábito. Es muy barato, pero no es suficiente”, advierte Benjamí Aguilar, técnico de la Red de Ciudades por la Bicicleta, que opina que se trata de un planteamiento “irresponsable” que genera un grave riesgo.
Del Río vaticina que segregar estos carriles crearía un caos circulatorio en la ciudad. A 12 de febrero, con un mes de aplicación, la Policía Local tenía constancia de seis accidentes de patinetes y cinco de bicicletas, ninguno de ellos en el carril 30. Según ese informe, el índice de siniestralidad de estos vehículos ha caído casi un 30% respecto a 2020.
Los ciclistas: la norma desincentiva el uso de la bicicleta
La sensación, sin embargo, es de que la nueva ordenanza está consiguiendo el efecto contrario al pretendido: desincentivar el uso de un transporte eficiente, sostenible y sano. Ruedas Redondas pide que, mientras no haya una red totalmente conectada, se establezca una moratoria para la prohibición de circular por los paseos y las zonas peatonales y residenciales. De lo contrario, razonan, mucha gente optará por no usar la bici ante la disyuntiva de tener que compartir espacio con los vehículos a motor, bajarse de ella en mitad del recorrido o exponerse a una multa.
Es el caso de Cristina Gutiérrez, que desde hace ocho años acudía en bicicleta a su trabajo en el Centro Histórico, y ahora dejará de hacerlo: “Salir a la calle en bici ya lleva tiempo y esfuerzo. Si me tengo que bajar al llegar al centro histórico, buscar un aparcamiento, quitar el sillín para que no lo roben... No me compensa. Llego antes andando”, resume. Y no entiende por qué no se contempla alguna autorización, como la que existe para repartidores o guías turísticos: “Se podría conceder esta autorización a los que venimos al centro a trabajar”.
Además, está el problema de las multas, que van de 60 a 200 euros. Los ciclistas han denunciado una “campaña brutal de sanciones”, con episodios de excesivo celo sancionador, como el despliegue de seis motos en el Paseo Picasso para sancionar “a familias en bici”. Según el consistorio, hasta el 26 de febrero la Policía Local había realizado nueve propuestas de sanción en aplicación de la nueva ordenanza. De ellas, ocho por circulación en bicicletas y solo una en patinete, una proporción que no se corresponde con el uso de ambos vehículos en la ciudad, y que se explicaría porque se pusieron en el paseo marítimo, donde eran más habituales las bicis. Ruedas Redondas ha pedido por registro una actualización de estos datos.
Reunión de la mesa de la bicicleta
Después de años en los que era habitual toparse en Málaga con patinetes a la carrera entre peatones o con los propios vehículos tirados de cualquier manera en mitad de una acera, no parece sencillo cambiar. Dos meses después, sigue siendo habitual que bicicletas y patinetes circulen junto a los viandantes.
Mientras, se ha reactivado la mesa de la bicicleta. Por primera vez en cinco años, hubo reunión en febrero, y volverá a reunirse en abril. Allí se debatirá sobre el nuevo plan director de la bicicleta, sobre la propuesta de doce nuevos carriles segregados realizada por Ruedas Redondas y de la licitación de tres nuevos itinerarios, para los que se reservan 1.750.000 euros. Del Río también anticipa que pronto habrá propuesta para la Alameda Principal.
“Tenemos claro que la bicicleta y patinete están cogiendo auge”, dice el concejal. Pero de moratoria de la ordenanza, nada: “No podemos ser permisivos en las calles de Málaga con que circulen bicicletas y patinetes. Las personas mayores acompañarán a los niños a pie”. Ruedas Redondas anticipa que la recurrirá, porque “la letra con sangre entra”, dice su presidente, no es una buena idea.
0