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El patrimonio vulnerable de la España despoblada: roban un arco del siglo XVI de una iglesia del Pirineo

Estado en el que ha quedado el muro del atrio de la iglesia de Huértalo; a la derecha, el arco antes de ser robado.

Óscar Senar Canalís

Belver de Cinca —

Beatriz Franciscoud, vecina de Majones, núcleo del municipio de Canal de Berdún (Comarca de la Jacetania, Huesca), decidió aprovechar el puente de la Constitución para visitar junto a su marido el cercano despoblado de Huértalo. Hacía solo unas semanas que había estado en el lugar, ya que recientemente se había desbrozado el acceso, hasta entonces intransitable. Cual fue su sorpresa al comprobar que, entre una fecha y otra, algo había cambiado: faltaba el arco del atrio de la iglesia, un elemento arquitectónico del siglo XVI. La Guardia Civil investiga lo que, según confirman fuentes eclesiáticas, se trata de un robo. Un caso llamativo, pero no único, en un territorio extenso sobre el que es complicado ejercer vigilancia.

“Primero pensamos que el arco se había caído, pero al mirar con detenimiento comprobamos que lo habían arrancado”, explica al otro lado del teléfono Franciscoud, cuyo hallazgo se difundió hace unos días. La operación de desmontaje y traslado de las dovelas no tuvo que ser sencilla: “El acceso es muy complicado desde el último lugar al que se puede llegar en coche, solo hay una pista por la que apenas pasa una persona y, como mucho, una carretilla de obra. Además, extraer el arco sin tirar la fachada tuvo que requerir de mucho material y tiempo”.

A pesar del cuidado por desmontar el arco sin tirar toda la estructura, la lógica arquitectónica se ha impuesto y, finalmente, la pared de esa parte de la iglesia ha cedido y se ha derrumbado. Así lo confirma Franciscoud, quien, en su implicación con la zona, cada verano se encarga de enseñar la iglesia románica de Majones.

Este no es el primer destrozo de patrimonio que tiene lugar en Huértalo, deshabitado desde los años 90. “Han ido desapareciendo elementos como portadas y ventanales de las casas... Estos pueblos vacíos son cantera para gente que se construye viviendas”, cuenta Franciscoud, a la vez que recuerda que Huértalo está despoblado, pero eso no quiere decir que no tenga dueños: los inmuebles, o mejor dicho sus restos, son propiedad de varias familias, y la iglesia pertenece al Obispado de Jaca. Belén Luque, directora del Museo Diocesano de Jaca, no recuerda ningún caso reciente de las dimensiones del de Huértalo, si bien apunta que “este tipo de prácticas, en menor escala, fueron habituales hace unas décadas”.

Dificultad para vigilar el patrimonio rural

El Departamento de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de Aragón “lamenta profundamente el robo”, que además, recuerda, “se ha producido en una zona de muy difícil acceso”. “Desgraciadamente –apuntan desde Patrimonio- es un problema que existe en algunos núcleos despoblados, lo que dificulta su vigilancia”. Las mismas fuentes indican que no se ha detectado ningún incremento de este tipo de sucesos en los últimos tiempos.

Desde el Departamento explican que la vigilancia y seguridad patrimonial corresponde a los agentes de Guardia Civil, policía o protección de la naturaleza desplegados en general en el conjunto del territorio; en Aragón, añaden, a estos se suma una figura autonómica, los agentes de protección de patrimonio cultural y guardas de monumentos. Estos, además de inspeccionar el estado de conservación de los bienes y la legalidad de las intervenciones sobre ellos, también elaboran planes de protección, proponen y analizan expedientes de declaración de Bien de Interés Cultural (BIC)...

Un informe reciente presentado por Comisiones Obreras (CCOO) ante la Dirección General de Patrimonio pone de manifiesto que un 20% del territorio aragonés carece de cobertura por parte de estos agentes autonómicos especializados. Según los datos recabados por el sindicato, las comarcas sin atención específica son cinco en la provincia de Huesca y tres en la de Zaragoza. En Teruel, en cambio, todo el territorio goza de vigilancia de agentes del patrimonio. En total, la plantilla está conformada por once agentes y guardas.

Los “pillos” del patrimonio

Miguel Ángel Zapater, agente de protección del patrimonio cultural en la comarca de las Cinco Villas y delegado sindical de CCOO, explica que, “es la propia gente de la zona la que mejor vigila el patrimonio; por eso, cuando los pueblos se quedan vacíos, tanto los núcleos urbanos como las ermitas cercanas son objetivo de los pillos: con una pequeña camioneta pueden llevarse una pila bautismal y no se entera nadie hasta la siguiente romería”. Entre los casos recientes, recuerda el robo de un escudo nobiliario de una villa de Alagón, o el “expolio sistemático” que han sufrido los elementos constructivos decorativos del despoblado de Ruesta. Casos menos llamativos y mediáticos que el de los recién recuperados cascos celtíberos de Aranda de Moncayo.

Zapater reconoce que “es imposible poner a una persona a cuidar cada uno de los yacimientos o conjuntos históricos del territorio”, aunque “cuanta más gente haya destinada a esta tarea, más fácil será evitar atentados contra el patrimonio”.

De su trabajo habitual, Zapater destaca las patrullas en fines de semana y festivos, ya que “es cuando más posibilidades hay de que un monumento esté amenazado, incluso por gente sin mala intención”. Cita, por ejemplo, el caso de barbacoas domingueras al abrigo de las paredes de una ermita, o apoyadas en sillares romanos. También se enfrentan a casos de roturaciones agrícolas indebidas (como muestra gráfica, la que detectó en la sinagoga de Sádaba en 2015) o a emergencias debidas a inundaciones, lluvias torrenciales o incendios.

Entre las reivindicaciones del colectivo, además del aumento de efectivos, están cuestiones como la alto número de interinos de la plantilla (siete de once) o la renovación del parque de automóviles, ya que, por la propia naturaleza de su cometido, los vehículos sufren un gran desgaste.

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