La libertad incierta de los migrantes en Canarias tras el cierre temporal de los CIE
Los Centros de Internamiento de Extranjeros de Canarias están vacíos y cerrados. La lucha por lograr esta estampa es tan antigua como la historia de estos establecimientos, 35 años. Sin embargo, esta imagen es temporal y forma parte de una de las medidas tomadas por las autoridades para contener el coronavirus después de que al menos cinco internos de Barranco Seco dieran positivo, al igual que dos agentes de la Policía Nacional de Hoya Fría. Para los más de 70 migrantes que estaban encerrados en Gran Canaria la pregunta es clara: ¿volverán a ser recluidos cuando pase la alarma? La falta de certezas sobre el futuro próximo ante la crisis sanitaria impide a las organizaciones y administraciones especializadas responder a esta cuestión.
El juez de control de Barranco Seco, Arcadio Díaz Tejera, ha explicado que, cuando finalice el estado de alarma hay que analizar la situación individual de cada persona para comprobar si pueden reagruparse con sus familias o si hay alguna persona susceptible de ser expulsada. Sin embargo, el magistrado subraya la necesidad de tener en cuenta la situación del continente africano ante la pandemia, donde “los europeos han llevado el virus ya a 53 de los 54 países que lo conforman”, antes de plantearse la devolución de aquellos migrantes que han vivido en Canarias durante esta crisis sanitaria. “Si la situación en Europa es dramática y en Estados Unidos catastrófica, en África, con una estructura sanitaria frágil puede ser una calamidad”, matiza.
Por el momento, el grupo ha sido realojado en el Hotel Escuela de Santa Brígida, en una residencia de estudiantes de Arinaga y cinco personas siguen hospitalizadas. En el caso de Tenerife, las 25 personas que salieron del CIE han pasado a un recurso alojativo de Cruz Roja en Santa Cruz de Tenerife, donde ya hay 170 personas. En su caso, se había cumplido ya el máximo de 60 días que los migrantes pueden estar en un CIE de acuerdo con la ley. Ante la imposibilidad de deportarlos por el estado de alarma y el cierre de fronteras, han pasado al programa nacional de Atención Humanitaria, explica la responsable en Cruz Roja de este programa en la provincia occidental, Karima Elmahmdi. La portavoz subraya que estas personas están en libertad y que, salvo un cambio en su situación administrativa, no volverán al CIE porque en este tiempo no se ha logrado tramitar su expulsión.
En el caso de Barranco Seco, tal y como ha explicado la Federación de Asociaciones Africanas en Canarias (FAAC) a esta redacción, ninguna de las personas internadas había superado el máximo de dos meses que establece la ley, ya que pocos días antes de que se declarara el confinamiento, un grupo de once personas había sido puesta en libertad y muchos otros habían sido expulsados a Mauritania, incluso aquellos que no eran nacionales mauritanos, sino de Malí, un país en guerra. En el caso de quienes permanecen la Isla a pesar de haber pasado dos meses en un CIE, cuando llega el momento de liberarlos, “la Policía los pone en la puerta y son las ONG las encargadas de asesorarles”, explica Cheikh, que defiende que Canarias “no puede ser un lugar para bloquear la inmigración”. “Todos los que vienen tienen su proyecto, su objetivo. La mayoría ni siquiera quiere quedarse aquí porque hay menos oportunidades y tiene ya destinos familiares y propósitos. Las familias pueden ayudar mejor que nadie”, afirma.
Los cinco hombres ingresados en el Hospital Materno Infantil de Gran Canaria, cuatro malienses y un senegalés, “están bien”. “Al principio no entendían muy bien por qué estaban ahí confinados. La mayoría cuando llega tiene miedo de ser deportada, entonces no sabían si eran libres o no”, explica Mame Cheikh, miembro de la FAAC, que se ha encargado de visitarlos. Sin embargo, la Federación, la Policía y los intérpretes ya les han explicado que se trata de una situación mundial y que la población debe estar encerrada. La Plataforma Canarias Libre de CIE desea que “después de esto, puedan seguir con su proyecto migratorio”, aunque son conscientes de que la clausura de los centros es momentáneo y que, ante la llegada de pateras al Archipiélago, “no querrán cerrarlos”.
El papel del voluntariado está siendo fundamental en los espacios habilitados, subraya Antonio Viera, de la Plataforma Canarias Libre de CIE. Las personas no pueden ser visitadas y se mantienen en aislamiento preventivo, aunque pueden comunicarse entre ellos a través de un teléfono interno. “La solidaridad del personal que les atiende es admirable”, apunta la FAAC. Karima Elmahmdi destaca que en todos los establecimientos gestionados por Cruz Roja se están aplicando todas las recomendaciones trasladadas por el Ministerio de Sanidad y además se está dando formación continua sobre el virus tanto al personal como a las personas acogidas.
Los que llegan
A pesar de que en las dos primeras semanas de marzo el flujo migratorio por vía marítima que Canarias experimentaba desde 2019 cayó, volvió a experimentar un repunte a final de mes y a comienzos de abril. Muchas de las personas que llegan son de Costa de Marfil y de Malí, ante la delicada situación que atraviesan sus países. En el caso Gran Canaria, están siendo acogidos en dispositivos que se habilitan prácticamente con cada llegada. En Tenerife, la responsable de Cruz Roja señala que, quienes cumplen el perfil, pasan a plazas de acogida humanitaria en los mismos recursos.
Arcadio Díaz Tejera explica que en los CIE solo entran las personas susceptibles de ser expulsadas. Para ello, es necesario identificarlos, conocer su nacionalidad y comprobar si existe convenio de repatriación con su país de origen. En la actualidad, el procedimiento es distinto. En la comisaría se atiende a las personas que llegan por vía marítima y se les hace una entrevista personal en compañía de un intérprete y un abogado. Se analiza si son susceptibles de expulsión y se comunica la resolución. Sin embargo, nadie acuerda el internamiento ante la imposibilidad de ejecutar la devolución.
Siguiendo la tendencia del año anterior, en las últimas embarcaciones han llegado más mujeres y niños de lo habitual. “Muchas llegan embarazadas”, apunta Mame Cheikh. En muchos de los casos se desconoce si los embarazos han sido forzados, ya que en su trayecto sufren abusos. Médicos del Mundo y la asociación Daniela se encargan de atenderlas. En la Casa del Marino, un espacio habilitado para acoger a migrantes en Las Palmas de Gran Canaria, había incluso mujeres embarazadas que “no tenían ni idea de su situación, ni qué hacer”.
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