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La largada y el tufo de la niña Narváez

Fidel Araña / Fidel Araña

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Perlas de este collar aparte, es un secreto a voces que la defenestración de la niña Narváez está próxima. Conscientes, en el PSOE ya huelen el tufo que ha dejado su rastro político desde que accediera a la militancia de manos del ex presidiario Francisco Guedes, y también con él a la dirigencia del partido en San Bartolomé. No fueron coincidencias. Sí pura y evidente tapadera para el negocio común de pedir y mandar. Sirva un solo dato. La niña Narváez era concejala de Cultura cuando su mentor Pacuco se agenció -con la firma impúdica y punible de un informe de dicha Concejalía- el famoso barco de madera que acompañó al otro de sus amores y dolores, que restauró para que su hijo Jonás paseara la mar oceana vestido de marinero capitán.

Y un soplo de conocimiento para vergüenza de la ciudadanía con filosofía y objetivos de izquierdas que votó al Socialismo en las últimas municipales en San Bartolomé: una de las dos condiciones que exigió la niña Narváez por voz de sus pupilos negociadores para firmar el pacto con Nueva Canarias fue que le pusieran a la dama coche oficial y chofer para poderse mover. Y ahí está Juan Ortiz, su alma guardián. La otra condición, porque me parece aún mucho más vergonzosa ni la miento, y dejo que sean la propia niña y quien firmó el informe para que Pacuco se agenciara un barco dilapidando dinero público, quienes digan cuál fue. Si tienen arrestos, y si son honestos.

La calima, la falta de aire puro, limpio y fresco en San Bartolomé, deja entrever que desde la última hora del domingo la calufa y el tufo ya serán prácticamente insoportables en este municipio urgentemente necesitado de planificación, renovación e inversión.

La largada intestinal que se dio la niña Narváez desde Berlín sobre “anulaciones, corderitos, plenos y manos, precios, convocatoria de mesa de pacto, reflexión, alcanzar una solución?”, y otras paridas viscerales, me huelen a acorralamiento y miedo. Me parecen una respuesta reveladora y rebelde a una meditada y concienzuda petición de su acta de concejala y, sobre todo, me recuerdan al mismo, simétrico, calcado y exacto discurso de crucifixión que ofreció su mentor Pacuco Guedes cada vez que pudo, desde que fue avisado y advertido en la misma casa de Narváez, hasta el mismo momento en que se lo llevaron preso. Ma'Pino, la alcaldesa, no tendrá que cesarla. El rastro de la niña Narváez ya es alargado.

Fidel Araña

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