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Vaya par de cuates

15 de noviembre de 2024 13:12 h

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El PP español ha boicoteado esta semana la elección del gobierno europeo después de culpar a la vicepresidenta Teresa Ribera de las mortales consecuencias de la Dana valenciana. Es el mismo PP que no asume ninguna responsabilidad después de la pésima y nula gestión de Carlos Mazón al frente de su comunidad.

La Comisión Europea está ahora en standby porque la derecha y la ultraderecha españolas han bloqueado la elección de Ribera como vicepresidenta de la CE, a pesar de su prestigio internacional, que es algo que fastidia mucho a los ultras más retrógrados.

Es muy patético y ruin que quieran desviar la atención de la mala gestión de Mazón hacia la vicepresidenta española. España ya no admite más cortinas de humo para que los mandatarios se vayan de rositas. 

El presidente valenciano prefirió aislarse durante varias horas en un reservado de un restaurante de la capital para ofrecer a una periodista amiga la dirección de la televisión autonómica. Fue una comida larguísima que se demoró mucho con una sobremesa prolongada y luenga mientras sus paisanos morían bajo la riada sin que la Generalitat pusiera orden en el caos. 

Las horas en las que Mazón estuvo ausente y abandonó sus funciones como presidente fueron decisivas. Los humanos no podemos impedir los fenómenos naturales adversos pero sí estamos capacitados para minimizar los daños, especialmente los personales ya que los materiales pasan aquí a un lugar secundario.

La Aemet a las órdenes de la ministra Ribera advirtió con mucho tiempo de antelación y de hecho hubo alcaldes valencianos (también del PP, como el primer edil de Utiel) que actuaron con rapidez y gracias a eso pudieron salvar muchas vidas de sus vecinos. El tiempo y los temporales no tienen color ideológico, aunque las alertas sí son rojas, naranjas o amarillas. 

Cuando Mazón iba por el primer plato ya habían fallecido varios paisanos en un número que fue aumentando a medida que comía con total tranquilidad, ajeno a la tormenta que se desarrollaba fuera del restaurante. A los postres y el café, ya había un considerable número de ahogados. 

Mazón fue el primer presidente autonómico que decidió unilateralmente formar gobierno con Vox mientras que Feijóo y los otros barones dejaban transcurrir un tiempo prudencial que además no perjudicase al PP en las siguientes elecciones generales que estaban a punto de celebrarse. 

Mazón no quiso perder ni un segundo porque lo único que le importaba era ser presidente de su comunidad, daba igual que fuera con el respaldo de la ultraderecha, que posteriormente puso sus peculiares condiciones aceptadas por el Partido Popular. Cada vez hay menos diferencias entre Feijóo y Abascal. Son políticos mellizos. Menudo par de cuates. 

Una de las primeras medidas de Mazón nada más tomar posesión del cargo fue destruir la Unidad Valenciana de Emergencias que había creado su antecesor, el socialista Chimo Puig. Mazón, presionado por Vox, dijo que esa Unidad Valenciana de Emergencias había sido un capricho y una ocurrencia de Puig. 

En realidad no tiene que sorprender esa mentalidad de la derecha española si tenemos en cuenta que cuando Zapatero creó la Unidad Militar de Emergencias (UME), los mismos trogloditas insensibles se tiraron a su yugular. Hoy nadie cuestiona a la UME pero entonces sí lo hacía toda la derecha en bloque. Los que no tienen memoria pueden comprobarlo fácilmente en la hemeroteca.

Hay una derecha inmoral e indecente que antepone siempre lo material y crematístico a la resolución de las demandas más acuciantes de sus conciudadanos, especialmente los más necesitados. Para el PP y Vox, una unidad de emergencia para casos como el de la fatídica Dana solo es una sala hospitalaria, una ocurrencia, porque a ellos las personas les importan un rábano. 

Como afirmó miserablemente Ayuso acerca de las 7.291 muertes de ancianos en la residencias madrileñas: “Total, se iban a morir igual” . Esta insensibilidad e inhumanidad de la derecha más extrema en España la llevan a despreciar de forma abyecta las vidas humanas. 

El PP y Vox no solo se mofaron de la 'ocurrencia' de Ximo Puig sino que además utilizaron ese dinero para invertirlo en un asunto tan crucial y fundamental para los valencianos como la tauromaquia. En aquel momento su vicepresidente en la Generalitat era un torero ultra decrépito y casposo que no decía más que tonterías cuando abría la boca. 

La cúpula del PP es tan deshonesta y mezquina que se ha negado en el Parlamento Europeo a votar a favor del nuevo Gobierno de la UE solo por el hecho de que la representante española sea la vicepresidenta Teresa Ribera, a la que culpa inicuamente de las muertes en la Comunidad Valenciana cuando hasta un niño de jardín de infancia sabe que la competencia y la responsabilidad son de la Comunidad Autónoma, independientemente de la colaboración y la ayuda que pueda y deba ofrecer el gobierno central. 

Ahora la derecha y la ultraderecha culpan a Pedro Sánchez por no haber decretado el estado de alarma, como hizo con la pandemia, en la que tuvo que soportar el rechazo infame de PP y Vox. Da lo mismo lo que haga o diga Pedro Sánchez porque la oposición le va a linchar igual. Por eso siempre será mejor que haga lo que cree que es mejor para los españoles y desoiga la crítica destructiva. La constructiva siempre es bien recibida. 

El problema del PP es que necesita a Vox para seguir en el poder, por lo que cede ante cualquier exigencia irracional, inmoral y absurda de la ultraderecha. Ayer mismo la alcaldesa de Burgos, del PP, reculó después de que anulara las ayudas a las ONG que asisten a los inmigrantes en la ciudad castellana porque Vox se lo había exigido.

Después de una manifestación de miles de personas en la capital burgalesa y la presión de Cáritas, que se solidarizó con sus compañeros de fatiga, la alcaldesa dio marcha atrás ya que no sólo tenía la oposición de la izquierda en el consistorio sino también la presión ciudadana y la propia institución social de la Iglesia Católica, que advirtió al Ayuntamiento que si les quitaban las ayudas económicas a las otras ONGs la entidad religiosa también la rechazaría. 

La diferencia que hay entre católicos de pacotilla en partidos ultras y cristianos auténticos que siguen las enseñanzas evangélicas es más grande que la cara dura del conchudo Mazón. 

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