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El precio de la soberbia

Nardy Barrios / Nardy Barrios

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Dada la rotundidad con la que se han pronunciado las distintas sentencias, no seré yo quien diga explícitamente por donde se ha pasado la ley la muchachada del PP en sus múltiples y variados lanzamientos. Pero lo que sí quiero afirmar es que estos iluminados han perjudicado a todos los ciudadanos de Las Palmas de Gran Canaria, por una gigantesca piedra de más de 12.000 millones de las antiguas pesetas. (72 millones de euros)

La magnitud del quebranto que han causado es tan grande que cada habitante de nuestra ciudad, contando absolutamente a todos, desde el niño recién nacido que ahora mismo está en la incubadora de un hospital, hasta esos ancianos que malviven con su pensión mensual de 300 euros, pasando por los discapacitados, indigentes, parados y por todo ese ejército de gente que malamente llega a fin de mes, tendría que pagar más de 30.000 pesetas a fondo perdido por la gracia Soriana del PP. Basándome en una frase de Churchill, en este caso, yo diría que: “nunca tantos han pagado tanto por culpa de tan pocos”.

La historia de este disparate comenzó cuando este lanzador, que es muy lanzado, convirtió a nuestra ciudad en un gran tablero de Monopoly; donde un día expropiaba una parcela para construir un parque público, al día siguiente de incautarla, esa misma finca era recalificada para volverla a hacer suelo edificable, y no contento con esto, un tiempo más tarde modificaba el Plan General de la Ciudad para que en ese mismo terreno se pudiesen construir cinco veces más viviendas que en los solares colindantes. Y todo esto, haciendo caso omiso a las denuncias que hicimos los partidos de la oposición. A cara descubierta. Como sólo él sabía hacerlo.

Así las cosas, entre otras, nos encontramos con actuaciones irregulares como la de la Biblioteca Pública, el Edificio Insular I, la parcela de la calle Pavía, o la de muchísimos particulares a quienes no se les pagó el valor real de sus terrenos. Y si a todo esto le añadimos otros pufos memorables como el Garaje de la Cícer, la Gran Marina, la Mega-demolición del Scalextric o la Potabilizadora de Isolux, nos encontramos con un panorama desolador, pero que aún puede ser peor; porque todavía quedan muchas cuentas pendientes con la justicia en asuntos de tanta envergadura como el Canódromo, o la última decisión de Soria sobre Emalsa; y si las sentencias que se nos vienen encima tienen el mismo sentido que las anteriores, mejor apagamos el alumbrado público e iluminamos las calles con velas para hacerle rogativas a Santa Rita.

Y mientras tanto, ahí sigue, como si tal cosa, sacando pecho, orgulloso de su gestión, sin sentir un mínimo remordimiento por todo ese capital tirado a la basura. Un dinero con el que nuestra ciudad podría acometer importantísimas mejoras sociales. Antes, él y su cuadrilla estaban ciegos de poder; ahora en la oposición, sus sucesores, que nunca fueron unos linces, siguen con los ojos tapados por la venda de la arrogancia.

Después de varios años advirtiendo sobre lo que se nos venía encima, el futuro ya está aquí. Es el ocaso de los Dioses, sus palabras huecas y el protagonismo estelar se ha transformado en una triste caricatura de sí mismo que tiene que dar esperpénticos abrazos para poder conservar -aunque sea de subordinado- algo de poder. Sabe con certeza que está en el principio de su final. Su porvenir es muy oscuro, casi negro y sólo desprende un aroma: el del escándalo.

La de Soria es la triste balada del muchacho que alcanzó la cumbre sin saber volar, y cuando llegó a lo más alto, el poder lo hizo soberbio, y después la soberbia lo llevó a la necedad y desgraciadamente su necedad ha colocado a Las Palmas de Gran Canaria al borde de la quiebra.

Pero mientras tanto, ¿quién y cómo pagará este tremendo pufo?

*Presidenta de Compromiso

Nardy Barrios*

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