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De Robin Hood, a los caballeros de Moody's

Antonio Ortega Santana / Antonio Ortega Santana

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Cuando, te paran en la calle, para solicitarte información relativa a los préstamos hipotecarios, y la forma de hacerle frente al inminente embargo de tus cuentas, de tu sueldo, y de todo aquel familiar que por seguridad jurídica incluyes como cotitular en tu c/c, ese generalizado invento del siglo XX que ha permitido a las empresas agilizar el pago de sus nóminas y por ende, tener controlada la renta nacional a tiro de clic del “ratón” de un ordenador, se te ponen los pelos de punta. El generalizado clamor, tiene pocas diferencia de matices, la mayoría de los afectados te dicen lo mismo, algunos, incluso, tuvieron la desgracia de tropezar con el “comercial” que le “ayudó” a solventar el limite de la hipoteca, insinuándole aportar posibles ingresos opacos, para conseguir el dúplex o adosado, soñado toda la vida. De aquellos “alegres” barros, hoy convertidos en lodo, por el llanto y crujir de dientes de toda la familia.

Hasta donde llegaría la responsabilidad patrimonial de la Banca, que de forma generalizada, y conciente del incumplimiento de la praxis habitual, ha llevado a millones de familias a tener que dejar su vivienda, seguir perseguido por la Entidad bancaria, embargándole todo euro que ingenuamente le llega a su c/c; que le priva de, como mínimo, dar de comer decentemente a su familia, de reconducir la educación de sus hijos, y lo peor dormir en un albergue o entre cuatro cajas de cartón, a lo que ya nos hemos acostumbrados ver, sin inmutarnos.

¿Justicia divina o justicia humana? Esa sería la pregunta que deberían hacerse, no sólo los padres de la patria. Deberían reflexionar los artífices de la burbuja inmobiliaria, los hombres y mujeres que con miope visión del futuro, convirtieron el suelo patrio en un inmenso solar, para el enriquecimiento y solaz disfrute de los beneficios obtenidos y por obtener de los incautos ciudadanos que creyeron en las palabras de falsos profetas, que hoy les persiguen día y noche en busca de la indecente rapiña que supone el estar: sin techo, sin familia, sin horizonte, en definitiva, sin vida.

Ahora cabe preguntarse ¿Qué camino les quedan a esos millones de españoles, que un aciago día creyó en la “buena fe” de unos hijos, como diría un mexicano, “de la chingada”? Personalmente pienso que el primer “ladrillo” se ha puesto y se ha grabado a sangre y fuego “15M ni un paso atrás” que los causantes por acción u omisión, conozcan el poder del pueblo, es lo menos que podemos exigir.

Antonio Ortega Santana

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