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El juez delincuente que lo salpicó todo de mierda

El exjuez Salvador Alba
15 de abril de 2024 18:58 h

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Desde la cárcel de Estremera, en Madrid, donde ya lleva más de un año de los seis y medio que le cayeron por corrupto, el orgullo del juez delincuente Salvador Alba Mesa sigue intacto. Él siempre sostuvo que obraba conforme a la Ley y que eran los demás los que formaban parte de una conspiración para perjudicarle. Se sentía ampliamente respaldado por José Manuel Soria, ministro de Rajoy; por Antonio Doreste, presidente del Tribunal Superior de Justicia de Canarias; por Emilio Moya, presidente de la Audiencia Provincial de Las Palmas, y por Manuel Marchena, presidente de la Sala Segunda del Supremo. ¿Con qué objetivo?: acabar con la carrera política y profesional de la magistrada Victoria Rosell, que por entonces se iniciaba como diputada de Podemos.

Con la fortaleza que le daban tan egregios respaldos decidió imponerle al empresario Miguel Ángel Ramírez una fianza de 35 millones de euros que le obligara a pedirle una reunión en la que pactar cualquier cosa. Y Ramírez accedió: al fin y al cabo él trataba de salvar sus empresas, que se vieron muy perjudicadas por tan cuantiosa decisión judicial. 

Alba le pidió que declarara lo necesario para que Marchena admitiera a trámite en el Supremo una querella de José Manuel Soria contra Victoria Rosell por retardo malicioso en la administración de justicia, prevaricación y cohecho. Con la colaboración de Ramírez, la querella fue admitida, pero ni Soria ni Alba, ni por supuesto Marchena, sabían que aquella conversación en la que se pactaba la conspiración había quedado grabada para la posteridad.

Tampoco lo sabía el presidente de la Audiencia Provincial, cuya voz quedó registrada no sólo bendiciendo en persona la reunión, sino, acto seguido, ya en su propio despacho, la operación que acababa de pactarse.

Ahora, ocho años después, el empresario al que Alba impuso una fianza de 35 millones de euros, al que denunció por haberle grabado en su despacho de la Audiencia Provincial de Las Palmas, al que consideró artífice de una conspiración contra él, acaba de resultar absuelto de la causa de la que el juez delincuente se hizo cargo para montar la operación con la que conseguir el favor de Soria y, de ese modo, ganar puntos para trepar en la carrera judicial española.

Ahora, ocho años después, resulta que el empresario que Alba y Soria decían que estaba siendo beneficiado por Victoria Rosell en su juzgado, ha resultado absuelto por culpa de las maniobras delictivas en aquel mismo juzgado del juez estrella de Estremera.

Alba, en la cárcel; Ramírez, libre de delitos.

Pero la historia de la mierda con la que Alba lo salpicó todo no acaba aquí.

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