El Condado de la Vega Grande impone su modelo de chiringuitos en playas de Gran Canaria en pleno confinamiento
La playa de Las Burras, en la zona turística del sur de Gran Canaria, está desierta de bañistas estos días debido al estado de alarma, pero eso no ha desmotivado a los promotores de un nuevo chiringuito en la arena misma de la playa. El kiosco ha desatado la polémica entre grupos ecologistas que denuncian que se haga sin posibilidad de vigilancia ciudadana y un hotelero que critica que perpetúa un modelo de turismo barato. Sin embargo, cuando unos y otros piden la intervención del ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana o de la Demarcación de Costas, la respuesta es la evasiva. En esa playa manda la familia del conde de la Vega Grande gracias a viejos derechos reconocidos por última vez en una sentencia del Tribunal Supremo en 1991.
La familia Del Castillo tiene el derecho preferente sobre la gestión de los servicios de hamacas, kioskos y deportes acuáticos en la playa de las Burras y otras zonas del litorial de ese municipio grancanario por ser el propietario de estos terrenos costeros antes de que la Ley de Costas de 1988 las hiciera de dominio público. Gracias a esos derechos, adquiridos en el siglo XVIII por agradecimiento el rey Carlos III, los herederos del conde se aseguraron la lucrativa gestión de algunas de las playas más concurridas de la isla, según ha confirmado a este periódico el jefe de la Demarcación de Costas de Canarias, Rafael López Orive.
Un tribunal de primera instancia en Las Palmas de Gran Canaria había desestimado la reivindicación de propiedad de las playas de la familia del Castillo en 1990 pero, al seguir todas ellas a nombre del conde en el Registro de la Propiedad como fincas las número 517 y 4.074, el Tribunal Supremo resolvió que la Administración no podía realizar ningún acto de posesión sobre las mismas para otorgar la concesión a otro particular, según informó entonces El País El País al hacerse eco de la sentencia.
“Con todos los respetos, es una locura, y sólo podría explicarse en una época feudal”, dijo el por entonces alcalde de San Bartolomé de Tirajana, Francisco Araña del Toro.
El Condado de la Vega Grande y Guadalupe fue establecido en 1777 por el rey Carlos III tras la conquista de Gran Canaria y comprendía el 7% de la superficie de la isla, incluyendo muchos terrenos costeros en el sur. Estas tierras carecían de interés económico cuando el archipiélago se dedicaba al cultivo de tomates y plátanos, pero se revalorizó de manera astronómica gracias al boom del turismo en los años 70. Fue entonces cuando el condado se interesó en la gestión de las playas, de la que se había encargado el Ayuntamiento durante 25 años.
Este 2 de mayo pasado falleció Alejandro del Castillo Bravo de Laguna, noveno conde de la Vega Grande, a los 90 años. Fue precursor del turismo en el sur de la isla a través de un concurso de ideas fallado en 1962 para explotar sus tierras bajo la marca Maspalomas Costa Canaria. Tras su muerte, el título recae en el mayor de sus cinco hijos, Alejandro del Castillo y Benítez de Lugo.
En la mañana de este martes, un hotelero de la zona criticaba en un vídeo la instalación del chiringuito por su impacto en otras inversiones turísticas de la zona. El hombre denunciaba el impacto del chiringuito en el cercano hotel Don Gregory, del Grupo Dunas, que lleva invertidos “millones en reformas”. El empresario asegura que este tipo de chiringuitos es “insalubre” y da servicios de mala calidad, atrayendo “a los peores clientes de Europa” e impidiendo que Gran Canaria atraiga a una clientela de más alto nivel. “No nos merecemos esto”, aseveraba.
Por su parte el concejal de Turismo del Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana, Samuel Henríquez, se ha desmarcado del asunto, asegurando que el consistorio local concedió el permiso de obras en abril pero la iniciativa depende solamente del conde y que cuenta con el visto bueno de Costas.
El autor del proyecto, que data de 2018, es el ingeniero de caminos Víctor Pérez López.
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