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88º Aniversario de la coronación canónica de Nuestra Señora de Las Nieves por mandato pontificio del papa Pío XI

José Guillermo Rodríguez Escudero

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Que en la mañana de hoy, en la Rambla de Cuba, previo expediente canónico y con autorización legal, se procedió a coronar solemnemente a la imagen de Nuestra Señora de Las Nieves, trasladada ayer desde su Santuario hasta la Ermita de La Encarnación; y en un altar levantado para celebrar los sagrados oficios, a presencia de una muchedumbre de esta ciudad, pueblos de la isla y fuera de ella, el Nuncio de Su Santidad y Arzobispo de Lepanto, Excmo. y Rvdmo. Señor don Federico Tedeschini y Serina, con especial delegación pontificia para este acto, procedió a entregar las dos coronas de oro y pedrería, previa su bendición, a las autoridades eclesiásticas, civiles y militares de este territorio, Iltmo. Señor Obispo de esta Diócesis, Fray Albino González y Menéndez Reigada; don Blas Hernández Luján, Delegado del Gobierno en esta Isla, que tiene la representación para este acto de Su Majestad el Rey…

Al hacer la entrega se exigió por el Delegado Papal a las autoridades sobredichas el juramento de que las coronas serán fielmente custodiadas y no se podrán destinar nunca a otros usos que aquellos para los cuales se consagran solemnemente“.

Acta notarial de Federico López y Martín-Romero

22 de junio de 1930.

 

Simbología. La corona

 

Desde la antigüedad, el arte sacro se ha recreado en la corona de la Virgen María de forma intencionada y la ha resaltado para que ningún observador quede impasible ante su visión. A través de la pintura, la escultura, la joyería, la orfebrería, etc., nos llega una multitud de fabulosos ejemplares de diademas y coronas de todo tipo, aureolas, nimbos, mandorlas y halos de dispares proporciones para dignificar las grandezas y glorias de María, “Reina y Madre”. Desde el Apocalipsis ya se nos dice que “apareció una figura portentosa en el cielo. Una mujer vestida de sol, la luna por pedestal, coronada de doce estrellas”. (Ap. 12,1)

En la iconografía de los santos, la corona era atributo y complemento de la indumentaria en los personajes reales. También los artistas medievales ponían coronas de princesas a las vírgenes y mártires más ilustres; otras veces las adornan con coronas de rosas u otras flores.

Desde antiguo, el pueblo cristiano invoca a la Virgen María para que interceda ante Dios ante cualquier dificultad o problema, venera sus imágenes, ora ante ellas, las adorna con “flores, luces, mantos, joyas y exvotos, las lleva en procesión y las corona con coronas de gloria, talladas y esculpidas en la imagen, o postizas, añadidas a ella como complemento necesario de especial significación”. (Mons. Iguacen)

La corona es símbolo de realeza y de poderío; es premio, galardón y recompensa; es victoria, signo de esperanza, de honor, de dignidad, de grandeza, de martirio, de santidad, etc. Hay coronas confeccionadas con los más fabulosos materiales, como oro, plata, piedras preciosas, diamantes, perlas… Como nos aclaraba Mons. Damián Iguacen, “esto no es para escandalizarse, sino para hacernos pensar que todo lo que pertenece al culto divino ha de ser, en verdad, digno y bello, signo y símbolo de las realidades celestiales”.

Aún hoy en día, el impresionante joyero y tesoro de Nuestra Señora de Las Nieves, sin parangón en el Archipiélago, se incrementa constantemente con los obsequios que le hacen de dentro y fuera de nuestras fronteras insulares, en agradecimiento por los favores recibidos. Como nos decía Alberto-José Fernández García, estas alhajas y valiosas dádivas “han sido prueba del amor filial de un pueblo”... Estas joyas son, en definitiva, muestras de cariño, señal de respeto y, sobre todo, ofrendas o exvotos con las que se pagan las promesas cumplidas hechas durante algún problema o dificultad.

 

“Sobre el altar, este día / de aquesta peña radiosa,

sangre de Dios milagrosa/ riega el jardín de María;

y Ella que al cielo extasía/ y al mundo pasma en belleza,

paga en amor la nobleza/ con que su pueblo la adora,

siendo en la tierra que mora/joya de eterna grandeza“

 

Carro Alegórico y Triunfal de 1920

Lota España (Lolita González Pérez) 

La coronación 

Dirigía el Obispado de esta Diócesis Nivariense Fray Albino González y Menéndez Reigada, gobernaba la Iglesia S.S. Pío XI y reinaba en España S. M. Alfonso XIII.  Fernández García nos recuerda con estas palabras aquellos históricos instantes cargados de gran emotividad: “este gran deseo de todos los palmeros fue una realidad en la espléndida y luminosa mañana del 22 de junio de 1930. En este día, una vez terminado el pontifical, el Nuncio de S.S. en España y arzobispo de Lepanto, el Excmo. y Rvdmo. Don Federico Tedeschini y Serina, más tarde príncipe de la Iglesia, coronó canónicamente a la Virgen y el Niño (…) En las dos piezas está representada, de una manera especial, la más alta y sublime expresión de fe y cariño que los hijos de La Palma han tributado, desde siempre, a su querida Virgen de Las Nieves. Actuaron de padrinos en la ceremonia doña Rosario Becerra y Cosmelli y don Tomás Sotomayor y Pinto…”  

Fue precisamente aquella dama quien había donado todas sus joyas a la Virgen para que fueran invertidas en la corona de oro, brillantes y esmeraldas que había de ponérsele en esta ceremonia. El historiador palmero también nos informa de que “ello, juntamente con los donativos de los hijos de la isla, hicieron realidad las ricas coronas del Niño y de su Madre”. 

El Diario de Avisos (3 de junio de 1930) publicaba: “La Corona de la Virgen. En el vapor interinsular La Palma, llegó ayer a esta Capital la Superiora de las Hermanas de la Caridad, que prestan sus servicios en este Hospital de Dolores y Cuna de Expósitos, Sor Matilde Trofas, la cual ha sido portadora de la magnífica Corona de oro y brillantes, que fue construida en Madrid en los talleres de orfebrería de Grande, para la excelsa Patrona de esta Isla, Nuestra Señora la Virgen de Las Nieves. Tenemos entendido que, al igual que lo hizo en la Corte, será exhibida al público en esta población”.

Una de las magníficas alhajas que aún conserva la imagen es la preciosa pieza en oro y esmaltes en forma de lira, regalada por la misma mecenas, María del Rosario Becerra y Cosmelli en 1940 y que la Virgen lleva adherida a su rico manto triangular en las festividades más importantes, como, por ejemplo, la Fiesta de Las Madres,  la Fiesta de Las Nieves (ambas anuales)  y  las Fiestas Lustrales de la Bajada de La Virgen. Como decíamos, fue la ilustre viuda de Cosmelli y Sotomayor, elegida para apadrinar, junto con el primo de su difunto esposo Tomás Sotomayor y Pinto, Gentilhombre de Cámara de S. M. El Rey, la Coronación de la Patrona de La Palma.

El anterior rector del Santuario, D. Pedro Manuel Francisco de Las Casas, en una publicación hecha por el Santuario a raíz de las Bodas de Oro de la Coronación Canónica de Nuestra Señora de Las Nieves, en 1980, nos informaba de lo siguiente: “Pero – y lo decimos aquí porque nos parece de justicia histórica-, si de alguien en particular había partido la idea, éste fue el presbítero palmero, Monseñor don José Crispín de Paz y Morales, Rector del Santuario y Capellán de la Virgen entre 1903 y 1924, feliz y unánimemente compartida iniciativa recogida por su sucesor, don Antonio Pérez Hernández, Párroco de Las Nieves entre 1924 y 1959…”  Don Pedro también informaba acerca de la trascendencia que había tenido la actividad desplegada por la Junta de Señoras Pro-Coronación, presidida por doña Emilia Morales González, viuda de Pinto de la Rosa, quien también ofreció “un importante acopio de limosnas y de joyas”.

La primigenia Rambla de Cuba -hoy Avenida de El Puente de la capital palmera- acogió la tan anhelada Coronación Pontificia de la Patrona de La Palma y los Palmeros en una preciosa mañana del 22 de junio de 1930. Se hizo realidad el sueño.

La Virgen había pernoctado en la Parroquia de La Encarnación la noche anterior, después de haber descendido desde su Santuario del Monte por los Caminos Reales de La Dehesa y de El Planto. Por la mañana había entrado triunfalmente en el casco histórico de Santa Cruz de La Palma, con la sucesión del “Diálogo entre el Castillo y la Nave”, la tradicional “Loa” en la Plaza de España y el Pontifical. “Y fue dentro de esta solemne celebración litúrgica, tenida al aire libre, en estrado y ante altar elevado al efecto- como nos recuerda el Rector don Pedro Manuel-, y en presencia de una muchedumbre de más de 30.000 personas, dato éste recogido en la crónica que nos ofrece el Boletín Oficial del Obispado de Tenerife (Julio-Agosto de 1930, páginas 254-264). En este documento se decía: ”reunida, con el corazón rendido de amor para festejar a la celestial Patrona, la mitad aproximadamente de la población total de la Isla…“.

Quedó perpetuado aquel emotivo acontecimiento con las primeras imágenes cinematográficas de La Morenita, captadas por Emilio Carrillo con su cámara de ocho milímetros. También fue escenario de otro cálido recibimiento,  treinta y cuatro años después, en 1964, cuando la venerada efigie recorrió todos los caminos insulares a fin de recaudar fondos para el Seminario Diocesano.

Hasta nosotros han llegados varias instantáneas de aquellos instantes en los que todo un pueblo, vestido con las mejores galas, se arremolinaba en “El Puente”, para actuar como testigo de excepción ante un hecho sin precedentes en nuestra Isla. Las damas con delicadas pamelas, portando sombrillas y los caballeros con sombreros, se cubrían de los rayos del sol mientras tenía lugar la ceremonia solemne de la Coronación de su Patrona. Tanto aquella avenida, las calles adyacentes, como todos los balcones de los edificios colindantes, aparecían repletos de feligreses y ciudadanos que giraban sus miradas hacia la esquina de la Calle Pérez Volcán en la confluencia con El Puente, a espaldas de la Parroquia Matriz de El Salvador.

Un gigantesco toldo alargado, de bordes dentados y redondeados, cubría a modo de palio una buena parte de la zona elegida para levantar el efímero altar. Su sombra también resguardaba del sol a todas las personalidades y afortunados feligreses de las primeras filas. En un sitio predominante se hallaban entronizadas las andas de baldaquino de plata de la Virgen, la imagen mariana más antigua del Archipiélago y “el vestigio más remoto de nuestra ubicación en la civilización cristiana y la cultura occidental” (decía el actual Rector del Santuario). Delante del bello trono con la Virgen se situaba la mesa del altar.

Se hallaba en lugar preferente el conocido como “Pendón de la Conquista” o “Pendón Real”, todas las cruces parroquiales de la Isla, el destacamento del Regimiento de Tenerife, la Masa Coral de La Palma, las Bandas de Música de la capital palmera y de Los Llanos de Aridane, diversas representaciones insulares, regionales y nacionales, autoridades eclesiásticas, civiles, judiciales y militares de todo rango. Continúa don Pedro, “asistieron a los Prelados oficiantes, canónigos y beneficiados de la Santa Iglesia Catedral de La Laguna y todos los miembros del Clero palmero, a cuyo frente figuraban los Arciprestes de Santa Cruz de La Palma y de Los Llanos de Aridane”.

Hemos dicho que, junto al Obispo de la Diócesis, Fray Albino, los solemnísimos oficios fueron presididos por el Delegado Pontificio, el entonces Nuncio de S.S. en España y Arzobispo de Lepanto –y luego Cardenal Camarlengo de la Iglesia-, Monseñor Federico Tedeschini. Había llegado a La Palma procedente de Cádiz en la nave “Infanta Cristina”, el día 20 de junio de 1930, dos días antes de la Bajada de La Virgen y de su Coronación. Hay que tener en cuenta que “jamás habían tenido estas Islas Afortunadas el altísimo honor de ser visitadas por ningún Nuncio de Su Santidad en España, y menos aún con especial Delegación Pontificia como es el presente caso”. Estas palabras se leían en la crónica oficial de los actos.

El Nuncio entregó las coronas al Obispo de la Diócesis, al Arcipreste del Distrito –don Félix Hernández Rodríguez-, al Capellán de Las Nieves –don Antonio Pérez Hernández-, al Delegado del Gobierno en la Isla y representante de S.M. -don Blas Hernández Luján-, al Alcalde de Santa Cruz de La Palma –don Manuel Sánchez Rodríguez-, al Presidente de la Mancomunidad Interinsular -don Fernando Salazar y Bethencourt-, al Presidente del Cabildo Insular de La Palma –don Francisco Lugo y Álvarez- y al Comandante Militar de la Isla – don Francisco Galtier y Prey-.

Llegó el momento culminante: el de la imposición de las coronas en las sienes de la Virgen y al Niño, “tomadas de la mano de su portador, entonces subdiácono y hoy Deán de la Catedral Nivariense don Luis Van-de-Walle Carballo” (don Pedro así lo escribía en 1980).

La fórmula de la Coronación fue la siguiente: “Como nosotros coronamos llenos de veneración y de respeto tu Imagen en la tierra, haz que merezcamos ser por ti coronados con corona inmarcesible en el Cielo...”

Don Pedro nos decía también: “Y estas fueron, tal como las glosa el Decreto Pontificio, algunas de las motivaciones de ese acontecimiento del que ahora celebramos las Bodas de Oro: la antigüedad del culto..., la celebridad de los prodigios..., de la preclara e insigne imagen de la Bienaventurada Virgen María bajo el título de Nuestra Señora de Las Nieves..., que los isleños veneran y quieren como Patrona en el Santuario de una de las Islas Canarias llamada de San Miguel de La Palma..., con la máxima religiosidad y la más ardiente devoción y fe..., concurriendo en la Sagrada Imagen cuanto se requiere para la solemne Coronación..., y tratándose de venerar a la Santísima Virgen..., para la mayor Gloria de Dios y decoro de su Iglesia..., solícitos y con agrado queremos y por unánime acuerdo mandamos ... imponer Corona de oro y en solemne rito...”

En el instante de la coronación, se produjo un atronador sonido de cohetes y salvas de honor a los que se unieron los cañonazos del Castillo, las sirenas de los buques anclados en el puerto, los aplausos y los vítores de la enfervorizada multitud “que ya lloraba”, el repique de campanas y los sones de la Marcha Real. Un estremecedor instante que quedó grabado para siempre en la memoria de aquellos afortunados testigos y así lo comunicaron a sus descendientes.                  

Honores y distinciones 

Numerosos son los títulos y distinciones que, a través de los tiempos, el fervor del pueblo palmero ha ido acumulando en el riquísimo patrimonio de la Santísima Virgen de Las Nieves.

Asieta, como cariñosamente se conoce a la Virgen – siglas de Alma Santa Inmaculada en Tedote Aparecida-, recibió, junto al Arcángel San Miguel,el reconocimiento de la Sagrada Congregación de Ritos el 13 de noviembre de 1952, respecto al inmemorial Patronazgo Insular (Breve del Papa Pío XII que se conserva en el restaurado y ampliado Camarín del Santuario Insular de la Patrona Palmera).

Dos lustros antes, el 17 de agosto de 1942, el Excmo. Ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma le otorgó el título de Alcaldesa Honoraria y Perpetua del municipio capitalino, llamado Tedote por los benahoaritas.

Otros territorios palmenses se sumaron a otorgar tan alta distinción a su Patrona. Así, Los Llanos de Aridane el 19 de noviembre de 1964, víspera de la llegada de la Virgen de Las Nieves al Valle de Aridane, en su peregrinación por todos los pueblos de La Palma. Más tarde, en sesiones plenarias, secundaron estas iniciativas por acuerdos unánimes los Ayuntamientos de Fuencaliente (1 de septiembre de 1982), Breña Baja (2 de mayo de 1992) y Breña Alta (22 de abril de 1994). También el municipio de Puntallana ha decidido otorgarle este honroso y piadoso título, tras el pleno del 30 de diciembre de 2004. En el año lustral de 2005 se sumaron los municipios de: Villa de Mazo, San Andrés y Sauces y Tijarafe. En 2010: la Villa de Garafía, El Paso, Barlovento, Puntagorda y la Villa y Puerto de Tazacorte. Curiosamente también lo es del municipio tinerfeño de Güimar desde 1985.

El Excmo. Cabildo Insular de La Palma, por unanimidad, ha acordado conceder la Medalla de Oro de la Isla de La Palma al Real Santuario Insular (Pleno del 14 de enero de 2011), así como el título de Regidora Mayor de La Palma a la Virgen de Las Nieves (Pleno del 11 de febrero de 2011).

El suntuoso Santuario, centro devocional palmero por antonomasia, ostenta realeza desde que fuera acogido en 1657 en su Patronato por el monarca Felipe IV, penúltimo soberano de la Casa de Austria. Por ello se le tributan honores reales a la Virgen.

Durante la visita de los Reyes de España al sacro recinto el 15 de octubre de 1977, S.M. la Reina Doña Sofía recibió el título de Camarera de Honor de la Virgen de Las Nieves.

S.S. Juan Pablo II envió un mensaje papal a todos los palmeros en junio de 1980 con motivo del III Centenario de la Bajada de la Virgen y las Bodas de Oro de la Coronación Canónica. El Pontífice concedió su Bendición Apostólica a la publicación Ecos del Santuario, dirigida por el querido Rector del primer centro mariano de La Palma, don Pedro M. Francisco de Las Casas. Como gracia especial, y a propuesta de este entrañable sacerdote y solicitud del actual Sr. Obispo Nivariense Mons. Felipe Fernández García, el Papa ha otorgado el Mes Jubilar o Jubileo Mariano en 2005 que se inició el 15 de julio (onomástica de Los Mártires de Tazacorte) ante el Patrón de la Isla, San Miguel Arcángel, en aquel municipio, y terminó el 15 de agosto (Solemnidad de la Asunción de la Virgen) en el Real Santuario de Las Nieves, ante La Morenita.

Un Santuario que alberga el Museo Insular de Arte Sacro, considerado en su género el primero del Archipiélago y donde se reúne un artístico y fabuloso catálogo de objetos vinculados al culto, pinturas, esculturas, telas, metales y piezas suntuarias procedentes de la fábrica y donadas por particulares que resumen seis siglos de historia y arte.

Hay que añadir que su Camarín, decorado y amueblado con categoría y refinamiento, reúne los llamados tesoros íntimos de la Virgen: documentos de su inmemorial patronazgo y valiosas intercesiones, títulos y honores públicos de instituciones y colectivos profesionales…, amén del joyero más antiguo y valioso de las Islas.

El documento vaticano que decreta este “privilegio y honor ”de la Coronación de la venerada imagen, conservado en el Archivo Histórico del Santuario, está fechado en Roma el 5 de junio de 1930, año noveno del Pontificado de S. S. el Papa Pío XI. Lo suscribe el entonces Cardenal Eugenio Pacelli, futuro Pío XII. “Y en él se accede a la súplica que, en nombre de todos los palmeros, elevó a la Santa Sede el entonces Obispo de Tenerife, Fray Albino González y Menéndez Reigada”. El Rector actual también nos sigue informando en su artículo de 1980, que “la decisión vaticana tuvo lugar en el capítulo de la correspondiente Sagrada Congregación, celebrado unos días antes, el 1 de junio, y la iniciativa de distinguir a «la Morenita de La Palma» con tal solemne Coronación había cobrado fuerza en los cuatro últimos años, con motivo de las peregrinaciones generales de todos los pueblos de la Isla, promovidas al Santuario Insular a raíz de la Visita Pastoral de 1926 y que, según de público se decía, habían congregado en el corazón espiritual de La Palma, una multitud que jamás se había visto”. 

 

BIBLIOGRAFÍA 

«Acta notarial de Federico López y Martín-Romero», 22 de junio de 1930, Programa Oficial de la Bajada de la Virgen de 1995, Excmo. Ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma, Madrid, 1995.

DIAZ LORENZO, Juan Carlos. «Alcaldesa Honoraria y Perpetua», Diario de Avisos, (9 de enero de 2005).

FERNÁNDEZ GARCÍA, Alberto-José. Real Santuario Insular de Nuestra Señora de Las Nieves, Editorial Everest, León, 1980

FRANCISCO DE LAS CASAS, Pedro-Manuel. «Coronación Canónica de Nuestra Señora de Las Nieves. Bodas de Oro: 1930-1980». Santuario Insular de Nuestra Señora de Las Nieves, Santa Cruz de La Palma. Archivo General de La Palma (AGP/FSFC).

GONZÁLEZ PÉREZ, Dolores (Lola España). Carro alegórico para la Bajada de Nuestra Señora de Las Nieves en el año de 1920, Santa Cruz de La Palma, 1920.

IGUACEN BORAU, Damián. Coronación de la Virgen, Editorial Cometa, Zaragoza, 2004.

«La Corona de La Virgen». Diario de Avisos, (3 de junio de 1930)

ORTEGA ABRAHAM, Luis. «Rogativas y Honores». Programa Oficial de la Bajada de la Virgen de 1995, Excmo. Ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma,  Madrid, 1995.

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