Indianos 2024

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Pronto, porque el tiempo pasa rápido, estaremos otra vez en plenas fechas carnavaleras.

Suele pasar que al ayuntamiento le coge el toro y vienen las prisas, las improvisaciones y lo que se podía haber hecho bien, acaba saliendo solo para escapar o mal.

La nueva corporación que parece que ha empezado con muchas ganas, estará dando los primeros pasos para organizar los próximos indianos y si no lo está, debería ponerse manos a la obra, para que no pase lo de otros años.

Al retomar el año pasado la celebración, después del parón motivado por la pandemia, se perdió una oportunidad única de reiniciar la fiesta con nuevos criterios que corrigieran el rumbo que está tomando la celebración. Se repitieron los mismos aciertos, pero también los mismos errores de otros años.

Por varios motivos, como empresario de esta ciudad, como integrante de la familia Cabrera, que fue la organizadora del primer desfile de Indianos en 1965, y como ciudadano de esta capital, me veo casi en la obligación de aportar algunas reflexiones y propuestas para que puedan servir, quizás, a un pequeño cambio de rumbo.

Empezando por unas reflexiones previas, deberíamos preguntarnos el porqué del éxito de la fiesta y en la respuesta podemos descubrir las pautas a seguir para mantenerlo.

Simplicidad y elegancia. Una idea simple, sencilla, asumible por todos, conceptual y materialmente. ́Cuando mis familiares empezaron a organizar el primer desfile en los años sesenta, mi padre les comentó: “Todo el mundo tiene alguna ropa blanca en su casa, ropa de indianos, de Cuba, de sus padres, de sus abuelos”. Así ocurría en la nuestra y así ocurría en la de casi todos los palmeros. Una simplicidad que se transforma en elegancia y enraíza con el pasado de la ciudad, evocando tiempos pretéritos, ensoñados como mejores. 

La estética de la belleza formal y del sentimiento que despierta en los ciudadanos ver cómo Santa Cruz de La Palma, por un día, se transforma en una ciudad de otra época y otras latitudes, y cómo participa en esta ensoñación, toda la ciudadanía, desde niños a ancianos, en una propuesta honesta, para nada fingida. Los palmeros se recuerdan en su imaginario pasado que idealizan hasta convertirlo, no en teatralización sino en realidad por un día, o al menos, y ahí empieza la deriva de las fiestas, durante las primeras horas de ese largo día

La elegancia de los trajes, que no disfraces, los sombreros, los pañuelos, los habanos y relojes de bolsillo, etc. Somos por unas horas de la mañana como nos imaginamos. Luego viene la masificación, y todo lo demás, y se empieza a perder esa magia de lo diferente para parecerse cada vez más a cualquier fiesta carnavalera.

Los que acuden de otras islas a la fiesta lo hacen por participar de ese pasado imaginado y de esa elegancia, resucitada por unas horas, y cuando llenan los barcos se convierten en auténticos indianos.

Por ello pensar que vienen a escuchar la misma música y botellón que tendrían un sábado de carnaval en Santa Cruz de Tenerife, o beber en una barra de kiosco como pueden hacer en Las Palmas de Gran Canaria, es una equivocación. Eso ya lo tienen y de mucha más calidad.

Entrando en la parte propositiva de este artículo, aporto algunas ideas:

-Extender la fiesta de los Indianos a todo el fin de semana. Más que un día, la fiesta debería extenderse a todo el fin de semana, y si bien el viernes ya tiene un evento que funciona muy bien, como es la fiesta de la peluca, a partir del sábado el carácter Indiano debería monopolizar el ambiente de las calles de la capital. Ya en ese sentido en los últimos años se vienen dando algunos pasos. Es todo un éxito los indianitos del domingo por la mañana.

-Baile y cena Indiana. Otras posibilidades podrían ser un baile de Indianos, como muchas veces ha sugerido el periodista Amado González, incluso acompañado de cena, dentro de un recinto acotado, donde se acceda solo con la vestimenta indiana, que se podría celebrar la noche anterior.

-Desfile de coches de época y caballerías. Que podría celebrarse el sábado en la mañana.

-Exigencias estéticas para las barras exteriores de los bares. Si queremos distinguirnos por la elegancia de las fiestas, no puede ser que estemos llenando las calles con barras metálicas oxidadas, despintadas y mal colocadas en algunos casos. El ayuntamiento debería exigir unos mínimos estéticos prohibiendo las barras metálicas con publicidad o que al menos sean decoradas con lonas con motivos indianos. El sobrecosto del montaje de estas nuevas barras podría compensarse con una disminución de las tasas que cobra el ayuntamiento por ese día y una coordinación por parte del ayuntamiento de esa decoración.

-Mantener la prohibición de los kioscos. Entiendo un acierto la prohibición el año pasado de los kioscos por los mismos criterios estéticos anteriormente expuestos. 

-La música. Unificarla como ocurre en otros carnavales de las islas. Hilo musical común al menos en la zona cero de las fiestas y así que no se desvirtúe el carácter indiano de la fiesta, al menos durante el día. Tenemos que mantener la especificidad de la fiesta también en la música que se escucha.

-En la parte organizativa. La dimensión que ha adquirido la celebración requiere anticipación, agilidad, previsión, ideas claras, imaginación y unos empleados municipales que asuman esa carga de trabajo que a veces brilló por su ausencia.

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