“Hay que ser un buen enseñante para que los niños amen el deporte”
Ha tenido una existencia de absoluta entrega a la enseñanza de la Educación Física, con jornadas maratonianas de ocho de la mañana hasta cerca de la medianoche. Ahora vive la jubilación con sosiego, caminando, cuidando el jardín y desayunando en el patio de su casa de Velhoco, desde el que contempla el mar y el Teide. Josefina Gutiérrez ha sido designada por el Ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma Mujer Destacada del Municipio 2015 en el ámbito del Deporte. “El deporte ha sido mi vida porque disfrutaba con los niños y les transmitía valores como el sentido de la convivencia, la amistad o la superación”, ha manifestado en una entrevista concedida a LA PALMA AHORA. “He tenido muchas satisfacciones personales; siempre recuerdo a los críos a los que les resultaba difícil hacer el pino o saltar el potro, y cuando lo lograban, se abrazaban a mí y me decían: ‘Gracias”.
Realizó sus estudios en Tenerife y en la Escuela Nacional de Educación Física Femenina ‘Julio Ruiz de Alba’ de Madrid’, y en la temporada 1976-77 jugó en la Primera División de la Liga Nacional de Balonmano como integrante del equipo Aerpons Santa Cruz. En las tres últimas ediciones de la Bajada de la Virgen ha estado ligada a la dirección de la Danza de los Acróbatas. Como docente ha ejercido en el IES Alonso Pérez Díaz, en el Colegio Nazaret, en la Escuela de Artesanía de Mazo y, sobre todo, en el Colegio Santo Domingo de Guzmán (La Palmita), donde permaneció durante más de cuarenta años. Pero la pasión de Josefina por el deporte, le llevó a asumir otras responsabilidades. “Dirigí el Frente de Juventudes en la Ciudad Juvenil, donde coordiné todos los deportes que allí se practicaban, y también el Polideportivo de Miraflores; creé la primera Escuela de Gimnasia Rítmica de La Palma, y, además, entrenaba a jugadores de balonmano y baloncesto, asistía a competiciones provinciales, a campamentos… Salía a las ocho de la mañana de casa y llegaba a las once de la noche, y hasta las doce”, recuerda. “Fueron muchas horas sin remunerar dedicadas al deporte, solo por la satisfacción personal”, asegura.
Josefina está convencida de que para que los alumnos “amen el deporte, hay que ser un buen enseñante”. “He visto profesores, tanto hombres como mujeres, con los que los chiquillos no disfrutaban de la Educación Física; yo siempre les decía a los niños: ‘Tú puedes’, y así logré quitarles muchos miedos y ayudarles a que se superaran”, afirma.
Reconoce que la Educación Física ha sido una asignatura ‘marginal’ (una de las tres ‘marías’), pero cree que este hecho se ha debido a que “el profesorado no estaba preparado ni cualificado; yo me formé bastante bien, y fue una carrera dura, sobre todo en Madrid”, dice.
Como mujer, en su trayectoria profesional nunca percibió discriminación de género. “Fui aceptada muy bien en todos los colegios, porque yo lo daba todo; el único problema fue que mis padres eran un poco reacios a que estudiara fuera de la Isla”, señala.
Contempla con tristeza la agresividad y la violencia que se vive actualmente en el mundo del deporte. “Me hiere ver a padres insultando a los propios compañeros de sus hijos, que son niños, o al árbitro, pegándose, discutiendo… Estas actitudes no caben en el deporte, el deporte se practica para disfrutar, y es un disfrute sano y alegre”, subraya.
La trayectoria profesional de Josefina ha estado llena de “satisfacciones”, y por eso, resalta, “lo malo que me ha pasado no lo recuerdo porque ha tenido poca incidencia en mi vida”. “He trasmitido valores y también los he recibido; el deporte me ha enseñado el sentido de la convivencia, el diálogo, la resolución de problemas sin discusiones ni agresividad; este aprendizaje me ha beneficiado a mí y también a las personas que viven a mi alrededor”.
Esta docente siente “mucha gratitud” cuando va por la calle y “me saludan mis ex alumnos y me dan las gracias”. “Es gratificante que te agradezcan lo que les he enseñado; también recuerdo con emoción a algunos de ellos que se fueron jóvenes”.
Josefina no paró en seco con el deporte. “Lo fui dejando poco a poco, me prejubilé, al final solo daba tres horas de clase”. Nada comparable a esas jornadas intensísimas que podían acabar a las doce de la noche. “Ahora me dedico a mi jardín y todos días bajo a Santa Cruz de La Palma a hablar con la gente, comprar y leer el periódico, o a tomarme un café con mis amigas”, detalla. “Disfruto más de mí misma, porque antes era una entrega total al deporte, no viví mi vida”, confiesa. En su etapa como jubilada, Josefina lleva una existencia placentera y muy activa. “Camino por las tardes, y a veces también por la mañana, viajo mucho –siempre me ha gustado viajar y conozco bastante ese mundo por ahí-, desayuno en mi patio mirando al mar y al Teide… Espero seguir disfrutando con salud, que es lo principal”. Los domingos se los pasa “viendo deporte en la televisión”. A eso no renuncia.