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Las arañas “nunca” atacan de forma espontánea al hombre

Pedro Oromí. (EFE/Rubén Darío García León)

Efe

Santa Cruz de Tenerife —

Las arañas “nunca” atacan de forma espontánea al hombre, y son pocos los animales que lo hacen de forma “gratuita”, si bien es algo que hacen algunas avispas y abejas si se pasa cerca de ellas, dijo el catedrático de Zoología de la Facultad de Biología de la Universidad de La Laguna, Pedro Oromí.

En el caso de las arañas hay que hacerles algo previamente, sino no atacarán, indicó Pero Oromí durante una entrevista en la que también explicó que se trata de animales que siempre son predadores y sólo comen lo que cazan, pues no son carroñeras y si encuentran una mosca muerta no la comen.

Aunque muy raramente capturan pequeñas lagartijas si se quedan enganchadas en sus telas las víctimas habituales de las arañas son insectos y otros pequeños invertebrados, indicó Pedro Oromí, quien añadió que las técnicas de caza son muy diversas entre las arañas.

Así, señaló Pedro Oromí, hay arañas que cuando un insecto cae en su tela tranquilamente le pican y esperan a que se muera, mientras que otras tienen un veneno más potente para que la presa muera pronto si huye.

En Canarias se conocen unas 975 especies de arácnidos, de las cuales unas 500 son de arañas, pero esta catalogación es algo dinámica y continuamente varía con los nuevos hallazgos, explicó Pedro Oromí, quien comentó que si bien es raro que una araña pique a un humano, debe evitarse el paternalismo o proteccionismo excesivo de propagar que en el Archipiélago no hay bichos venenosos.

Pedro Oromí indicó que no se trata de alarmar, porque en Canarias tampoco hay un número grande de animales que piquen a los humanos, pero tener conciencia de que sí hay algunos.

Dos especies peligrosas

En Canarias hay dos especies de arañas que si bien no son mortales son peligrosas para los humanos, cuales son las conocidas como viuda negra (Latrodectus tredecimguttatus) y la llamada araña violín (Loxosceles rufescens) cuyos venenos son distintos.

La viuda negra tiene un veneno neurotóxico con pocos efectos locales en el punto de la picadura, pero afecta de forma más generalizada provocando arritmias, fiebre, rigidez abdominal, temblores, y salvo que la persona tenga algún problema de salud no es peligrosa y no se conocen casos mortales en Canarias.

En cuanto a la araña violín, su veneno tiene efecto necrosante, de manera que afecta sobre todo a los tejidos que están alrededor de la picadura, provocando edemas agudos que pueden derivar en necrosis extendidas de los tejidos, formando un cuadro clínico muy feo, indicó Pedro Oromí.

Un peligro añadido de la picadura de la araña violín es que, tal vez porque inocula una bacteria, puede causar en otras partes del cuerpo algo parecido a una gangrena, y así hace unos doce años en Gran Canaria hubo un caso en el que un hombre sufrió una picadura en una mano y al cabo de un tiempo sufrió una septicemia y fue preciso amputar los dos pies.

Se trata de un caso extraordinario, insistió Pedro Oromí, quien dijo que hace unos meses en Tenerife una mujer fue picada por una araña violín pero el caso se resolvió sin necrosis tan seria gracias a un tratamiento adecuado por el doctor Roberto Conca, dermatólogo interesado por este cuadro clínico llamado “loxoscelismo”.

La viuda negra está presente en todas las islas de Canarias y su presencia es más abundante en El Hierro debido a que en esa isla también abunda el escarabajo que prefiere como alimento.

El catedrático de Zoología señaló que en El Hierro hay una cultura en torno a esta araña, que en esa isla también se conoce como “araña mamona” y hay la creencia de que si pica a una cabra en la ubre es mucho peor que si lo hace en otro sitio, pero se trata de leyendas.

Recientemente el biólogo Enric Planas ha descubierto que la araña violín que es originaria del Mediterráneo sólo está en tres de las islas canarias, y que tanto en éstas como en las demás islas hay repartidas otras cinco especies nuevas de este grupo antes desconocidas, todas ellas endémicas.

La viuda negra recibe ese nombre del hecho de que es de ese color y porque con frecuencia se come al macho tras la cópula, algo bastante común en muchas arañas.

Pedro Oromí indicó que comer al macho es una forma de aprovechamiento de alimento, ya que el macho no sirve para nada una vez copula, pues su vida es muy corta, mientras que la hembra vive algo más de tiempo para cuidar de los huevos.

La mayoría de las arañas viven un máximo de dos años, si bien las migalas, mal llamadas tarántulas, pueden vivir quince e incluso veinte años, indicó.

La viuda negra nunca está en casas, o es algo muy raro, mientras que a las violín les gusta meterse en recovecos y no es rara su presencia en viviendas, comentó.

Estas dos arañas están también presentes en la Península, donde habita otra de picadura bastante molesta, como ocurre con la tarántula, y el daño que provoca es sobre todo dolor sin mayores consecuencias, añadió Pedro Oromí.

Todas las arañas tienen veneno pero muy pocas pican a las personas, no se sabe si porque no tienen agresividad porque son conscientes de que no harán casi nada con su picadura o porque son tan pequeñas que no atraviesan la piel humana, dijo el catedrático.

También señaló que en el mundo de las arañas las hay que hacen tela y las hay que no, aunque todas tienen la facultad de elaborar hilos de seda, pero sólo algunas hacen telarañas como trampa y muchas usan la seda para otros menesteres.

Hay arañas llamadas vagabundas que corretean y cazan bichos como pueden, mientras que otras son sedentarias y construyen telarañas, que pueden ser de diversos tipos, tanto verticales como horizontales, marañas tridimensionales sin forma determinada, bajo piedras ....

Y los machos suelen ser más llamativos que las hembras debido a que tienen que convencer a la hembra para aparearse y el patrón de coloración es una de las señas distintivas que usan para ello, mientras que otras especies lo que hacen es regalar presas muertas, en otras hacer ciertos movimientos en la telaraña y en otros casos repiquetear de determinada forma en el suelo a modo de tamborileo.

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