La Palma acoge la Conferencia de Presidentes desesperada por soluciones tras la erupción del volcán

Obra de reconstrucción de las carreteras del barrio de La Laguna, afectado por el volcán de La Palma

Natalia G. Vargas

Los Llanos de Aridane —

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Sentado en la cabina de su machacadora, Rober trabaja sin pausa para que el barrio de La Laguna vuelva a ser lo que fue. A medida que escarba en las coladas, se topa con pedazos de cemento, metal y alambres. “Me duele. Aquí antes vivían mis vecinos”. Las operaciones para reconstruir las carreteras de este pueblo avanzan a paso lento por la temperatura del suelo y la complejidad de la obra, que fue descrita por el vulcanólogo Stavros Meletlidis como “inédita dentro de la ingeniería y la vulcanología”. El resto de infraestructuras y la reconstrucción de la isla y de la estabilidad de los residentes también se hacen de rogar.

Han pasado dos meses desde que terminó la erupción de La Palma y los damnificados desesperan no solo por que concluyan las obras pendientes, sino también por la llegada de ayudas económicas directas. La isla acogerá este viernes la Conferencia de Presidentes marcada por la impaciencia y el sentimiento de abandono. ''Desde que el demonio se apagó, ya no hay políticos ni periodistas'', coinciden los vecinos.

En la mayor parte de la isla se vuelve a respirar aire puro y el olor a azufre que surgió en las últimas semanas de erupción ha quedado atrás. Ha dejado de llover ceniza y no queda rastro de los estruendos que envolvieron a La Palma durante tres meses. Elba tiene 87 años y hace dos semanas pudo volver a su vivienda en Tacande. El cordón de seguridad que cortaba el acceso a su casa ya no está, pero la ceniza que invade su propiedad le sigue recordando a diario aquel 19 de septiembre, cuando el tercer volcán que veía nacer le obligó a marcharse y a costearse con sus propios recursos un piso de alquiler con su hija y sus nietos. Cada mañana se protege del frío con su bata gris de franela, echa mano de un cubo, una pala y una escoba, y pasa horas barriendo los restos de la erupción. Desde su puerta, contempla intranquila cómo los gases siguen emanando del cono principal. “Creo que está dormido, pero solo de momento”, teme. 

Las consecuencias de la erupción perviven en cada esquina. Marcelino Rodríguez es presidente de la asociación de vecinos de La Laguna y este martes recorría ajetreado las calles del barrio pegando carteles que convocan a la población a una manifestación que tendrá lugar el viernes a las 18.00 horas, pidiendo que no se olvide a la isla y exigiendo que las ayudas públicas lleguen ya, ya que hasta ahora, asegura, solo se han recibido las donaciones que la gente hizo a los ayuntamientos y al Cabildo insular. 

El viernes por la mañana, durante la celebración de la Conferencia de Presidentes, también tendrá lugar una protesta organizada por asociaciones vecinales y plataformas de damnificados. Los palmeros quieren mostrar a los presidentes autonómicos, al presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, y a los siete ministros que lo acompañarán, su “descontento” con la gestión del plan de reconstrucción. “Queremos colaborar y estamos ausentes en la toma de decisiones”, criticó en declaraciones recogidas por Europa Press Pablo Domínguez, presidente de la plataforma de afectados. Los vecinos piden también que se pueda construir en toda la isla y rechazan las viviendas “tipo contenedor” que ha adquirido el Ejecutivo autonómico. “El cumplimiento de las promesas se retrasa”, lamentó Domínguez. 

De acuerdo con el último informe del Gobierno canario, se han invertido 286,07 euros en ayudas. De ellas, 135,81 millones corresponden a ayudas para vivienda y alojamiento de personas afectadas por la erupción; 65,26 millones han ido dirigidos a la emergencia social y el apoyo al empleo; 45,57 millones de euros a los diferentes sectores económicos y los 39,43 restantes a otras medidas materializadas como la instalación de desaladoras en Puerto Naos. Este jueves, el Consejo de Ministros ha acordado también mantener hasta el 30 de junio los ERTE (Expedientes de Regulación Temporal de Empleo) motivados por la erupción del volcán. También se prorrogarán las moratorias en el pago de las cuotas de la Seguridad Social, hasta mayo para las empresas y hasta junio para los autónomos.

Caminar sobre las coladas 

El acceso a algunos puntos afectados por la erupción sigue prohibido, pero muchos otros espacios antes restringidos ahora están abiertos y se repiten estampas antes impensables. En un pequeño callejón entre las montañas de La Laguna y Todoque, turistas locales, nacionales y europeos no dudan en pasear por encima de las coladas ya frías y fotografiarse con las piedras volcánicas. Por allí también pasea Claudio, un palmero de 63 años. “Hay mucho dolor en ese paisaje, pero es innegable que es un espectáculo”, cuenta. Su casa está debajo de la lava que admiran los visitantes, en el barrio de La Laguna. Sobre su techo hay siete metros de material volcánico. 

Cada tarde saca a sus dos perros a pasear cerca de las coladas. Antes sus animales corrían por su finca, y ahora conviven con él y sus familiares en un piso de dos habitaciones. Hasta ahora solo ha recibido la parte que le correspondía de las donaciones a los damnificados, y no cree que le vayan a dar nada más. “Yo sé cómo funciona esto. Te prometen de todo, pero luego el dinero se malgasta”.

El mirador de la iglesia de Tajuya, convertido en un enclave turístico durante la erupción, sigue recibiendo curiosos que quieren ver el volcán y su impacto. Allí, la parroquia ha instalado un pequeño chiringuito donde se venden refrescos, agua y café y un puesto de camisetas, imanes y tazas. 

Otros espacios, como la granja improvisada en El Paso para acoger a los animales de la zona de exclusión, siguen funcionando, pero cada vez con menos recursos. Un voluntario que cuida de los burros, gallinas, cabras y ovejas que allí conviven recuerda que ya no queda nada de las grandes donaciones que recibieron al principio. No sabe hasta cuándo seguirán allí los animales, porque en algunos casos aún no se ha localizado a los dueños. “Tenemos que darles un tiempo de gracia, porque muchos han perdido la casa y están en otras islas”, cuenta. 

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