Los rastreadores de Tenerife se topan con una minoría de jóvenes poco colaboradora: “Piensan que no pasa nada por no contarlo”
La Consejería de Sanidad del Gobierno de Canarias informó este miércoles de que seis de los 77 nuevos brotes de coronavirus que ha registrado Tenerife en la última semana se han producido en establecimientos de hostelería y restauración. La vuelta a la vida de la actividad interior en los locales de este sector después de que el Tribunal Superior de Justicia (TSJC) haya suspendido las medidas establecidas para el nivel 3 de alerta sanitaria ha generado celebraciones y asperezas. Aunque todavía no están claras las razones del aumento de los contagios en Tenerife durante las últimas semanas, lo cierto es que los espacios cerrados y poco ventilados constituyen un mayor riesgo para la propagación del virus. A ello se le unen las dificultades con las que se están topando los rastreadores a la hora de trazar los contactos estrechos de los contagios por una minoría de jóvenes poco colaboradora, según explica la subdirectora médica de Atención Primaria de Tenerife y coordinadora de los rastreadores, Ana Darias.
Lo primero que hace un rastreador cuando habla con un nuevo positivo es preguntar el número de personas con las que el afectado ha mantenido contacto estrecho en los últimos días y en qué lugar cree que se ha podido contagiar. Además, Darias asegura que, si ese lugar se trata de un restaurante o un bar, se pregunta al propio establecimiento si el positivo estuvo dentro o fuera del local. En el caso de que el afectado consumiera en la zona interior, explica que el siguiente paso es llamar al local en cuestión y preguntarle si en este se respetan las medidas frente a la COVID-19 o si hubo alguna otra mesa que pudiera formar parte del contacto estrecho del positivo.
¿Cumplen la normativa los hosteleros? Darias garantiza que los rastreadores no han tenido “ningún problema con este tipo de establecimientos. Siempre nos han facilitado los datos de las personas que se han sentado dentro”. Entonces, ¿dónde está el problema?
“La gente en general está colaborando con los rastreadores, pero es cierto que existe una parte que no. Hay un pequeño porcentaje de personas que está costando que colabore”. La sanitaria argumenta que las personas jóvenes son las que facilitan menos información cuando se han contagiado o hay una persona con la enfermedad en su entorno. Una parte dentro de este grupo etario apenas participa en dar información porque tiene “una menor percepción de riesgo”. Los síntomas en los más jóvenes son más leves y muchos son asintomáticos, por lo que “piensan que no pasa nada por no contar lo que tienen”. Además, Darias advierte que en muchos casos son contactos estrechos al positivo los que le dicen a este que no dé sus datos.
“Tenemos un pequeño porcentaje de gente que no informa, pero que ese pequeño porcentaje se convierte en un gran número de personas, porque esto supone que la cadena de contagios continúa sin nosotros saberlo. Eso es lo que explica muchas veces que la trazabilidad no sea la adecuada”.
No obstante, la sanitaria no quiere buscar culpables a la hora de hablar del posible motivo del repunte descontrolado de la incidencia en Tenerife, ya que sostiene que hay varios factores encima de la mesa que han provocado esta situación. Por un lado, Darias explica que la isla ha tenido una incidencia a lo largo de estos meses que “nunca terminó de bajar lo suficiente. A esto se une que en Tenerife hay una población joven ”llamativa que se mueve de un lado a otro, más que en otras islas“ y que, además, ”no está vacunada“, asegura la coordinadora de los rastreadores para añadir que la guinda del pastel la ponen las personas que, siendo positivo o teniendo conocimiento de algún caso cercano, desinforman.
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